Forbes Ecuador
Silueta, De, Persona, Montar A Caballo
Liderazgo

Lo que los caballos pueden enseñar sobre liderazgo y el valor de estar presentes

Nell Derick Debevoise Colaborador

Share

Aunque cueste, hay procesos que no se pueden apurar. Saber leer el ritmo propio de los equipos y aguantar la espera puede marcar la diferencia entre forzar resultados o permitir que algo valioso crezca con fuerza real.

26 Septiembre de 2025 17.30

Hay cosas del liderazgo —y de la vida— que no se pueden acelerar. Y, paradójicamente, suelen ser las más potentes, las que dejan huella y duran en el tiempo. No es que necesariamente lleven mucho tiempo, sino que no podemos manejar cuánto tardan. Para quienes lideran con alta exigencia y están acostumbrados a optimizar todo —desde los ingresos proyectados hasta los flujos de trabajo del día a día— eso puede ser desesperante. Pero también es una verdad que conviene no pasar por alto.

La confianza no sigue ningún cronograma. La claridad casi nunca llega justo cuando la necesitamos. Y la innovación, más de una vez, se salta los plazos sin pedir permiso. A veces los equipos se arman con una sincronía sorprendente y los proyectos fluyen como si estuvieran predestinados. Otras veces, no avanzan, se traban o directamente se pierden en el camino. Y no porque alguien esté haciendo algo mal, sino porque los avances importantes no se acomodan a nuestros calendarios.

Por qué quedarse quieto no ayuda (ni siquiera cuando hay mucho en juego)

Todos alguna vez fuimos parte de un equipo que conectó al instante. Y también de otros que, pese a los meses de laburo, nunca lograron encontrar el ritmo. La diferencia no siempre está en la estrategia o en las habilidades. Muchas veces, lo que cambia es el momento. Y ahí está el problema para quienes lideran: muchas veces nos piden resultados en plazos que no coinciden con los tiempos que necesitan las cosas que de verdad importan. Entonces trabajamos, llenamos la agenda y trabajamos de más. Pensamos que si nos esforzamos lo suficiente, vamos a empujar el proceso. Pero en sistemas humanos complejos, eso casi nunca pasa.

Cuando intentamos forzar una estrategia para salir de la confusión que genera la falta de confianza o de claridad, corremos el riesgo de lanzar productos que no están listos. Y no solo productos: también equipos o alianzas. En el mejor de los casos, no funcionan como esperábamos. En el peor, dañan a los clientes, tiran abajo la reputación o golpean la moral interna. A veces, la pérdida es menos visible, pero igual de cara: se nos va la confianza de largo plazo del equipo o esa chispa creativa que quisimos encender desde el arranque.

Lo que los caballos tienen para enseñarnos sobre el ritmo

Ahí es donde entra una enseñanza que viene del mundo ecuestre. En el liderazgo asistido por caballos, una de las herramientas más valiosas es la presencia firme. No se trata de una atención desconectada del cuerpo, sino de una conciencia real, bien plantada, de lo que está pasando a tu alrededor y también dentro tuyo, en el momento.

Foto De Un Grupo De Caballos
La presencia firme es una conciencia real, bien plantada, de lo que está pasando a tu alrededor y también dentro tuyo, en el momento.

Los caballos viven en un espacio que no es lineal, pero sí afinado al detalle. Para ellos, estar presentes no es una opción: es su forma de sobrevivir. Y cuando logramos entrar en esa misma sintonía, podemos ver con más claridad qué hace falta de verdad en cada momento. No lo que habíamos planeado. No lo que esperábamos. Sino lo que pide el ahora.

Estar presente te permite ver cuándo un equipo conectó de verdad y podés saltear tres pasos sin problemas. O cuándo, a pesar de todo el esfuerzo para integrarlo, todavía no llegó al punto justo, y forzar la marcha sería un error. Eso exige pasar del modo rendimiento al modo sintonía. Y sí, es difícil, sobre todo en un mundo atravesado por plazos, expectativas de inversores y metas de ingresos trimestrales. Pero que sea difícil no quiere decir que sea opcional. Al contrario: lo vuelve una decisión valiente.

Un caso real: cuando parar fue la clave

El coach de liderazgo Michael Neill cuenta una historia que lo muestra con claridad. Se trataba de un contratista de defensa bajo una presión enorme para cumplir un contrato del gobierno. Faltaba poco para la entrega y el equipo estaba trabado: gente brillante, con experiencia, pero sin poder resolver el último problema. El líder, al ver que el cansancio crecía y no había avances, tomó una decisión difícil: frenar. "Dejar todo", como dijo él. Tuvo la conversación incómoda: admitir que no iban a llegar. Y ahí pasó algo que nadie esperaba.

Al día siguiente, varios del equipo llegaron temprano a la oficina. A uno se le prendió la lamparita en la cena. Otro no pudo dormir y tuvo una idea en plena madrugada. Cada uno, por su cuenta, llegó a la misma solución. Al soltar la presión y permitir que el equipo fallara, el líder abrió un espacio que permitió ese salto creativo. Presionando, eso nunca habría aparecido.

Cuando soltar es lo más responsable

Buena parte del liderazgo maduro pasa por saber cuándo aflojar: dejar de lado el cronograma, soltar el plan rígido, bajarse de la ilusión del control. Eso no es rendirse. Eso es liderar con sintonía. Es entender cuándo algo todavía no está listo, o, por el contrario, cuándo ya está funcionando sin haber cumplido todos los pasos del manual.

Liderazgo - comunicación
Buena parte del liderazgo maduro pasa por saber cuándo aflojar, que no es lo mismo que rendirse.

Porque a veces, el gran salto está a la vuelta de la esquina. Y lo que el equipo necesita no es otro empujón, sino permiso para frenar. Esa pausa no es pasividad. Es un acto de confianza. De lucidez. De liderazgo.

Una pregunta para llevarte

¿En qué parte de tu trabajo —o de tu vida— estás metiendo presión para que algo pase según tus tiempos, en vez de prestar atención a lo que realmente está pidiendo el momento? ¿Y qué podría cambiar si vos, o tu equipo, se permitieran hacer una pausa? Porque a veces, soltar no es el final. Es el arranque del próximo capítulo.

*Con información de Forbes US.

10