Forbes Ecuador
sueño
Columnistas
Share

No hay un habitante en la Tierra, que, por más que diga que el dinero no hace la felicidad, no crea en que tener mucho de este, le ayudaría a comprar todas las cosas que le hacen feliz.

04 Agosto de 2021 12.45

Una noche, hace un par de años, soñé que me ganaba la lotería. ¡Eran tres millones de dólares! Y, aunque quería subir al Feis mi foto con el gordo -el boleto-, me mordí las ganas y lo guardé en un lugar hiper super recontra seguro, que luego olvidé. Obviamente, ahí el maravilloso sueño, se convirtió en una auténtica pesadilla. Desperté con histeria, con la sensación de que, si era pobre, era por bruto. Sin embargo, algo alivió mi pesar mañanero y era que aún recordaba los seis números ganadores, que los apunté rápidamente. Reconozco que, aunque en clases de Estadística en la universidad, me explicaron varias veces, el por qué las probabilidades de llevarse el premio mayor son casi nulas, compro, de vez en cuando, en secreto, mirando a todos lados antes de acercarme a la vitrina, la famosa lotería con esos números. 

Todos soñamos con ser millonarios. Todos. Incluso los millonarios sueñan con ser multimillonarios; y los multimillonarios con ser Tony Stark. No hay un habitante en la Tierra, que, por más que diga que el dinero no hace la felicidad, no crea en que tener mucho de este, le ayudaría a comprar todas las cosas que le hacen feliz. Eso sí, depende del eslabón en el que cada uno se encuentre dentro de la cadena alimenticia monetaria, para que se dibujen los ceros a la derecha que le podrían dejar satisfecho. Para alguien muy pobre, ¿un millón de dólares estaría bien? Seguro. Para Jeff Bezos, un millón de dólares podría ser una propina. Quién sabe. 

Cada mes se miden las fortunas de estos magos de hacer dinero. El “pobrecito” Bezos, al iniciar agosto, perdió su posición de ser el hombre más rico del mundo. Le ganó el magnate francés Bernard Arnaul, el de las marcas Louis Vuitton, Moët & Chandon, Christian Dior y Tiffany & Co. Yo tampoco sé cómo pronunciarlas. Este empresario acumuló un patrimonio neto estimado de US$ 192.900 millones, US$ 500 millones por delante de Bezos, el duro de Amazon. Son 11 ceros a la derecha: 192.900'000.000 (un salario básico ecuatoriano tiene solo dos y miles de personas en el país llegan a apenas un cero para sobrevivir, cada mes). ¡Once ceros! Si hiciéramos la simple operación de dividir esta cantidad para los 17 millones de ecuatorianos, podría repartirse entre cada uno US$ 11.374. No nos hace millonarios, pero ¡cómo lo disfrutaríamos! 

Cuántas veces no hemos pensado en que un milagro nos ocurriría, creyendo, como ternuritas, en acciones que podrían llevarnos por el camino del lujo y la comodidad, eso sí, legalmente. Seguro faltarán algunas, pero, estas son de las más populares: 

  • Comprar el entero de la lotería de Navidad. Difiriendo el pago a seis meses. El deseo se complementa con un ritual que incluye pegar algunas fracciones (guachitos, en idioma ecuatoriano) en un corcho o en la refrigeradora, como acto de manifestación; encender un incienso de la abundancia o palo santo; acomodar parte del entero a los pies del santito, virgencita, pirámide o cuarzo; llevar uno de los 40 guachitos en la billetera, como cábala, que se potencia al usar ropa interior amarilla.
  • Casarse con un/a 'sugar'. La idea romántica de la película 'Pretty Woman' se conserva de generación en generación. Aquel 'y vivieron felices para siempre' y, encima, millonarios. También, nunca falta la posibilidad de que alguno de esos culebrones mexicanos se haga realidad en nuestra vida y resulte que somos los beneficiarios de una opulenta chequera, fruto de la herencia de unos antepasados pelucones.
  • Descubrir un tesoro. ¿Quién no ha ido de excursión a la montaña o a la selva y ha pensado en tropezarse con un baúl lleno de lingotes de oro? ¿Quién no ha ido a la playa y se ha imaginado que el mar dejaría descubierto el botín de Jack Sparrow, mientras los más chicos hacen castillos de arena? ¿Quién no ha escuchado historias o leyendas sobre acaudalados entierros en las paredes, pisos o áticos de las casas familiares?
  • La apuesta de la vida. Ya sea en un tragamonedas. Ya sea en un hipódromo. Ya sea en algún portal digital tan de moda ahora. Un golpe de suerte, solo un golpe de suerte es lo que hace falta para que la tierra se lo trague a uno y lo escupa en Dubai.
  • Encontrar una idea disruptiva. Tal vez, el más realista entre los sueños de ser millonario. Una aventura que tiene sus bemoles y que seguramente será motivo de otro #StandUpEconomy más adelante. (O)
loading next article
10