Eduardo Torres Jara, cuencano de 53 años y actual director de Inteligencia Artificial Avanzada en Accenture, lidera un equipo internacional de desarrollo tecnológico. La jornada laboral de este maestro jedi de la robótica se adapta a los horarios de los clientes con los que trabaja en Norteamérica, Europa, Asia y África. Las nuevas tecnologías no lo sorprenden: conoce los robots desde su "cerebro" hasta la última pieza.
Desde pequeño, Torres sintió afinidad por la tecnología y la construcción. Su mayor influencia fue su padre, Teodoro Torres Galán, arquitecto apasionado por las matemáticas y la computación, quien siempre llevaba a casa los equipos más innovadores. "En su trabajo hizo que compren una computadora ZX80, que venía en formato 'hágalo usted mismo'". Después de clases en el Colegio Técnico Salesiano de Cuenca, dedicaba horas a programar videojuegos, pero no era suficiente. "Más allá de programar, me interesaba armar un dispositivo tecnológico".
Recuerda que en 1984 su padre escribió el libro 'Las áreas de figuras curvas', donde proponía calcular áreas por intuición en vez de recurrir al cálculo integral. Esto empujó más a Torres hacia el mundo de las ciencias "Me apasionaba pensar que los dibujos de mi papá podrían convertirse en objetos reales. Mi mamá estaba preocupada de que me desgaste leyendo libros de matemáticas, quería que jugara más".
A los 12 años, su padre llevó a casa un ejemplar de la revista Selecciones Reader's Digest. Torres leyó entonces sobre el Massachusetts Institute of Technology (MIT), donde los estudiantes hacían robots que jugaban y les disparaban con pistolas de agua. "No podía creer que esa tecnología existía. Guardé esa revista".
Tras graduarse del colegio, se mudó a Quito para estudiar Ingeniería Electrónica en la Universidad de las Fuerzas Armadas (ESPE), donde luego se especializó en Computación e Inteligencia Artificial. Como proyecto de tesis creó un robot aspiradora de madera, similar a la iRobot Roomba.
Su carrera profesional comenzó en AT&T Paradyne, como ingeniero de datos; luego cofundó Enkasoft como director de tecnología. A los 26 años, trabajó en Autrotrack, donde participó en el desarrollo de un sistema de rastreo llamado OnStar, que llegó a la Bolsa de Valores de México. "Yo no pude ver todo el proceso porque justo recibí mi carta de admisión de MIT".
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¿Cómo llegó a uno de los centros de innovación más prestigiosos del planeta? Torres cuenta que mientras trabajaba, aplicó a cuatro universidades, entre esas estaba MIT. "Fui la última aplicación en papel. Me tocaba traducir todo. No sabía muy bien inglés."
Tras enviar la aplicación recibió una carta. "Me recomendaban que aplique a más universidades porque la tasa de admisión es menos del 10 %". Las otras tres opciones estaban muy emocionadas de mi aplicación".
Pero Torres insistió y fue audaz. Le escribió a Rodney Brooks, profesor de MIT, fundador y exdirector técnico de iRobot, que en su página web que tenía un aviso: 'No me escriban si van a ser mis estudiantes. "No tenía otra opción, le escribí y me confirmó que me habían enviado la carta y una oferta de beca."
En el MIT, Torres permaneció más de una década, primero como asistente de investigación en el laboratorio de inteligencia artificial, luego como asociado postdoctoral. Realizó un minor en Innovación y Finanzas, y trabajó junto a figuras globales de la robótica, como Paul Viola, investigador en visión y reconocimiento de objetos, quien fue vicepresidente científico de Amazon Prime Air e ingeniero distinguido en Microsoft. "En el MIT, la ideología es: creemos en ti, tienes todos los recursos, muéstranos cómo hacerlo. El libro no es la biblia, es solo una referencia", explica Torres.
Al hablar de la experiencia en el MIT explica que no sintió gran diferencia en la educación. Para este ecuatoriano, las bases teóricas de la ESPE eran muy buenas, pero al llegar al instituto con sede en Boston se dio cuenta que tenía acceso a tecnología que nunca había visto en Ecuador. "Yo era un ingeniero electrónico y conocía cómo hacer las cosas, pero por ejemplo, jamás había diseñado un chip". Todos los diseños mecánicos los realizaba a mano, pero en MIT utilizaban máquinas de 2D Y 3D.
Su mentor, Rodney Brooks, influyó profundamente en su desarrollo. La teoría de la "inteligencia incorporada" (embodied intelligence) fue la base para sus robots, que combinaban el ensamblaje físico con el desarrollo del "cerebro". Torres creó robots capaces de identificar emociones, objetos y profundidad, y desarrolló una piel robótica con sensores de tacto, lo que derivó en su propia teoría de "sensitive robotics", reconocida por The New York Times.
Su primer robot en MIT se especializó en las emociones, así como en identificar objetos y la percepción de profundidad. En su tesis de maestría creó un robot que navegaba y buscaba "sobrevivir": cuando sentía que se iba a descargar se enchufaba solo.
Para su tesis de doctorado, una compañia llamada ABB, que tenía robots industriales le pidió cambiar el software. "El cuerpo de los robots industriales son rígidos es difícil que puedan agarrar cosas. Es como ponerle a un karateca a agarrar una joya". Por eso, Torres creó Robot obrero y un modelo robótico en el cual el movimiento, agarre y manipulación comienza cuando sus pies o manos tocan el suelo o un objeto. "La piel no solo te sirve para manipular, te sirve para todo. El sensor de tacto de los humanos es lo que nos permite tomar agua por ejemplo". En este proyecto tardó dos años y medio. "Esto es particular de MIT, no te presionan y te dan flexibilidad, pero tienes que inventar algo nuevo para el mundo".
Posteriormente, ese desarrollo fue patentado y utilizado por la NASA en un humanoide. "Mi tesis fue financiada por ABB y NASA y tenía un costó de US$ 300.000".
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Los hitos siguieron con el tiempo. En 2009 se convirtió en un profesor de Worcester Polytechnic Institute. Con los estudiantes trabajó en nuevos robots con piel en el brazo y el antebrazo, y otro en los pies para sentir los pasos. "Caminar es manipulación de la piel con la tierra. Queríamos evitar problemas como los que tuvo la NASA cuando envió sus robots que se quedaron varados en la arena".
En 2015, se unió al Stanford Research Institute, participando en el desarrollo de robots quirúrgicos para Google y Johnson & Johnson. Incluso diseñó un robot humanoide que compitió contra Valentino Rossi, expiloto de motociclismo y piloto de automovilismo italiano.
Hoy, Torres sostiene que los robots son experimentales y que su integración en industrias como la logística en e-commerce y la agricultura aún está en desarrollo. No cree que la inteligencia artificial pueda reemplazar la mano de obra de las personas: "El humano es muy complejo de entender. Elon Musk tiene una frase famosa: los humanos son subestimados".
Su llegada a Accenture fue en 2021. Una empresa global de consultoría y servicios tecnológicos, lo reclutó y hoy es director de Inteligencia Artificial Avanzada. Esta empresa tiene 801.000 empleados y opera en 49 países. En 2024 tuvo ingresos por US$ 64.900 millones.
Al finalizar Torres deja un consejo para todo profesional: "Lo peor que puede pasar es que que mates tu propio talento por la presión social o por la falta de oportunidades. La perseverancia es más importante que el talento". (I)