¿Alguno de ustedes ha contado cuántos stickers tiene almacenados en el Whatsapp de su teléfono? Para empezar este artículo revisé los míos y suman cerca de 200. Y cada día añado un par a la colección. Son un chiste, a veces se me van los minutos revisando, añadiendo y borrando algunos. Un gran amigo, años atrás, hablando de política me dijo “todos los políticos son como stickers, nos hacen reír”.
Hoy en día los stickers son pan de cada día. Tengo para distintos estados de ánimo y para diferentes grupos. Están los de políticos y deportistas; también los de personajes de películas y cantantes; no faltan los stickers animados, los malcriados, los que hacemos a los hijos y los que ellos, muy confianzudos, nos hacen a los padres. Están también los de compañeros de la oficina e incluso de los jefes. Están los ultramegafavoritos y los que permanecen olvidados en algún rincón del teléfono.
El uso de este lenguaje depende del destinatario. No es lo mismo el grupo de amigos del colegio, que el chat con la familia o el de la oficina. En el primero la confianza es grande, mientras que en los otros dos puede haber malos entendidos y a veces resentimientos (¿a quién no se le ha ido un sticker a un chat equivocado?).
Las empresas, grandes, medias y pequeñas, también se han sumado a este nuevo lenguaje y ya lo utilizan en comunicados internos. El logo, el slogan o los colores de un negocio son los elementos escogidos para dar forma y romper de alguna manera la monotonía que suele caracterizar a la comunicación dentro de una organización.
Hablando con emprendedores y empresarios, cuentan que se sienten cómodos al utilizar estas figuritas, algunas animadas y otras más formales. Los usan cuando chatean con clientes y con el equipo de trabajo. Unos lo hacen para romper el hielo, otros para generar empatía y otros, los más atrevidos, por diversión.
Con la llegada de los smartphones y las redes sociales vinieron los emojis y con el tiempo (a mediados de la década pasada para ser precisos) llegaron los stickers y cada día son más y más. Nos ayudan a expresar estados de ánimo, nos permiten conectar con otras personas que tienen interese similares y siempre nos arrancan una sonrisa. Sin duda, son nuevos códigos y nuevas formas para comunicarse y acercarse a otros en un mundo marcado por la paradoja de la hiperconectividad y el aislamiento voluntario. Pregunto de nuevo: ¿Ya saben cuántos tienen en su teléfono y cuáles son sus favoritos? (O)