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Para Ecuador, luego de la turbulenta década anterior, el volverse un país normal ya es un mérito y eso abre notables oportunidades para esta pequeña república sudamericana que hoy se muestra como excepcional frente a muchos de los restantes países de la región.

04 Agosto de 2021 12.53

El último día de julio de 2021, Guillermo Lasso, el presidente de Ecuador, anunció que nueve millones de sus compatriotas habían recibido al menos una dosis de la vacuna contra el Covid. Eso significa que algo más del 75% de los mayores de 18 años recibieron una o dos inyecciones.

El hito es doblemente importante, porque, por un lado, marca el cumplimiento de una meta (intermedia) del nuevo gobierno ecuatoriano que se ha comprometido a vacunar completamente a nueve millones de personas antes del primero de septiembre de 2021.

Pero por otro lado, también es una muestra del buen funcionamiento de un gobierno que ha logrado conseguir abundantes vacunas y ha organizado su aplicación masiva en un tiempo relativamente corto. Para lograrlo, las autoridades han implementado una política de adquirir vacunas (para lo cual ha logrado liberar los recursos necesarios) y de obtener donaciones de países amigos. Esto ya demuestra una adecuada coordinación entre el área de finanzas, la de adquisición de vacunas y un manejo correcto de las relaciones exteriores al mantener relaciones cordiales con todos los países del mundo y así no cerrar las puertas a las donaciones.

Además, es evidente la buena coordinación logística que ha permitido llevar las vacunas a los brazos de los ecuatorianos, con logros "puntuales" como el récord del 13 de julio de 2021 cuando en un sólo día se puso, primeras o segundas dosis, a casi el 5% de la población mayor de edad.

Lo descrito hasta aquí no debería sorprender a nadie, porque, al final, lo que se está haciendo es resumir las actividades de un gobierno que es capaz de implementar las políticas adecuadas para aportar al bienestar de su población.

Pero en el caso ecuatoriano esto equivale a un punto de inflexión por el cual se abandona las políticas de confrontación (y con altas dosis ideológicas) del período del presidente Rafael Correa (2007-2017) y se completa la transición iniciada por el gobierno de Lenin Moreno (2017-2021) hacia lo que en muchos ojos podría parecer un "país normal".

Para Ecuador, luego de la turbulenta década anterior, el volverse un país normal ya es un mérito y eso abre notables oportunidades para esta pequeña república sudamericana que hoy se muestra como excepcional frente a muchos de los restantes países de la región.

Mientras en toda la región se está eligiendo gobiernos muy críticos con la empresa privada y que han declarado que buscan modificar profundamente las reglas de juego, el Ecuador tiene por delante cuatro años de un gobierno de centro derecha que está empeñado en impulsar la economía en base a una mezcla de simplificar la vida de las empresas privadas y de implementar políticas públicas sensatas como la exitosa vacunación ya descrita.

Para que el país llegue a esta situación de excepcionalidad tuvieron que unirse varios factores. Por un lado está el hastío de la población ante la dispendiosa y autoritaria década de gobierno de Correa y la corrupción que la acompañó (sobre el mismo expresidente pesa una condena de ocho años de cárcel por corrupción y hay varios procesos pendientes por temas similares).

Por otro lado, el gobierno de Lenin Moreno no sólo que rompió con mucho de herencia autoritaria de Correa, sino tuvo la sabiduría de no dejar que el país se inunde de protestas ante las explosiones de ira popular cuando, por ejemplo, derogó en menos de cinco días un aumento del precio de los combustibles en octubre de 2019. Con eso, quitó todo piso a los manifestantes y logró frenar las protestas rápidamente, a diferencia de otros países sudamericanos que pasaron por largas y violentas olas de protestas.

Adicionalmente, durante los confinamientos la pandemia, el gobierno de Moreno buscó bajar las tensiones sociales duplicando el número de familias que recibían transferencias directas del Estado. Y el apoyo de los multilaterales le dio el oxígeno necesario para hacerlo.

Quizás la conjunción de todos esos factores permitieron que los votantes ecuatorianos rechacen las opciones populistas en las elecciones de abril y apuesten por un candidato bastante pragmático.

Esto debería convertir al Ecuador en un país que reciba atención preferencial de parte de la cooperación internacional y de los inversionistas privados que estén buscando opciones en América del Sur. La cooperación internacional debería apoyar al país para que se mantenga lejos de las tentaciones populistas, mientras que las empresas deberían encontrar un ambiente propicio para la inversión privada, tanto nacional como extranjera. Ecuador hoy, volvió a ser la "isla de paz" ya fue en los años 80. (O)

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