La era fitness llegó para quedarse. Ya no se trata solo de entrenar; es un estilo de vida que nos conecta, nos reta y nos transforma. Hoy, salir con amigos a entrenar y luego disfrutar de una comida saludable es lo más normal. Quizás es hoy el plan más atractivo para muchos millennials y centennials. Las conversaciones giran en torno a qué suplementos estamos tomando, para qué carrera nos estamos preparando o qué implementos estamos incorporando a nuestro entrenamiento.
Si damos una vuelta por el parque La Carolina, veremos la cantidad de clubes de running que hay. Personas corriendo a primera hora de la mañana o por la noche, después del trabajo. Es impresionante ver cómo la motivación los impulsa, ya que ni el frío ni la lluvia los detienen.
En la Ruta Viva, las canchas de pádel están igual de concurridas. El deseo de estar en forma se ha convertido en un estilo de vida, pero también en una plataforma para hacer networking. Sin habernos buscado todos compartimos valores como la disciplina y la perseverancia, cualidades clave para cualquier relación o negocio. De hecho, para muchos estos clubs son el reemplazo a las aplicaciones de citas. Se conoce a gente de forma presencial y tener un tema de conversación resulta más fácil.
Estar fuera de los ambientes tradicionales nos permite ser más auténticos. Esto favorece la creación de relaciones, ya sean de amistad o comerciales. En poco tiempo, podemos hacer grandes amigos o incluso encontrar socios valiosos. Otros han encontrado al amor de su vida. Como dice el dicho: "No se bautiza el que no tiene padrinos". Por eso, cualquier oportunidad para generar contactos es valiosa, especialmente si lo hacemos en un ambiente donde nos esforzamos juntos por alcanzar nuestros objetivos. Al tener esta comunidad no solo tenemos metas individuales por cumplir sino que también nos alineamos a los sueños del grupo.
Estos grupos, ya sea de running, pádel, pilates o calistenia, nos generan lazos donde sacamos nuestras mejores versiones. Ya no son solo objetivos individuales; el apoyo en grupo hace que esa comunidad también quiera cumplir metas en conjunto o que modifique algunos por encontrar un punto medio. Mientras hacemos networking, nos vamos conociendo mejor y cultivando valores que muchos creen que se han perdido: la empatía, la solidaridad y el trabajo en equipo. Ese sentido de pertenencia y autosuperación se logran con mayor facilidad y compromiso gracias al deporte.
Hacer deporte no solo mejora la salud. Es un gran maestro que nos enseña organización, determinación, responsabilidad y sobre todo, balance. Al principio es difícil, pero luego uno logra manejar la familia, el trabajo y el deporte.
No es tan complejo como parece, y por eso los clubes o grupos ayudan a lograr este balance tan importante en la vida. Entrenar y divertirse con amigos permite matar dos pájaros de un tiro.
Personalmente, he conocido a personas maravillosas gracias al deporte. Se han convertido en grandes amigos y también me han abierto puertas a retos y oportunidades profesionales. Gran parte de mis mejores amigos hoy en día son el resultado de ese networking deportivo.
Tengo la suerte de compartir esta pasión con mi familia, y ella también nos ha traído contactos y amigos a cada uno de nosotros. Recuerden que uno es el reflejo de las personas que frecuenta. Por eso, si aún no tienes un grupo con quien entrenar, búscalo lo más pronto posible, porque estás dejando ir muchas oportunidades para tu vida personal y profesional. Aprendamos de quienes no nos han buscado pero de por sí compartimos ya muchas afinidades. (O)