"54 de cada 100 de mujeres dueñas de microemprendimientos han sufrido algún tipo de violencia perpetrada por sus parejas o exparejas. Tomando en cuenta el último año, 21 de cada 100 mujeres han experimentado algún tipo de violencia ejercida por su pareja o expareja. Como consecuencia, 73,7% ha sufrido algún daño físico o emocional, lo que ha ocasionado un costo anual de US$ 214 millones en pérdida de ingresos netos y de US$ 28,9 millones en gastos de bolsillo, un equivalente al 0,26% del Producto Interno Bruto del 2019".
Esa es la demoledora conclusión a la que llegó la investigación denominada "Los costos de la violencia
contra las mujeres en los microemprendimientos de Ecuador", realizada bajo la dirección y coordinación de la Cooperación Alemana, implementada por la GIZ, a través del Programa PreViMujer y la Facultad de Ciencias Administrativas y Recursos Humanos de la Universidad de San Martín de Porres. "La Violencia contra la mujer (VcM) es un freno para el desarrollo de los emprendimientos de las mujeres ecuatorianas, pues destruye su salud y bienestar, así como su productividad y el capital del negocio".
En lo que respecta a la evidencia en las microempresas, Ecuador fue pionero en América Latina cuando la GIZ publicó el primer estudio en el que demostraba el alto costo de oportunidad y gastos de bolsillo que les ocasionaba la VcM a las mujeres dueñas de emprendimientos por cuenta propia. Muchas lecciones emergieron de ese estudio, como el descubrimiento de los escenarios de la VcM o el alto riesgo de descapitalización, ambos consecuencia de la VcM. Estudios posteriores en Perú y Paraguay confirmaron estos resultados y agregaron nuevas lecciones.
El estudio del 2013, en Ecuador, tomó como base la primera Encuesta Nacional sobre relaciones familiares y violencia de género, realizada por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) en el 2011. Como parte importante en la estimación del costo país de la VcM en el Ecuador en la presente investigación, se hizo necesario actualizar dichas cifras. Por ello, se utilizó la base de datos de la segunda encuesta nacional sobre relaciones familiares y violencia de género contra las mujeres (ENVIGMU) correspondiente al 2019, la cual sirve para analizar la situación de las mujeres “patronas” o con “ocupación por cuenta propia”, quienes componen el total de 1,2 millones de microemprendimientos liderados por mujeres en el país.
De la muestra, la mayoría es mujer ocupada por cuenta propia (96,9%), y solo 3,1% es patrona. Trabajan en promedio 33,2 horas semanales en sus microemprendimientos y generan ingresos netos de US$ 243,3
mensuales. El 95,4% es negocios unipersonales. Solo 21,6% tiene local propio o arrendado; la mayoría utiliza su vivienda (44,6%) o finca (19%), mientras el 15% trabaja en la calle, se desplaza o trabaja en quioscos.
En cuanto a las conclusiones, se encontró que la VcM ha impactado negativamente en la salud física y emocional del 73,7% de las mujeres agredidas dueñas de microemprendimientos del Ecuador. La violencia contra las mujeres en relaciones de pareja perjudica la salud física, mental y reproductiva de las agredidas, lo que incrementa la probabilidad de padecer enfermedades crónicas, dolor crónico, dificultad para caminar, problemas digestivos, problemas para dormir, tensión muscular, pérdida de apetito, artritis e hipertensión, abortos espontáneos, enfermedades de transmisión sexual, etc. Un aspecto que se debe resaltar es la ideación e intención suicida. El 13,38% de mujeres agredidas dueñas de microemprendimientos ha pensado en quitarse la vida, y 5,83% ha intentado hacerlo. Estos porcentaje es cuatro veces más alto cuando se los compara con la población de mujeres en general que no han sufrido VcM (3,9% y 1,3% respectivamente).
IMPACTOS EN DINERO
- Gastos de bolsillo. Las mujeres agredidas se descapitalizan porque deben destinar dinero del negocio para cubrir los daños de la VcM, ya sean daños personales o daños a la propiedad.
- Acceso al crédito. Las mujeres casadas que son agredidas no acceden a microcréditos formales porque la pareja no quiere firmar la solicitud. Esto las puede forzar a adquirir préstamos informales con condiciones menos competitivas.
- Crédito forzado. Las mujeres son obligadas por sus parejas a obtener microcréditos para fines ajenos al negocio. Las mujeres deben asumir esas deudas.
- Robo de capital. Las parejas se apropian de las mercaderías o del dinero del negocio de las mujeres.
IMPACTOS EN TIEMPO
- Normas desiguales de género. Las mujeres deben asumir el cuidado y atención de sus familiares, entrando en competencia con el tiempo requerido en el negocio. Asumen una doble o triple jornada con repercusiones crónicas en su salud.
- No pueden invertir en capacitación. Las parejas violentas no permiten que las mujeres dediquen tiempo adicional para formación o capacitación y, menos aún, en centros públicos de formación.
- Días perdidos. Como consecuencia de los daños, las mujeres agredidas se ausentan del negocio o disminuyen su concentración y rendimiento. Ese tiempo perdido es un costo-oportunidad importante en los ingresos dejados de percibir.