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El logro de vacunar a tantos miles de millones de personas es extraordinario, pero nada hubiera sido posible si no se desarrollaba la vacuna con la velocidad a que se lo hizo. El 19 de diciembre de 2019 se identificó por primera vez al SARS-CoV-2, el virus que causa la covid-19.

22 Diciembre de 2021 10.19

De todas las caracterizaciones que caben para el año que está próximo a terminar, el más adecuado es "el año de las vacunas contra la covid-19". A lo largo de estos 12 meses se desarrolló la mayor campaña de vacunación de la historia de la humanidad, habiéndose administrado hasta el 21 de este mes más de 8 mil 780 millones de dosis de vacunas contra la covid-19 en 184 países. De acuerdo con datos recolectados por Bloomberg, cada día se están aplicando en el globo casi 40 millones de dosis (https://www.bloomberg.com/graphics/covid-vaccine-tracker-global-distribution/ ).

Claro que la disparidad es muy grande. En el total mundial, se han administrado 114 dosis por cada 100 habitantes, pero no en todos los lugares se lo hace al mismo ritmo: los países de altos ingresos están siendo vacunados a tasas 10 veces más rápidas que los de menos ingresos, según la misma fuente. Las 52 naciones más pobres han aplicado solo el 5,7 % del total mundial de vacunas a pesar de que tienen el 20,5% de la población del globo.

Ecuador no está nada mal. Si se mide la tasa de vacunas administradas por cada 100 habitantes en América Latina y el Caribe, el país que más vacunas aplicó es Cuba con 258,8 dosis por cada 100, seguida de Chile con 224,9 por 100; Uruguay con 196,5/100; Argentina con 164/100; Ecuador con 155/100; Brasil con 154,9/100 y luego los demás países (entre ellos Colombia, Perú y México que suelen superarnos en las estadísticas de salud). En Sudamérica el país que menos ha vacunado es Bolivia con 80,7/100 y el caso más dramático en la región es Haití que solo ha administrado 1,7/100. Hay una decena de países del África que no han aplicado ni 5/100, siendo catastrófico el caso de la República Democrática del Congo con 0,3/100.

El logro de vacunar a tantos miles de millones de personas es extraordinario, pero nada hubiera sido posible si no se desarrollaba la vacuna con la velocidad a que se lo hizo. El 19 de diciembre de 2019 se identificó por primera vez al SARS-CoV-2, el virus que causa la covid-19. Ya para el 2 de enero del 2020 (es decir, dos semanas después del primer caso en Wuhan) los científicos secuenciaron el genoma del virus. El 11 de diciembre de 2020, ¡menos de un año después!, la FDA de EE. UU. dio su autorización a la vacuna desarrollada por Pfizer. 

Lo que hacen las vacunas, como sabemos, es entrenar a nuestro sistema inmune para que identifique a un agente infeccioso y lo combata sin tener que enfermarse. Dado la complejidad de encontrar partes inactivas o debilitadas del virus y probarla primero en grupos pequeños, luego mayores y por fin en miles de personas, desarrollar una vacuna toma por lo general entre 10 a 15 años, según la literatura que he revisado. Pero el mundo no disponía de tiempo con una pandemia como la de la covid-19, que estaba produciendo millones de muertos.

Así que la hazaña de desarrollar una vacuna en menos de un año, sin ahorrar pasos para su seguridad, es un hito histórico tan grande como el de su aplicación. Es verdad que los científicos no partieron de cero, porque desde hace 50 años vienen estudiando algunos de los cientos de coronavirus que existen, entre ellos los que causan el SARS, que fue epidemia en 2002, y el MERS, que apareció en 2012. Por ello, los científicos ya tenían datos de la estructura, el genoma y el ciclo de vida de esta familia de virus y tenían claro que, para desarrollar las terapias con anticuerpos y vacunas, debían enfocarse en la proteína bastón o "spike", que es la que permite que el virus se enganche, se aloje, se fusione y se introduzca en las células, para reproducirse. La cooperación internacional y el financiamiento de parte de los gobiernos (EE. UU., Unión Europea, Reino Unido, China, etc.) y de las empresas privadas fueron cruciales. Y, aunque esa cooperación no ha funcionado como debería para los países más pobres, y aunque están apareciendo variantes más contagiosas, como la delta y la ómicron (nombre que no es más que otra letra del alfabeto griego, pero que parece creado en Marvel Studios), a pesar de todo eso, la ciencia ya cuenta con un abanico de vacunas, los médicos ya saben cómo tratar a los infectados, con lo que el mundo parece encaminado a derrotar al virus en 2022. (O)

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