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Agustín Fernandez y su mascota Quito - Ecuador
Lifestyle
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El ejecutivo uruguayo comparte su vida familiar con seis integrantes. Junto a sus mascotas corre habitualmente, entre seis y siete kilómetros. Estas ayudan a mantener la armonía en la casa y a equilibrar el estrés en sus actividades al frente de la importadora y comercializadora de un producto llamado aceite de krill.

21 Octubre de 2022 12.54

El uruguayo Agustín Fernández llegó a Ecuador hace 12 años, por trabajo, pero le gustó tanto que decidió que este país sea su hogar permanente. Hace dos años, fundó Impexpharm, representante y comercializadora de medicamentos y suplementos alimenticios, que aportan, según él, “valor a la salud y a los hábitos de vida”. 

Nos recibe en su residencia, ubicada en el valle de Cumbayá, quito, junto a su esposa y sus mascotas: Bongo, un golden retriever, de seis años, y Ramón, un beagle, de dos. El par son sus cómplices en una casa rodeada de mujeres, porque, además, tiene dos hijas. Mientras se toma un mate, Bongo y Ramón corretean a su alrededor. 

Recuerda que llegó a Quito, junto con su esposa, su primera hija de un mes de nacida, y en ese entonces su perro Dux, un beagle, fallecido por su edad avanzada (vivió con la familia por 16 años). Tras ese episodio, se unió Bongo y posteriormente Ramón. Los seis forman una familia a la que le gusta la parrillada, montar en bicicleta y pasear al aire libre. “Salgo a correr con ellos -los perros-, en las mañanas, entre seis y siete kilómetros. Cuando escuchan que tomo las llaves empiezan a ladrar y saltar y, si no los saco por algún motivo, no me perdonan. Ellos son mis cómplices en una casa de mujeres, son mi compañía tranquila frente al alboroto y dinamismo que mi esposa y mis hijas arman. Bongo le puso (el nombre) una de mis hijas y Ramón la madre, yo no tengo poder de decisión en la casa y me adapto a eso (risas). Los fines de semana salimos en familia a pasear y luego me siento en el porche a escuchar música y tomar mate.” Las dos mascotas lo acompañan a sus pies en silencio. 

El jardín de su casa está lleno de huecos, a veces se escapan y se esconden entre los matorrales. “Mis hijas nacieron con mascotas, Bongo es más acelerado, activo y loco. Ramón es tranquilo, casi no se le siente. Los dos tienen bien definidas sus personalidades. Somos una familia de seis, un hogar feliz en Ecuador”. 

Agustín Fernandez y su mascota Quito - Ecuador
Fotos: Pavel Calahorrano.

Fernández manifiesta que lleva el emprendimiento en la sangre, lo que le llevó a investigar y encontrar un producto que se ajustara a las características que buscaba. Y lo encontró en el Océano Antártico. El aceite de krill,  en su estado natural, se encuentra en un crustáceo bastante parecido al camarón que se llama krill. Esta especie comprende la biomasa marina más grande del mundo.  

Con más de 15 años de experiencia en la industria farmacéutica, cuenta que con un amigo decidieron tener algo propio. La pandemia les impulsó a cumplir este sueño. Empezaron con la importación el aceite, con lo que producen krillomex, unas cápsulas rellenas de esta materia prima. “Lo que buscamos es mejorar los niveles nutricionales en el Ecuador, porque estamos acostumbrados a una mala alimentación".

La empresa a la que le dedica toda su atención nació con un capital de US$ 300.000. Comenzaron dos personas y ahora forman un equipo de seis colaboradores. En el segundo semestre de 2021 facturaron US$ 50.000 y este año hasta el momento, US$ 150.000. Con entusiasmo, cuenta que para 2023 tienen previsto lanzar tres nuevos productos. “Consumo dos cápsulas diarias y me mantienen los niveles normales de colesterol y triglicéridos. Cuando voy a Uruguay en Navidad y Año nuevo, mi familia me dice que no envejezco (risas)”. 

Y claro, Bongo y Ramón reciben lo propio, para ellos hay harina, que la combina con su alimentación. (I) 

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