Felipe Jaramillo nació en Quito hace 29 años, estudió en el Colegio Americano, donde se marcó su personalidad. "Aprendí a tener opiniones propias, a cuestionar, a tener un pensamiento crítico". Y quizá sea esa formación la que define su disciplina y su obsesión por la preparación y el trabajo.

A los 16 años descubrió lo que él llama "el impacto silencioso" del servicio. Fue parte del programa Un Techo para mi País, vivió cinco días en Durán, donde durmió en el piso de una escuela pública y comió encebollado por primera vez. También fue voluntario en Olimpiadas Especiales, y ahí entrenó a atletas en el parque La Carolina.

Sus buenas calificaciones y una beca le abrieron las puertas para estudiar economía en Trinity University en Texas, EE.UU. Cursó el tercer año en London School of Economics. En este periodo realizó una pasantía en HSBC, uno de los principales bancos de Reino Unido. Felipe rotó entre banca comercial para medianas empresas y la unidad de financiamiento de flujo de capital. "Cuando analizas una empresa, no estás viendo solo números, estás viendo empleos, producción, decisiones que afectan a millones. Sentí que el mundo de las finanzas era lo mío. Volvió a Trinity y sacó un doble major. El siguiente reto que se impuso fue vivir en Nueva York para ser parte del mundo de la banca de inversión, un sector extremadamente competitivo.

El salto al vacío: renunciar a Londres

Al graduarse, recibió una oferta laboral en HSBC para volver a Londres. Era una opción lógica, segura, con buena remuneración, con un entorno profesional sólido, pero la rechazó. "Sabía que me las estaba jugando, no tenía conexiones ni padrinos, solo un sueño". La decisión era crucial. Pasó semanas enviando postulaciones, en entrevistas preliminares, empezó desde cero decenas de procesos de reclutamiento para banca de inversión. Pasaron algunos meses y solo obtuvo una respuesta de Citi en Houston. "Me preparé como loco, no tenía plan B, no podía fallar. Sabía que por ser latinoamericano estaba en desventaja, por lo que debía demostrar mi talento y capacidades". La entrevista fue un examen de resistencia mental, pero lo pasó con buenas calificaciones y obtuvo el trabajo.

Felipe no sabía con lo que se enfrentaba. La banca de inversión en Estados Unidos es una prueba de resistencia, siete días a la semana, más de 12 horas diarias y nada de vida social. En Citi estuvo dos años como analista para empresas multinacionales como Exxon, Philips, refinerías y conglomerados energéticos. Comenta que su día a día era construir modelos corporativos complejos, analizar escenarios, y presentar conclusiones a los CEO y CFO de multinacionales que manejan millones de dólares. En esta exigencia descubrió que quería entrar al mundo de la infraestructura, y los dardos apuntaron a Macquarie.

Su llegada al mundo de la infraestructura global

Felipe se postuló con el mismo impulso y fuerza de siempre; no estaba dispuesto a recibir un 'no' como respuesta. Después de un proceso riguroso de entrevistas técnicas, lo aceptaron como asociado; era agosto de 2020. En pocos años fue promovido dos veces hasta convertirse en vicepresidente del equipo de inversiones en energía. Sus responsabilidades incluyen buscar oportunidades de inversión, adquirir activos, gestionar portafolios entre siete y diez años, y venderlos generando retornos. "La lealtad y la honestidad te abren caminos. No siempre somos los más inteligentes, pero sí podemos ser los más trabajadores, los más humildes, los más perseverantes".

Este joven pasó de ofrecer servicios a clientes en Citi a ser el cliente que hace las inversiones. "Apuntamos a fondos de capital privado o de compañías que tengan un valor de capital accionario de US$ 250 millones para arriba". Su apuesta: abrir el camino para traer capital a Ecuador...

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