Juan Carlos Ayala llegó en enero de 2001 a la ciudad de Camocim, en el estado de Ceará, a 350 kilómetros de Fortaleza, en el noroeste de Brasil. La misión era desarrollar un proyecto camaronero para la empresa en la que trabajaba, frente a la crisis de la mancha blanca que azotaba al sector, a finales de los años noventa, en Ecuador.
En 2008, los accionistas fundadores decidieron vender la camaronera y tuvo la visión de comprarla, después de intensas negociaciones por más de ocho meses. En el camino, logró juntarse con un empresario brasileño, dueño de un frigorífico, que le permitió financiar la compra. Entonces, la finca tenía 220 hectáreas y producía 600 toneladas de camarón al año. Casi dos décadas después, lidera Aquacultura Fortaleza Aquafort, una empresa que se ubica séptima en el Top 10 de las mayores industrias camaroneras en el mercado brasileño.
La expansión del negocio incluyó triplicar el tamaño de la finca y del frigorífico, y construir un laboratorio de producción de larvas para verticalizar el negocio. Este 2025, alcanzará las 600 hectáreas y 3.700 toneladas de producción. Para 2026, las proyecciones son producir 5.000 toneladas. Y, en 2027 los planes son comenzar el desarrollo de 1.500 hectáreas en la zona de Marañón y ubicarse en el Top 3 en el gigante brasileño.
Los sueños de Juan Carlos nunca tuvieron límites. Su historia de éxito personal y profesional comenzó desde pequeño, siendo ese niño que trabajaba para ayudar a financiar la alimentación y educación a una madre soltera con siete hijos, que era jornalera y empleada doméstica en El Triunfo (Guayas). Escogió la carrera de Ingeniería en Acuacultura, en la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol), donde recibió una beca integral de alimentación, libros, exoneración del cobro de matrículas y todo lo necesario para estudiar, con la condición de mantener "buenas notas". Había ganado todas las banderas en la escuela y en el colegio, como buen alumno, así que no lo vio como una dificultad, aunque pronto enfrentaría las diferencias de ser estudiante de un colegio de la zona rural, pero las superó. Y también encontró a las personas que le tendieron la mano. Por eso, ahora devuelve la ayuda, a través del programa Dona Futuro de la Espol, a estudiantes que van becados a su empresa para realizar las prácticas. Les financia el viaje, la estadía, todo.
"Es intentar devolver lo que la vida te da. Yo entiendo la vida así, me considero un hombre afortunado. A pesar de mis orígenes humildes conseguí crecer y eso no se hace solo, no se construye solito, siempre es con la ayuda de alguien, siempre hay algún padrino, un ángel dando la mano, ayudando. Para mí, la Espol fue mi divisor de agua, le debo mi crecimiento profesional, y ayudo a los jóvenes que tienen sueños a realizarlos". El último grupo de siete estudiantes de Acuacultura estuvo en febrero de 2025, y generalmente se quedan entre dos y tres meses.
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A través de la entrevista telemática se nota su emoción cuando recuerda sus inicios y a las personas que lo ayudaron a convertirse en un empresario camaronero top en el mercado brasileño. Provee a la mayor red de restaurantes de Brasil, Cocobambu, con 90 locales, y a las gigantes cadenas de supermercados como Pão de Açucar, Carrefour, JBS, etc., a las cuales fabrica las marcas propias porque se ha ganado la confiabilidad de un producto que tiene las técnicas del camarón ecuatoriano. Actualmente, genera empleo para 750 personas, 18 de ellos son ecuatorianos. La facturación anual es de aproximadamente US$ 21 millones, y las ganancias alcanzan los US$ 4 millones.
Después de la entrevista nos compartió una lista de las personas fundamentales en su vida. Su esposa está en primer lugar, Fanny Magdalena Domínguez Cazco, una bióloga, con quien se casó en 1991, y ha sido su "compañera para todas las batallas". Adriana Lucía Ayala Domínguez, su única hija (32 años), quien es la gerente Financiera de la empresa. Su madre, Rosa Elena Avilés Mejía, quien hizo los esfuerzos para que estudiara, su padrino Raúl Pinos Piedra, mentor y ejemplo en sus años de adolescencia, sus profesores de Espol, sus primeros jefes, sus colaboradores...
