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La tercera edición de la revista Forbes Ecuador está en el horno y tras bastidores siempre van quedando algunas anécdotas para las tertulias internas y, por supuesto, como ahora, para la “compartisión”.

09 Diciembre de 2021 01.52

Los periodistas, al igual que algunos otros profesionales, creemos que todas las demás personas viven en un mundo omnisciente, donde los términos que utilizamos (léase metalenguaje para ilustrar aún más el punto), son perfecta, clara y hasta obviamente, comprendidos. Médicos hablando como médicos (lo que usted sufre es un síndrome cortical severo, así que, enfermera, provéale 10 miligramos de obecalp). Policías hablando como policías (su hijo ha sufrido un 6-01, por evitar un 6-02 a un 6-03, ¿12-4?). Economistas hablando como economistas (la elasticidad precio de la demanda incrementa el apalancamiento financiero derivado de un escenario invariable de deflación). 

Y, sí, periodistas hablando como periodistas. Hace unos días recibí la llamada de una relacionista pública que me contaba animadamente los porqués de mi deber de publicar en la Revista Forbes Ecuador un ensayo de uno de sus clientes sobre los 10 consejos de ahorro a la hora de comprar el pavo para la cena de Navidad. Con delicadeza, le expliqué que lamentablemente “ya habíamos cerrado la revista”. Para quienes no han pisado nunca una sala de redacción, que de seguro es el 99% de la población económicamente activa y pasiva, mi explicación debe llegar a los cerebros de igual forma que al de la relacionista: “¿Ya cerró? ¡Qué pena! Apenas sacaron dos ediciones de la Revista, tan alhaja que era”. Mi yo periodista, por supuesto, no aguantó soltar una monumental carcajada, para mis adentros, mientras mi yo diplomático le explicaba que “cerrar” significa que la revista ya está lista para su impresión y que el trascendental tema que me proponía, ya no podía ser incluido.  

Cerramos la tercera edición de la Revista y tras bastidores siempre van quedando algunas anécdotas para las tertulias internas y, por supuesto, como ahora, para la “compartisión”. El personaje de la nota principal es la cabeza de un 'holding' que mueve US$ 2,8 billones, que estuvo de visita en el Ecuador y que, dentro de su apretada agenda, nos abrió un espacio de 40 minutos. La conversación se extendió por casi una hora y, de no ser por su compromiso de asistir a un almuerzo con el Presidente de la República, en un salón contiguo del hotel donde se realizaba un encuentro empresarial para atracción de inversiones, se habría extendido por otra horita. Eso sí, tuvimos que regresar tres horas más tarde para la sesión de fotos, que estaba cronometrada para 10 minutos, pero, nuevamente, sonriente y con gran humor, nos dio todo el tiempo del mundo, incluso se desanudó la corbata y nos mostró el tatuaje de su cuello, un rasgo personal por el que es reconocido en el cono sur del continente. 

En la reportería para este número (léase trabajo de campo; en algún tiempo pasado, en un medio escrito, una pasante solía decir, convencida de que así era: “me fui de repostería”) nos fuimos a una de las provincias costeras, y los baches en la carretera nos hicieron el día de a cuadritos. Un recorrido que debía durar, exagerando, tres horas, se extendió hasta casi cinco, solo de ida. Así que salimos sin sol y regresamos sin sol, a lo Salserín. No faltó servirnos un chaulafán de almuerzo, lo que ya puede dar una idea del punto geográfico donde hicimos bilis.

Otra divertida anécdota que salpicó el proceso de levantamiento de las 148 páginas, que podrán leerse a partir del 10 de diciembre del 2021, fue la de la inquieta y peculiar mascota de un CEO que, de ser por ella, habría preferido no ser fotografiada porque no estábamos a su nivel de gracia. Literal. Si la buscábamos por ahí, nos salía por allá, lo único que queríamos era que no nos haga sufrir más. Y poder sacarle algunas tomas. Después de múltiples intentos, y gracias a los mimos y sobornos por parte de su 'papá', finalmente, logramos obtener la fina estampa del cuadrúpedo. Cuando la vean retratada, ¡digan cheese!

Y finalmente, la última semana, cuando ya nos dedicamos al armado de la publicación, la adrenalina y la tensión no dejaron de estar presentes. Estrés combatido, como no podía ser de otra manera, con grandes cantidades de café; diarias pambamesas en las que papas fritas, panes, chitos, nachos, pizzas, chocolates, hamburguesas y toda oferta gastronómica de baja estofa, reemplazaron, por ese corto lapso, a las cotidianas sanas ingestas de frutas, barras energéticas, frutos secos y una amplia selección de dietas detox, ketos, intermitentes, fitness, etc., etc., etc.; una playlist de lo más variopinta, que en esta ocasión, sin embargo, se concentró en un bombardeo de los Beatles y Queen, con cortas pausas para complacer a los sentimentales con Daniela Romo y también a los callados Maná believers; y el infaltable 'bullying' practicado de manera políticamente correcta, solo para mantenernos atentos.

Y así, fue “frito el pollo” (como solía decir un mensajero de páginas impresas para corrección, en la redacción del mismo citado medio), el jueves 2 de diciembre del 2021, a las 17:00. Los suspiros de satisfacción burbujearon por todos lados. Mezcla de sentimientos y emociones. El trabajo cumplidísimo. El frío helado que recorre el cuerpo por la sospecha, sin pruebas, de que se haya deslizado algún error. El abrazo festivo acompasado con el popular “mañana vacación, mañana vacación” que no surtió efecto. Al día siguiente, la construcción de la cuarta edición empezó, con el característico grito de guerra: ¡Toquen trompuuuuuudos”. (O) 

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