Forbes Ecuador
Restaurante Antojo manabita Quito Ecuador
Lifestyle
Share

El Antojo Manabita tiene una historia de casi cuatro décadas de crecimiento, entre un coche en la calle, espacios arrendados y dos locales propios, el más grade de 2.600 metros cuadrados y cerca de 18.000 piezas de bambú. Este año el negocio calcula cerrar con ventas por US$ 2,5 millones y la siguiente meta es la internacionalización con un modelo de private equity.

4 Julio de 2023 13.13

El bambú acompaña siempre a los comensales de El Antojo Manabita, en el local del valle de Los Chillos. El llamado acero vegetal es un elemento estructural y decorativo en una construcción de 2.600 metros cuadrados que recibe hasta a 600 comensales en su máxima capacidad. Este local se inauguró en febrero de 2017 y se convirtió en uno de los principales hitos de este restaurante que tiene sus orígenes a finales de la década de los 80 y que ahora ajusta la estrategia para llegar a Estados Unidos en el mediano plazo.

Édgar López, quiteño de nacimiento con ascendencia mabita, es el fundador de este restaurante. Él empezó a escribir esta historia con un local arrendado en la zona de La Mariscal y que tuvo que cerrar por la llegada del cólera a inicios de los 90; luego probó suerte con un coche en la calle. La oferta con la que se ganaba clientes incluía ceviches, encebollados y guatita. Él mismo madrugaba para comprar los ingredientes en el mercado. “Cuando comencé tenía pocas expectativas: tener un local y poder educar a mis hijos eran las metas”.

En los años 90 López fue forjando su carácter como emprendedor y logró reunir algunos ahorros para nuevamente abrir un local en la Hungría y Vancouver, en el norte de Quito. El negocio iba creciendo con algo de desorden, pero ya tenía clientes frecuentes y las décadas de los 90 y la primera de este siglo fueron de aprendizaje y consolidación, explica Rashel López, hija de Édgar y actual Gerente General de El Antojo Manabita.

Restaurante Antojo manabita Quito Ecuador
Fotos: Pavel Calahorrano

En 2011 inició una primera fase de expansión. “Compramos la propiedad que estaba a la vuelta aunque nos demoramos tres años en adecuarlo, hasta que en 2014 nos mudamos. La apertura se aplazó en varias ocasiones, fue un reto y lo logramos con ayuda de los bancos y con el empuje de todos”, cuenta Rashel quien desde niña estuvo involucrada en tareas como la caja o la limpieza de mesas. Ese local tiene hoy en día capacidad para 250 personas.

Con el tiempo El Antojo Manabita se fue trazando nuevos objetivos y así nació el local de Los Chillos. Con una inversión de más de US$ 3 millones se compró un terreno de 3.400 metros cuadrados y se construyó el restaurante de 2.600 metros cuadrados. Créditos bancarios, préstamos familiares y la venta de ciertos bienes permitieron concretar este nuevo proyecto. “La idea siempre fue contar con un local grande y en los planos hicimos varios cambios. El bambú llegó de Santo Domingo y Manabí. Fue un trabajo muy duro porque buscábamos bambú de cierto diámetro y al ser un material natural había que cortarlo en los momentos precisos”, cuenta Rashel, mientras que su padre añade que él mismo participó en la construcción con una caladora y una lijadora.

El local se inauguró en febrero de 2017 y la oferta está marcada por mariscos con recetas manabitas con toque de autor; también tiene platos como caldo de gallina, maito y más cocinados en leña. Otro detalle son los cocteles, preparados con caña manabita, y la cocina abierta en los dos locales en donde los comensales pueden observar la elaboración de los más de 80 platillos que tiene el local. Este año el restaurante proyecta sumar ingresos por US$ 2,5 millones entre los dos locales, el de Quito y el de Los Chillos.

Restaurante Antojo manabita Quito Ecuador
Fotos: Pavel Calahorrano

Al recorrer el restaurante de Los Chillos padre e hija se dejan ver orgullosos de lo logrado. Édgar asegura que todo se alcanzó con pasos día a día. “Cuando llego al local de Los Chillos me pregunto cómo fui capaz de crecer y de hacer esta locura. Allí me doy cuenta de que no hay que ponerse límites mentales”. 

Ahora los propietarios de El Antojo Manabita tienen un nuevo proyecto: “El plan inicial era crecer en Ecuador, pero ahora con ciertos análisis que hicimos queremos abrir locales en Estados Unidos con menús más cortos y con nuevos nombres. Estamos desarrollando un modelo distinto, analizado oportunidades y amenazas. Siempre hemos trabajado con financiamiento propio, pero ahora estamos creando un modelo para que los clientes sean inversionistas, un modelo de private equity donde los clientes puedan invertir y ser parte del negocio”, indica Rashel que tiene 24 años, pero que habla con la seguridad de una ejecutiva experimentada y que tiene la confianza de sus padres para dirigir el negocio.

La entrevista termina un lunes por la mañana acompañada de una bandeja de mariscos, pero las ideas para el futuro de El Antojo Manabita siguen cocinándose en la mente de Rashel, quien estudió Negocios y Danza en Utah, antes de ponerse al frente del negocio familiar que se refleja en el bambú: resistente y flexible. (I)

10