Es la primera ocasión que tiene una entrevista y cree que su historia puede "motivar otros chicos pobres a trabajar y estudiar con afinco para mejorar su vida futuro". Se ubica en el mapa de Sudamérica para explicar el contexto geográfico. Fortaleza está "un poco más arriba de la punta más pronunciada de Brasil hacia África, más o menos a la altura de Loja, si trazamos una línea paralela". El mapa imaginario le ayuda a recorrer su vida. Nació en Guayaquil hace 59 años, aunque su madre le decía que el registro tenía un error, era un año menor. La familia se trasladó a vivir a El Triunfo donde se criaron todos. Es el tercero de siete hermanos, y cuando ya "tenían cuerpo para trabajar, entre 10 y 12 años, nos juntábamos con mi madre para ayudarla en las tareas agrícolas, pero ella colocaba la educación como un factor importante, fuimos a la escuela y el colegio con mucho esfuerzo". También fue cargador de bultos en el mercado y vendedor ambulante durante su adolescencia, en los horarios que no estudiaba.
La vida lo fue marcando y mostrando el camino, dice. Cuando tenía 11 años trabajaba en una plantación recogiendo hojas de tabaco y la sabia de la planta manchaba su ropa, todos los días se llenaba de lodo, "siempre estaba sucio". Un día llegó un ingeniero a la hacienda y se paró a su lado. Estaba impecable, tenía un carro bonito. Juan Carlos le preguntó a otros compañeros ¿por qué ellos no estaban sucios? 'Él es doctor, estudió, y no va a agachar el lomo como nosotros', le respondieron. "Esa frase me quedó muy nítida en mi cabeza, entendí que podía dejar ese trabajo tan sacrificado y que tenía que estudiar. Entonces, coloqué como un objetivo prioritario estudiar porque era la única forma que en ese momento distinguí en que se podía mejorar la vida".
Recorrió las universidades de Guayaquil y escogió Acuacultura porque los adultos de la época le comentaban que tenía que estudiar una carrera nueva, ya que otras profesiones "muy usadas" tenían pocas oportunidades de empleo. Aunque también estuvo tentado a meterse para vigilante de tránsito o incursionar en la política. Comenzó a estudiar en la Espol, pero no conocía de qué se trababa la Acuacultura.
Así que buscó a su padrino, quien tenía una volqueta y un tractor, y trabajaba en una camaronera. "Padrino, yo entré a estudiar Acuacultura. Me dicen que es algo nuevo, tiene que ver con camarones y pagan bien. No tengo la menor idea de qué es eso, usted trabaja en una camaronera, quiero que me lleve a saber qué es eso. Ahí conocí una camaronera". En 1998, le consiguió un puesto para las prácticas y un año después lo contrataron. Tenía 24 años cuando comenzó formalmente su primer trabajo en la camaronera Camacongo, del grupo Promariscos que exportaba camarones a Europa. Cursaba el tercer año en la Espol y salió a trabajar para ayudar a la familia, a su madre le costaba conseguir un empleo por problemas de salud. Decidió reducir la carga de materias para que le quedara tiempo para trabajar entre viernes y domingo. En 1992, egresó de la carrera, pero prefirió seguir trabajando, fue hasta 2015 cuando ya vivía en Brasil que presentó la tesis de grado para sacar su título de Ingeniero en Acuacultura.
La operación en Fortaleza

En julio de 2000, comenzó a viajar a Brasil para buscar tierras y montar el proyecto camaronero. Tenía 34 años de edad cuando se trasladó a Fortaleza, era el gerente de la camaronera, su formación politécnica le había permitido crecer en Promariscos, tanto que le confiaron el desarrollo de la actividad en otro país. En esa época ya tenía familia, se había casado con la bióloga que conoció en el laboratorio de larvas en Santa Elena, y su hija tenía siete años. El grupo para el que trabajaba comenzó a vender las inversiones en Ecuador a una empresa española que no quiso comprar la operación brasileña. En 2008, le encargaron que pusiera en venta la camaronera. Pero no fue fácil encontrar compradores y decidió hacer una propuesta de compra. Hasta ese momento había sido solo empleado, ganaba bien, aunque necesitaba buscar un socio financista para cubrir los US$ 4 millones que le pedía el dueño.
