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ingratitud con el empresario
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Hay empresas que han perjudicado a sus empleados, pero cada una debe ser juzgada en su realidad y no desde un inicio tomar bandos que solo perjudican la continuidad de la empresa y las relaciones personales entre grupos que deben ser vistos como aliados y no como enemigos.

23 Mayo de 2024 14.12

Lamentablemente hace unos años nos vendieron la idea que los empresarios son malos y que los empleados son buenos. Los primeros explotan y los segundos son los explotados. Ese discurso lleno de resentimiento y odio nos llevó a creernos enemigos. Nos quitó la lógica, el sentido común y más que nada nos quitó la gratitud.

De hecho, empleador y empleados son un equipo y no deben ser vistos como enemigos. Somos aliados estratégicos que con nuestros esfuerzos logramos cristalizar cada una de nuestras metas. Sean estas a nivel empresarial, profesional e incluso personal. El trabajo es el canalizador para ser mejores profesionales y optar por una mejor calidad de vida. Incluso la sociabilización y los retos profesionales nos llevan también muchas veces a ser mejores personas. 

He podido estar en ambos lados de una organización. Gracias a ello creo que pude liderar de mejor manera en momentos de crisis la empresa familiar y mis propios emprendimientos. Entendí lo que espera uno como empleado y pude basar mi liderazgo en una empatía basada en la gratitud. Por ello me siento tranquila y con madurez he aceptado que el empresario vive en la ingratitud de quienes lo rodean.

El empleado cuando cree que es la víctima del sistema se olvida de ciertos detalles que le permiten gozar de su puesto de trabajo. 

Cuando se está de empleado uno no arriesga su patrimonio por cumplir con las obligaciones de la empresa. De hecho, hay empresas que pasan momentos complicados y que por la rigidez de la legislación y la ingratitud de sus colaboradores no pueden disminuir sus pasivos. Más bien se vuelven más grandes y complejos. 

Liquidar es muy caro y no toma en consideración contextos donde, por ejemplo, no hay trabajo en el sector. Muchos empleados no renuncian porque quieren ser despedidos por recibir un valor más alto. Es ahí donde pesa ese resentimiento social de esperar que el que tiene una posición más alta pague un valor mayor sin analizar el contexto. 

Esto muchas veces obliga a la empresa a quedarse con trabajadores caros no porque sean buenos sino porque implica un flujo muy alto despedirlos. Bajo esta normativa no se hacen reestructuraciones adecuadas sino menos costosas. Olvidándonos que cuando una empresa requiere reestructurarse es muchas veces por temas financieros. Este tipo de privilegios hace que existan empleados que den el mínimo esfuerzo y esperen su sueldo a fin de mes. Para ellos no pesan los problemas con todas las partes interesadas que se tiene en un negocio. 

Si hacemos un análisis más profundo; vemos el egoísmo de pocos empleados ya que esperan únicamente cubrir sus valores sin ceder para que en el largo plazo la organización pueda subsistir y brindar trabajo a más personas. 

Erróneamente creen que los empresarios quieren solo ganar dinero, pero para muchos los beneficios de tener una empresa van más allá de ser una fuente de ingresos. Para algunos es una forma de apoyar al desarrollo del país. El poder generar empleo y ver cómo mejora la calidad de vida de sus colaboradores es una satisfacción enorme. Otros empresarios quieren compartir su cultura, sus principios y valores a través su organización para que más gente pueda tener alcance a otro tipo de realidades y oportunidades. 

No son solo transacciones monetarias lo que buscan los empleadores. Al estar del otro lado, no se ve los esfuerzos que hacen los altos mandos para cumplir a tiempo las obligaciones con las instituciones del estado, los sueldos, los pagos de proveedores críticos para seguir operando entre otros.

 Legalmente los accionistas son los últimos en cobrar, pero si los primeros en aportar para cubrir cualquier obligación o emergencia. Si bien es cierto que ese es el riesgo que asumimos y que otras por decisiones morales seguimos postergando el cobro de nuestras deudas hay también un lado donde si no siguen en pie los accionistas, no puede haber empresa. A veces los accionistas merecen ser prioridad para poder darle energía y continuidad al negocio. Lograr balancear todo esto es desgastante porque nadie indaga el día a día del empresario. El acoso, la salud y seguridad ocupacional, la carga de trabajo y demás son temas que se consideran solo para los empleados, pero no para el empleador. Sin desmerecer las preocupaciones que pasan los empleados en momentos difíciles, ellos son responsables de una sola realidad. El empresario es responsable de 10 o más familias dependiendo el tamaño del negocio. 

Asimismo, hay empresas que han perjudicado a sus empleados, pero cada una debe ser juzgada en su realidad y no desde un inicio tomar bandos que solo perjudican la continuidad de la empresa y las relaciones personales entre grupos que deben ser vistos como aliados y no como enemigos. Mientras sigamos con este tipo de etiquetas solo buscaremos debilitar al aparentemente poderoso y no tendremos un equilibrio que beneficie a todos a largo plazo. (O)

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