La rutina del ocio lo aburrió enseguida. Hoy lidera una firma con más de mil empleados, clientes como Citi y United Airlines, y una promesa concreta: automatizar con inteligencia artificial todo lo que retrasa a los desarrolladores.
La historia detrás de Bootup Studios muestra cómo la inteligencia artificial puede servir como aliada para lanzar proyectos sin depender de fondos millonarios ni equipos grandes. Dos fundadores apostaron a convertir desafíos tecnológicos en herramientas accesibles para quienes quieren arrancar desde cero.
Los finalistas del programa Misión Emprende 593 con Shark Tank Latam compartieron con Forbes Ecuador sus anhelos y temores. Ellos protagonizan la primera edición de este concurso que reparte US$ 100.000 en premios; además, tienen la oportunidad de llegar a Shark Tank Internacional.
Tienen menos de 30 años, fundaron su empresa hace apenas tres años y ahora figuran entre los nuevos ricos del mundo tech. La herramienta que desarrollaron es furor entre programadores y grandes compañías, y ya genera ingresos por encima de los mil millones de dólares anuales.
Un médico y una enfermera detectaron una necesidad dentro del hospital y crearon Soleya, una marca que ya logró una tasa de recompra del 40%. Fabrican con materiales usados en indumentaria deportiva y apuntan al mercado B2B.
Impulsada por una mezcla de instinto, contactos y decisión, Beth Turner armó en pocas semanas su propia firma de inversiones y ya financió una veintena de startups ligadas a inteligencia artificial, energía y robótica. Su objetivo: convertirse en la primera llamada de quienes arrancan desde cero.
Su historia parece de ficción, pero es real: durmió en estacionamientos, se duchaba donde podía y convirtió cada golpe en letra. Con un pie en el trap y otro en el pop, su voz hoy retumba en escenarios repletos y acumula cifras que rompen récords.
El zumbido en los oídos tras una noche de fiesta los empujó a diseñar un producto que nadie pedía pero que millones terminaron por comprar. De Amberes al festival Coachella, una historia de prueba, error y marketing quirúrgico.
Con una app que ya descargaron más de 100 millones de personas, Lalit Keshre convirtió a Groww en un gigante del mercado financiero indio. Su debut en la bolsa disparó el valor de la empresa y lo metió en el club de los diez dígitos.
Desde un refugio improvisado con Wi-Fi en Kiev hasta un desembarco inminente en Wall Street, la empresa de Anton Pavlovsky desafió la guerra, sedujo a inversores y transformó la rutina de millones con una biblioteca portátil que no deja de escalar.
La bióloga Jessica Vásquez llevó el poder del sacha inchi a la rutina de skincare. Hoy crea experiencias a través de 17 productos de bienestar que mezclan ciencia, calma y un cuidado.
Julia Rodgers fundó una plataforma que permite a las parejas definir condiciones legales antes de casarse sin pasar por un estudio jurídico. Pese a las críticas, su modelo ya representa una porción importante del mercado y atrajo inversión en televisión.
Aunque sigue compitiendo como mariscal de campo en la NFL, Russell Wilson se convirtió en un empresario con múltiples negocios y una marca de ropa infantil que nació entre juguetes y dibujos caseros, y que ya pisa fuerte en un mercado dominado por gigantes.
En el marco de GITEX Global, Expand North Star funciona como un punto de encuentro para quienes ven en Dubai una plataforma para escalar negocios y cerrar acuerdos.
Tiene 29 años, es ecuatoriano y maneja patrimonios de 250 clientes que superan los US$ 270 millones. Juan Camilo Hernández Hidrobo es asesor en Amerant Bank.
Bebida tailandesa conquista el gusto chino y sale a pelear en mercados clave como Estados Unidos y Australia. El creador de IF, Pongsakorn Pongsak, construyó su fortuna con un producto que lo conecta con su niñez y ahora busca escalar globalmente.
Tras una carrera marcada por la exigencia física y emocional, Stine Sandbech canalizó sus aprendizajes en una herramienta simple y accesible que busca aliviar la presión cotidiana. Su proyecto, creado junto a su pareja, refleja una manera de cuidarse sin apuro y con constancia.
Con un dispositivo que parece inofensivo pero graba, transcribe y resume reuniones en tiempo real, Nathan Xu se metió en un negocio millonario sin pedir plata prestada. Su startup, con base en dos continentes, se coló entre los jugadores más fuertes del sector y ahora compite contra gigantes como Amazon y OpenAI.