La salida de Volkswagen de Xinjiang marca un giro estratégico en medio de denuncias sobre violaciones a los derechos humanos, sanciones internacionales y conflictos comerciales.
Los consumidores e inversores son cada vez más exigentes con los procesos productivos de las empresas. En la industria textil esto se traduce, sobre todo, a la provisión de algodón que, en muchos casos, viene de mano de obra forzada en países como Turkmenistán y China.