Te engañaron con las metas. Cada enero, anotás con cuidado lo que querés lograr. Marcás plazos, armás tableros de visión y tal vez hasta los mostrás en público para sentir que tenés que cumplirlos. En febrero, la mayoría ya se olvida. Y en diciembre, te preguntás en qué se fue el año.
Las metas son una forma de postergar las cosas con apariencia de productividad y avance. Perdés tiempo creando el objetivo perfecto, empezás con entusiasmo y esperás que la motivación te sostenga. Casi nunca pasa. Según la Universidad de Scranton, el 92% de las personas no cumple sus objetivos de Año Nuevo. Lo más efectivo es crear sistemas: acciones diarias que se conecten con tu identidad, más que con los resultados.
Dejá de fijar metas y empezá a crear sistemas
Las metas te dan la ilusión de que sos productivo, pero te dejan estancado. Planeás, corregís, buscás perfeccionar cada detalle. Mientras tanto, nada cambia.
Los sistemas se basan en acciones diarias que con el tiempo se transforman en grandes resultados. No hace falta esperar que aparezca la motivación ni correr detrás de una meta lejana.
Las metas se enfocan en lo que te falta. Los sistemas se apoyan en quién sos. Cuando decís "Quiero perder 9 kilos", reforzás la idea de que tenés sobrepeso. Si, en cambio, decís "Hago ejercicio todos los días", empezás a convertirte en esa persona. Los resultados llegan solos. Acá te cuento cómo lograrlo.
Actuá como quien ya tiene el resultado
La identidad mueve tu conducta. La conducta produce los resultados. Saltá directo a la identidad y mirá cómo todo empieza a acomodarse. Elegí tres acciones que definan a tu versión ideal. ¿Querés tener riqueza? Definíte como una persona rica. Poné el foco en generar ingresos, invertí de manera automática y aprendé sobre dinero.
Al hacer este cambio, te transformás de inmediato en alguien que genera riqueza, sin importar cuánto tengas en tu cuenta bancaria. Primero se actualiza tu identidad. Después, la realidad te alcanza. Lo que tenés que hacer se vuelve evidente a partir de ese momento.
Construí algo que funcione incluso en tu peor día
Las metas suponen que siempre vas a tener motivación. En cambio, los sistemas parten de que sos humano. Los mejores sistemas siguen funcionando cuando estás cansado, estresado o te da lo mismo tu futuro. Necesitan muy poca fuerza de voluntad porque se integran en tu entorno y tu rutina.
Hacé que la acción correcta sea la más fácil.
¿Querés escribir todos los días? Dejá tu computadora encendida en el documento que estás trabajando. ¿Querés hacer ejercicio? Prepará tu ropa deportiva la noche anterior. ¿Querés comer mejor? Cociná tus comidas cada domingo.
Incluso en tus peores días, vas a seguir cumpliendo porque no hacerlo te va a demandar más esfuerzo.
Hacelo tan simple que no puedas salteártelo
Las metas grandes generan resistencia. Todos sueñan con escribir un libro, hacer crecer su negocio o cambiar su cuerpo. Estas metas abruman, entonces postergás el comienzo.
Los sistemas se enfocan en acciones tan pequeñas que te daría vergüenza no hacerlas. Un párrafo. Un correo a un cliente. Una serie de diez sentadillas.
Elegí la acción más simple y concreta para cada área. El crecimiento de tu negocio empieza con un mensaje diario en LinkedIn. Una mejor salud arranca caminando hasta la esquina de tu calle. Los vínculos más fuertes nacen al mandarle un mensaje a un amigo.
Poné el listón bien bajo. Una vez que empieces, muchas veces vas a hacer más. Y si no lo hacés, igual habrás sostenido el sistema.
Hacé seguimiento de tus acciones, no de los resultados
Quienes se fijan metas viven pendientes de los resultados. Se preguntan todo el tiempo: "¿Alcancé la meta? ¿Ya la conseguí?". Esto te llena de ansiedad y decepción. La amígdala se activa y empezás a actuar por miedo.
Quienes crean sistemas entienden algo distinto. Se concentran en monitorear lo que hacen. "¿Cumplí con lo que me tocaba hoy?" Sencillo. Las acciones dependen por completo de vos. Los resultados, casi siempre también.
Armá un registro simple. Marcá con una X cada día que completes tus acciones. No anotes cuánto peso perdiste, sino cuántos entrenamientos hiciste. No apuntes tus ingresos, sino cuántas llamadas de ventas realizaste. No cuentes tus seguidores, sino cuántas publicaciones creaste.
Los resultados llegan solos cuando sos constante con las acciones. Tu mente empieza a acomodarse y se corrige sola con la repetición.
Dejá que tu identidad lo guíe todo
Cada acción es un voto por la persona que sos. Si elegís una reunión en lugar del gimnasio una vez, votás por "la persona que se salta los entrenamientos". Pero si vas a entrenar, aunque sea veinte minutos, votás por "la persona que nunca falta al gimnasio". Esos votos se acumulan. Tu identidad se fortalece. Con el tiempo, faltar al entrenamiento te incomoda porque va en contra de lo que sos.
Escribí afirmaciones que empiecen con "Yo soy" para cada área de tu vida. Yo soy alguien que entrega su trabajo todos los días. Yo soy alguien que cumple con lo que promete. Yo soy alguien que cuida sus relaciones.
Durante el día, preguntate: ¿qué haría mi mejor versión? La respuesta se convierte en tu sistema.
Elegí los sistemas en lugar de los objetivos si querés lograr resultados diez veces mejores
Las metas te prometen felicidad para mañana. Los sistemas te dan satisfacción hoy. Cumplí con tus acciones diarias y vas a avanzar.
Definí quién querés ser. Empezá a actuar como esa persona desde ahora. Creá sistemas tan simples que sea imposible fallar.
Registrá tus acciones, no tus resultados. Diseñá todo pensando en tus peores días. Permití que cada acción moldee tu nueva identidad.
Hacé que el éxito sea algo sencillo.