Forbes Ecuador
Jessica Vasquez
Lifestyle
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La bióloga Jessica Vásquez llevó el poder del sacha inchi a la rutina de skincare. Hoy crea experiencias a través de 17 productos de bienestar que mezclan ciencia, calma y un cuidado.

21 Noviembre de 2025 15.15

Jessica Vásquez tiene 34 años, es bióloga y fundadora de Olympo Natural Cosmetics. Encontró su propósito profesional en la Amazonía ecuatoriana. Allí, mientras trabajaba en un proyecto del Ministerio de Agricultura, junto a un equipo, descubrió el potencial del sacha inchi, una semilla amazónica rica en omegas, antioxidantes y vitaminas. Ese hallazgo hizo que dejara atrás la vida de servidora pública para apostar por una cosmética natural que respete la piel y el entorno. 

Vásquez comenzó desde cero. Ahorró el 15 % de su salario, se formó en dermatología y cosmetología y convirtió una pequeña casa prestada en su primer laboratorio artesanal en San Miguel de los Bancos, Pichincha. En 2021 lanzó los tres primeros productos. Sin embargo, el camino tuvo sus peculiaridades. Dos rediseños fallidos, inversiones perdidas y un estudio de mercado tardío casi la llevan a la quiebra. La tercera reinversión, de US$ 5.000, impulsó sus ideas. 

Hoy ofrece 17 productos elaborados con el aceite, extracto y tintura de sacha inchi, todos hipoalergénicos y aptos para toda la familia. La marca opera bajo un modelo digital first, con presencia en puntos de venta en Quito, San Miguel de los Bancos y otras ciudades, mientras expande su red hacia Guayaquil, Ambato y Cuenca. Este 2025, proyecta cerrar sus ventas en US$ 100.000. 

La operación mantiene la esencia artesanal con la que Jessica Vásquez inició su laboratorio. Ella misma formula, produce y ajusta cada línea. Hoy fabrica entre 3.800 y 4.000 unidades mensuales. En lugar de acumular inventario, produce en ciclos cortos para garantizar que cada crema, sérum o bálsamo llegue al cliente en óptimas condiciones. 

Jessica Vasquez
Jessica Vásquez y uno de sus productos, agua micelar. Foto: Pavel Calahorrano. 

Aunque no depende exclusivamente del sacha inchi, reconoce que es el corazón de la marca. Su abastecimiento proviene de entre 12 y 14 comunidades de la Amazonía y la costa, donde se recolecta y procesa la semilla antes de obtener el aceite.

Entre los productos, el kit de cinco pasos —crema de día, reparadora nocturna, sérum de porcelana, contorno de ojos y agua micelar— es el más vendido. Pero el desarrollo más desafiante fue la crema reparadora nocturna, pensada para manchas, acné y textura de la piel. A nivel emocional, Vásquez guarda especial orgullo por el bálsamo de bebés, inspirado en su hijo y diseñado para transformarse de sólido a aceite con el calor de los dedos. Con lavanda como activo principal, calma cólicos, relaja y también hidrata la piel de mamá, uniendo ciencia, maternidad y naturaleza en un solo envase.

Su crecimiento es tan orgánico como sus fórmulas. Aunque la producción es manual, detrás hay un proceso importante de pruebas, ajustes y validaciones dermatológicas con registro sanitario que respaldan cada lanzamiento. Este es un emprendimiento que apuesta por ingredientes nobles, transparencia y un propósito ambiental claro.

En diciembre lanzará su shampoo y acondicionador con sacha inchi y el próximo año sumará una crema de peinar y un jabón sólido. Pero su apuesta más disruptiva es el spa móvil, un servicio a domicilio pensado para celebraciones y encuentros entre amigas: un carrito equipado con productos, aromaterapia y sesiones de yoga facial que convierte el skincare en una experiencia compartida. 

Emprender no ha sido fácil, dice. Las regulaciones, los costos sanitarios, la falta de visibilidad y la complejidad de explicar el valor del sacha inchi marcan su camino. 

Jessica siente que su propósito se alinea con la conservación y con rescatar el conocimiento ancestral de las plantas. Su mensaje para otros emprendedores es simple: intentarlo, no rendirse y entender que los hijos, lejos de detener la vida, pueden ser el mayor motor. (I)

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