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Gigi Rueda y su mascota Quito - Ecuador
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Gigi Rueda no quería complicarse la vida con un perro en casa. Con sus tres hijos tenía suficiente. Pero al ver a Marley, toda su vida cambió. La inmediata y electrizante conexión se mantiene intacta desde el primer cruce de miradas.

19 Marzo de 2022 00.07

Un Golden Retriever llamado Marley es el protagonista de la película “Marley y yo”, estrenada en 2008, la cual narra la historia de una pareja con su inquieto y travieso perro, quien transforma sus vidas por completo. Su intensidad y ganas de jugar provocan destrucción de casi todo lo que se cruza a su paso. ¿Recuerdan la película? En Ecuador, también hay un Marley.

Gigi Rueda está al mando de Moddo Interior Design, una empresa especializada en diseño, planificación y amoblamiento de espacios interiores. Tiene 24 años en el mercado, cuenta con 3.200 clientes y en este tiempo ha trabajado cerca de 21.300 m2. En 2021 facturó US$ 462.000 en ventas nacionales; su representación ACTIU, en cambio, superó los US$ 600.000. Gigi tiene un Golden Retriever de 11 años, llamado igual que el protagonista peludo del largometraje. Es su monstruo y ángel guardián.

"Entró a nuestras vidas cuando mis hijos tenían entre tres y cuatro años y enseguida se volvió parte de la familia. Llegó 'sin querer queriendo'. Una amiga me llamó y me dijo que tenía a alguien muy especial para mí y quería que lo conociera.  Yo no sabía que se trataba de un perro cuando me dijo de que se trataba. Hasta ese momento yo no quería responsabilidades adicionales en mi vida, peor aún con hijos pequeños. Pero el día que lo conocí me enamoré, fue una química impresionante, no se separaba de mí, tenía tres meses, había muchos cachorritos, pero él estaba destinado para mí, todo el momento trataba de congraciarse, como diciéndome 'aquí estoy, no me dejes'.

"Les regalé a mis hijos por Navidad, le puse dentro de una caja bajo el árbol, él golpeaba con sus patitas, hasta pensé que se estaba ahogando. Cuando mis hijos la abrieron, fue una luz para toda la familia y desde entonces se convirtió en un compañero inseparable, parte nuestra.

"De joven solo se comió tres salas, tres mesas, era travieso a morir, hacía desastres. Las plantas rotas por el jardín, huecos por todo lado, le dabas un hueso y enseguida desaparecía. No me imagino lo que pasaría si en algún momento alguien decidiera hacer un movimiento de tierras, van a pensar que ahí existió una manada que escondía huesos y solo fue Marley (risas).

Marley. Foto: Pavel Calahorrano

"Cuando le tocaba el baño, con semejante lana y el color caramelo, lo primero que hacía era ir a llenarse de lodo, se revolcaba, disfrutaba y su mejor idea era subirse a todos nosotros por encima. Era de miedo y peor si estábamos vestidos para salir a la calle. Mis familiares y amigos siempre me decían '¿cómo puedes vivir con ese monstruo?'.

"Marley viajó en 2016 con nosotros a EE.UU. y claro, se hizo 'gringo'. Vivimos dos años allá. Cada 15 días le llevábamos a un spa canino. Ahí entregaban el jabón, una toalla para el perro y una bata para los propietarios. A los perros se los bañaba en agua caliente, se los secaba con secador de pelo y salían todos perfectos. Menos Marley, quien nunca perdió esas ganas de ensuciarnos a todos y jugar después del baño, era un show. Llegó a ser tan querido que los niños del barrio iban a verle y para él era lo máximo corretearles a todos.

"En casa, mientras yo cocinaba y atendía a los niños, le poníamos su película favorita, 'Marley y yo'. Él, al igual que el perro de la película, nos ha enseñado lo que realmente es importante en la vida.

"Él significa la unión de nosotros, es nuestro compañero de penas y alegrías en todo el proceso de nuestras vidas. Es como una personita que siente todo lo que pasa a su alrededor. Cuando ve que hacemos maletas porque nos vamos de viaje le da náuseas, vomita y tenemos que llevarle al veterinario, no soporta que le dejemos. Cuando mi hijo Martín se va a la universidad se deprime dos o tres días. Cuando él siente que las cosas se ponen muy mal, como en la pandemia, siempre escuchan mis temores, me entrega su apoyo emocional, sin nada cambio.

"Es tan mimado que le dimos una esposa, tuvo nueve crías y un tiempo hubo 10 Golden viviendo en mi casa, ahí me quedé curada. Se te perdían, se te metían por todo lado, abrías la puerta y salían corriendo, te mordían, agarraban lo que encontraban a su paso, las medias y los zapatos volaban.

"Los domingos va a desayunar con nosotros. Como odia estar encerrado, ahora tenemos un carro que se abre el techo para que él vaya cómodo, hasta ese punto ha llegado su importancia en la familia. Los fines de semana duerme al pie de mi cama, me toca aguantar sus ronquidos.

"No era el perro buenito que se ve hoy, ahora se comporta así por su madurez de edad. Es tan noble, bueno de corazón, ni siquiera ladra. Es mi compañero. Mis hijos están grandes y cada uno hace su vida, y él es incondicional, me quita las tristezas, las malas energías, no me desampara, si un día me levanto triste por algo, ahí esta para levantarme el ánimo. No me veo sin Marley, eso es algo que, aquí entre nos, me atormenta, es tan mío, somos él y yo". (I)

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