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Carlos Guzman y su mascota Quito - Ecuador
Lifestyle
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Rosi y Black son como el agua y el aceite en la casa de Carlos Guzmán. La primera está siendo educada bajo un régimen militar en el buen sentido y el segundo está permitido romper las reglas de la casa. Ambos son la alegría de la familia Guzmán Rumazo.

31 Diciembre de 2022 16.00

'Sin querer queriendo', y por cosas de la vida y del destino, Carlos Guzmán ha hecho del cariño por los perros su profesión y modo de vida. Todo empezó en 2020, durante la pandemia. Su cuñada, María José Romo Leroux, le propuso trabajar con ella en Patas y Huellas, una escuela para entrenamiento de mascotas. No dudó ni un minuto en decir que sí, aunque tenía que cumplir un requerimiento muy importante: realizar un curso especializado en entrenamiento canino en National K9, en Columbus, Ohio en EE.UU. El objetivo era estar capacitado y hablar el mismo idioma en el tema.

"Enseguida hice maletas y me embarqué en el primer vuelo que conseguí. Tengo que decir que fueron las seis semanas más difíciles de mi vida. Me entregaron un perro salvaje, con problemas de obediencia y comportamiento. El curso era 24/7. Al final conseguí educarlo hasta el punto que prendía las luces de la casa, recogía el correo y hasta trabajaba rastreando objetos con su olfato".

Guzmán estudió dos carreras en Chile, tiene una tecnología en Administración Agrícola y después sacó una Ingeniería Agronómica en la Universidad Mayor de Santiago. Volvió al Ecuador en 2005. Trabajó un tiempo en el desarrollo de un producto llamado Quick Sol, pero no tuvo éxito. Luego se puso a hacer algo de hidroponía y cultivo de orquídeas. En 2008, por motivos laborales de su esposa, Gabriela Rumazo, vivieron dos años en Colombia y luego cuatro en Brasil, donde nació su hija Teresa. Regresaron al país en 2015. "Estuve cinco años dando tumbos, intenté recuperar las orquídeas, me puse a ayudar a mi tío en una plantación de caña de azúcar, en Salinas de Imbabura, y luego puse un cultivo hidropónico de Kale. Llegó la pandemia y todas esas actividades fracasaron". 

Cuenta su historia mientras nos hace una demostración de cómo aplica sus conocimientos de adiestramiento canino en Rosi, una perra labrador mezclada con Mastín Napolitano, que ahora tiene nueve meses. "Rosi pasa conmigo, me acompaña todos los días al trabajo, mi intención es que sea tan educada que luego me acompañe a visitar a mis clientes y ellos así puedan ver lo que es un perro entrenado." Ella duerme en su kennel en el porche, puede entrar a la casa, pero está prohibida de subirse a los muebles y camas. .

Carlos Guzman y su mascota Quito - Ecuador
Fotos: Pavel Calahorrano

Black es un Schnauzer que llegó ocho años atrás, él es el consentido, pasa dentro de casa, está autorizado a subirse a los muebles y duerme en la cama con Teresa. Recuerda que cuando vivían en Río de Janeiro, su vecina tenía un perro que se llamaba Black, con el cual la pequeña jugaba y compartía mucho tiempo con él. "Cuando llegamos a Quito, Teresa lloraba mucho porque extrañaba al perro, pasaba triste y sentía que lo habíamos abandonado, entonces Gabriela no pudo más y consiguió un Black para nuestra niña". Los nombres los puso Teresa.

Black al principio no le toleraba a Rosi, no soportaba que una cachorra de tres meses le juegue y le salte encima, fue un trabajo que se hagan amigos. Ahora se llevan bien, pero es el viejo gruñón el que pone las reglas en casa, dice Guzmán entre risas.

María José Romo Leroux entra en escena para contarnos que empezó trabajando de casa en casa. Por referencias, creció poco a poco hasta que en 2010 construyó el campamento en Puembo, en donde se ofrece, además, entrenamiento, guardería, hotel y servicios de baño y peluquería. 

A la semana entrenan entre ocho y diez perros.  El entrenamiento básico cuesta US$ 350 por perro y dura un mes. El intermedio US$ 450 por can mensual, mientras que el avanzado dura dos meses y cuesta US$ 600. Por un entrenamiento completo de cuatro meses el valor asciende a US$1.400. 

Para estos entrenadores, los perros son los seres más bondadosos del mundo, lo único que hacen es dar cariño sin pedir nada a cambio, son grandes compañeros que todos los días les enseñan a ser mejores personas. En 2023, sabremos si Rosi cumplió las expectativas de su dueño y si lo logró. (I)

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