Logró asociarse con Carlos Alberto Loyola, un brasileño dueño de frigorífico. Juan Carlos recuerda estaba buscando capital de US$ 1 millón que le pedían de adelanto para concretar la compra. Pero solo cuando le presentó el plan de negocios al socio, este le comentó que había "un problemita: yo no tengo dinero". "Le dije, 'Carlos Alberto, comencé diciéndole que estaba buscando un socio capitalista. Usted me deja hablar cuatro horas para decir que no tiene dinero. No, no tengo dinero, pero tengo activos, bienes, camiones, departamentos". La salida fue hipotecarlos para conseguir el crédito. "Regresé, le puse a mi jefe en la mesa, aquí está el millón de dólares, vamos a hacer el negocio. Ahora me vende la camaronera y por los otros US$ 3 millones me dio plazo para pagar a tres años".
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Lo que no esperaba era "la tremenda crisis" que estalló por la burbuja inmobiliaria a escala global. "Cuando hice la negociación, la relación cambiaria de un dólar era de 1,7 reales. Y con la crisis todo se fue por los suelos, llegamos a tener un cambio de 3 reales por dólar, entonces mi deuda en dólares se duplicó y los precios bajaron, era terrible, imagínese, me tocó pagar el doble, el proyecto casi estaba impagable".
Era 2009, ¿qué podía hacer? "La única solución que encontré fue ganar escala, ampliar la camaronera para generar volumen, flujo monetario, y cubrir la deuda. Para eso necesitaba recursos, aunque ya tenía dos deudas, y ampliar la camaronera significaba entrar en una tercera deuda. No había otra salida. Tenía que pasar de 600 a 1.100 toneladas de producción por año y duplicar el tamaño de 200 a 400 hectáreas para generar volumen de ventas y pagar". Así consiguió el tercer crédito.
En 2008, cuando compraron Aquacultura Fortaleza Aquafort S.A. tenía 220 hectáreas en producción, el frigorífico del socio tenía 2.500 metros cuadrados de galpones industriales y no tenían laboratorio de larvas. "A partir de ese momento comenzamos un agresivo y arriesgado plan de inversiones que nos ha conducido a poseer actualmente dos fincas con poco más de 600 hectáreas de área productiva, 7.500 metros cuadrados de galpones industriales en la empacadora de camarón y un laboratorio que produce 200 millones de poslarvas por mes". En 2012 construyeron un hotel resort de pesca deportiva, pero lo vendieron en 2019.
Producción a la ecuatoriana
La camaronera, el laboratorio de producción de larvas y el frigorífico de industrialización de Aquacultura Fortaleza Aquafort S.A. están diseñados y operan de forma muy parecida al modelo de producción de camarón ecuatoriano. "Eso ha permitido un desarrollo sustentable a nuestro negocio, que a su vez ha servido de modelo a copiar por parte de otros grandes productores brasileños". Juan Carlos Ayala señala que hay una gran dependencia de parte del sector camaronero de la larva que producen, ya que es la mejor del mercado por el proyecto de mejoramiento genético que sigue los patrones ecuatorianos. Inclusive el genetista que lo dirige es el mismo que lidera el mayor programa genético de Ecuador, João Rocha.
"El hecho de ser ecuatoriano y graduado en Espol, permite que apliquemos en nuestro proyecto tecnologías de cultivo desarrolladas por la industria ecuatoriana, principalmente por acuicultores politécnicos, con los cuales mantengo estrecha comunicación. Mis primeros 12 a 14 años de experiencia fue con la escuela ecuatoriana y es lo que traje para acá, es lo que practico, y mantengo la comunicación permanente con las tecnologías que se desarrollan en Ecuador". El gerente de producción de la camaronera es ecuatoriano y acaban de contratar a otro para la gerencia del laboratorio de larvas.
Este 2025, hará una inversión de US$ 5 millones en la ampliación de más de 100 hectáreas en Aquafor, y en la instalación de alimentadores automáticos y de aireación de tecnología ecuatoriana. (I)