En mayo de 2025 zarpó desde Galápagos un catamarán de 50 metros de eslora por 14,5 de manga y cinco pisos de altura. El Hermes nació en un galpón del Guasmo Norte, con US$ 6,5 millones de inversión, más de 200 obreros y hasta 70 contratistas, que trabajaron de manera simultánea.
Cada una de sus 12 suites tiene balcón privado, jacuzzi con vista al mar, mayordomos... Además, de contar con un spa, una biblioteca, dos restaurantes y dos bares. Una semana de navegación, con todo incluido, cuesta US$ 13.000 por persona, es decir, US$ 26.000 por suite. "El barco tuvo su primer crucero el primero de mayo, ya estamos casi tres meses operando", explica Esteban Velásquez Delgado, presidente de Vía Natura.
"Había 200 obreros regados por todos los pisos, teníamos presión por los tiempos de entrega, de terminar, de poner los acabados... Generamos empleo para la gente e hicimos cosas únicas, con artesanos de la Costa", recuerda este empresario, quien soñó en grande y hoy lidera una empresa que en 2024 tuvo ingresos, según la Superintendencia de Valores, Seguros y Compañías, de US$ 2,8 millones.
El montaje de este proyecto los obligó a construir talleres e infraestructura propios. En el diseño se demoraron un año y en su fabricación cerca de dos. Se importaron materiales de Chile, pisos de Italia, las paredes de sus habitaciones son de roble tallado, con espacios y tumbados amplios. Los detalles fueron escogidos con cautela y sofisticación.
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Esta idea surgió de un vacío en la oferta local. "Me di cuenta de que la gente con mucho dinero no podía venir a las Galápagos porque solo existían barcos con capacidad para decenas de pasajeros. Ellos no quieren compartir con otras 100 personas, ellos buscan exclusividad y privacidad. La flota de la zona no ofrecía nada para este mercado. Así que me propuse crear un navío para este nicho, que (normalmente) chartea en el Caribe o en el Mediterráneo". Hermes ofrece cruceros de cuatro a 15 días, con una capacidad de 20 pasajeros (con 20 tripulantes), donde el 90 % proviene de Estados Unidos, el resto es de Europa y Australia.
Para 2026, la meta de facturación es superar los US$ 10 millones. "Si hablamos de un charter en Hermes son casi US$ 300.000 a la semana. Si multiplicas por 40, estamos hablando de US$ 12 millones, con un 100 % de ocupación". Esta compañía, que nació en 1993, emplea a 50 personas, entre personal administrativo y tripulaciones del Hermes y del Montserrat (su otro barco). Recibe alrededor de 2.000 turistas cada año.
Dentro de las anécdotas que comparte Velásquez, está el cierre de esta agencia de viajes, fundada por su familia, en 1999. Las aerolíneas dejaron de entregar comisiones por los pasajes vendidos y fue el final de ese primer capítulo. Este quiteño, de 44 años, regresó de estudiar economía en Estados Unidos, luego de trabajar en la banca de inversión y decidió darle una segunda oportunidad. En 2002, reabrió esta empresa como un operador receptivo. "Si bien en los años 90 el turismo no me parecía atractivo, en ese entonces se presentó como una oportunidad de hacer algo propio".
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La primera oficina abrió en el sector de La Mariscal, en Quito. Luego, buscó clientes en Estados Unidos, visitó agencias, participó en ferias internacionales y vendió experiencias en Galápagos. En 2004, adquirió acciones en el barco Montserrat, que navegaba en estas islas. "Me volví un accionista minoritario, accedí a una tarifa preferencial y crecí mucho más rápido". Dos años más tarde, con solo 26 años, compró la nave completa con un crédito de US$ 800.000 de la Corporación Financiera Nacional.
Montserrat lo ayudó a consolidar su aprendizaje sobre abastecimiento, operación y logística, lo que motivó que este emprendedor abra oficinas en Perú. En la actualidad, sus dos embarcaciones operan en segmentos distintos y no compiten entre sí. "Hay que resaltar lo que Hermes significa para la industria naval del país y para el astillero en Guayaquil. Nunca se dio un paso más allá (ambicioso) para construir un barco de clase internacional. Ahora, tenemos uno de los catamarán de pasajeros más grande del mundo".
Este experto explica que otra de sus compañías, para complementar su oferta, es un destination management, que se encarga de todos los servicios que necesita un turista cuando llega a Ecuador. Así busca posicionarse como una marca de turismo de lujo, que coloca a nuestro país como la joya de la corona. (I)