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Hasta el primer cuatrimestre de 2025, el IESS tenía 3.807.000 afiliados, quienes "confían en la seguridad social como un pilar fundamental para el bienestar de la población y el desarrollo socioeconómico". ¿Así funciona en Ecuador? Los niveles deficientes de atención en la salud me permiten cuestionarme cómo sigue funcionando.

25 Junio de 2025 13.35

Estuve pensando mucho en cuáles serían las primeras palabras de esta columna. Comencé con algo fácil, busqué qué pasó en 1946 a nivel mundial. Google me recordó hechos relacionados con conflictos internacionales, nada que pueda opacar el nacimiento de mi abuela materna. Estas líneas están inspiradas en ella. Nació el 22 de marzo de 1946 en una parroquia de Chimborazo, conocida por el cuero, las cholas y los capulíes. Es un ejemplo de resiliencia y superación que no se encuentra con facilidad.

Estos párrafos no me alcanzarían para contar su vida, pero sí un aspecto que nos marcó a todos: esas ganas de salir adelante y nunca dejarse de nadie. Desde muy joven, a los 18 años, comenzó a trabajar como maestra y después de 47 años se jubiló, llevando consigo la educación de miles de niños de zonas vulnerables que pasaron por sus aulas.

Siempre nos enseñó que debemos trabajar y, a sus nietas mujeres, nos repitió incansablemente la importancia de la independencia económica. Por muchos años la vi, por la ventana de mi casa, llegar con su terno y su maletín. Enviudó muy joven y nunca se detuvo, estudió y trabajó para mantenerse activa. No es por gusto que repito muchas veces la palabra "trabajo", sino que quiero hacer énfasis en que toda su vida trabajó como profesora. 

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Esos años de esfuerzo, no solo de ella, sino de todas las personas que se jubilan al llegar a la tercera edad, se traducen en aportaciones al Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social. Una entidad que, según su portal web, tiene "la misión de proteger a la población asegurada, garantizando el derecho al buen vivir". Tuve que entrar a su web para descubrir qué hacen o qué es lo que deberían hacer. No voy a hablar sobre las pensiones jubilares, sino sobre otro de sus pilares, la salud, donde no logran cumplir con su misión. El trato es cuestionable y muchas veces deshumaniza a sus afiliados. 

La mitad de la población ecuatoriana puede discrepar de mi opinión y pensar que "siempre salva" tener IESS o que "por lo menos es algo". ¿Por qué debemos conformarnos si pagamos por eso? ¿En verdad es un beneficio? Yo sí me cuestiono que todos los meses destino, forzosamente, el 9,45 % de mi sueldo. Con ese dinero podría invertir en un seguro privado, que en realidad cumpla la función de velar por mi vida, mi salud y la de mi familia. Mi abuela aportó toda su vida, como muchos otros, para que en caso de emergencia, en los años más complicados, pueda tener al menos una cama digna. 

Ingresar a urgencias del Hospital Andrade Marín de Quito es una verdadera pesadilla. La espera es lo de menos, el maltrato que recibes desde los guardias de la puerta es indignante. Un "buenos días" les pesa. Los doctores o las enfermeras no tienen tiempo ni de regresar a leer un papel o enseñarte por dónde ir. Estaba perdida, en un río de camillas, con pacientes pegados unos a otros, y me acerqué a un médico para preguntar en dónde quedaba la sección "B" y me contestó, con arrogancia: "yo soy internista" y se fue. 

Luego, logré que una enfermera me explique cómo llegar y me encontré con el mismo médico, parado en la puerta, en la que yo debía ingresar. La humanidad en la atención se perdió en el HCAM y posiblemente en todos los hospitales públicos del país. Si no tienes dinero estás destinado a sufrir en manos de profesionales indolentes, que no tienen ninguna excusa válida para brindar ese trato.

Cuando vemos en las noticias que no hay medicinas, es literal. Debemos comprar afuera porque no hay ni paracetamol. ¿Cómo podemos contribuir todos los meses con una institución que no te ofrece ni un vaso de agua? Yo estuve parada a lado de mi abuela cuando una enfermera le dijo a otro paciente que cuando compre agua (afuera) ella le presta el vaso. Esto no debería pasar en el "nuevo Ecuador". 

Señor presidente, le invito a que después de su gira internacional destine un par de horas para recorrer sus hospitales. Le invito a que vea el hacinamiento que existe en las salas de emergencia, cómo los enfermos están separados por centímetros. Mi hermano tuvo que amanecer de pie porque no había ni siquiera una silla para sentarse. Las pocas que quedan están ocupadas por pacientes (adultos mayores), que con sus dolencias, deben aguantar el paso del tiempo en una silla, con el suero en sus piernas y una hoja, en sus cabezas, que dice su nombre. 

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Así se vive la salud en Ecuador, con gente quejándose de dolor y sin poder acostarse o moverse. Así se vive la salud en Ecuador, con médicos que no saben los diagnósticos y hay que esperar días para recibir una respuesta. Así se vive la salud en Ecuador, con miedo a que te contagies de algo peor porque no hay aire suficiente para respirar. Así se vive la salud en nuestro país. 

¿Qué estamos haciendo por esas personas que contribuyeron con nuestro país por décadas y hoy están en el ocaso de su vida? Las dejamos que sufran, día y noche, en hospitales donde no existe la palabra "empatía". 5,2 millones de personas viven en situación de pobreza en el país, según el INEC, y ellos no tienen ni los recursos ni las palancas para conseguir una cama en un hospital. El problema es que aquí se está jugando con una vida, no es un número más, es una madre, abuela, hermana, bisabuela...

Señor presidente debe compadecerse por las personas que están pasando por esta situación. Debe hacer algo para cambiar esta situación porque no estamos pidiendo regalos, estamos pidiendo lo que es justo, lo que ellos merecen. Son 47 años de aportaciones. Mi abuela comenzó a contribuir incluso antes de que usted naciera. 

Hágalo por la mayoría de ecuatorianos, por las personas de la tercera edad que están postradas en esas camillas y buscan dignidad. Estoy pidiendo que tome acción para ver con prontitud los resultados. No todos tienen dinero para pagar un seguro privado, mucho menos para viajar al extranjero a buscar ayuda. Necesitamos que los hospitales públicos y del IESS funcionen, sean humanos y eficientes. Solo usted puede hacer algo, ya que en esas instituciones nadie sabe nada. (O)

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