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FOCUS - Gabriela Aguilar, gerente general de Argentina y VP de Latinoamérica de
Negocios

Gabriela Aguilar, de Excelerate Energy: "Los últimos años dejaron en evidencia la importancia de la independencia energética"

Florencia Radici Forbes Staff

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La gerente general de Argentina y VP de Latinoamérica de Excelerate Energy explica los desafíos de hacer negocios de largo plazo en la Argentina. Los proyectos de la compañía en la región.

17 Octubre de 2022 07.09

Gabriela Aguilar, hoy número uno de Excelerate Energy y VP para Latinoamérica, nunca se imaginó trabajando en la industria de la energía, aunque admite que tiene “sangre ypfiana”: su padre, médico, fue durante más de 25 años el jefe del servicio de Pediatría de la petrolera, por lo que estaba en contacto con los distintos yacimientos y las poblaciones de alrededor. Su primera vocación, de hecho, fue ser traductora simultánea. Entonces, empezó a estudiar Comercio Internacional y entró a trabajar como secretaria a una empresa japonesa de trading, Sumitomo Corporation. “Mujer, occidental y en el eslabón más bajo de la cadena”, recuerda. Pero de a poco fueron surgiendo oportunidades de involucrarse en el negocio, que la llevaron a trabajar con tuberías de caños sin costura y exportación de petróleo. Se convirtió, entonces, en la trader de Bunker Oil, para las flotas que llegaban a la Argentina. En paralelo, cambió de carrera: Administración de Empresas y un MBA. 

La siguiente oportunidad fue ya en el sector, en Compañía General de Combustibles (CGC), donde s especializó primero en petróleo, luego en petróleo y gas, y finalmente en gas. De allí pasó a Enron, donde saltó a posiciones regionales y estratégicas, y luego a British Gas, donde participó en proyectos como el gasoducto de Uruguay o la regasificación de Chile. La convocaron de Occidental Petroleum, donde estuvo hasta la venta de los activos a Sinopec. “Haber trabajado con tantas culturas diferentes medio mucha flexibilidad a la hora de entender las distintas formas de trabajar”, asegura.

Su último salto fue a Excelerate, en 2012. “En ese momento, el Gas Natural Licuado (GNL) era algo que se veía muy poco en la Argentina, así que es una gran experiencia la de ir creciendo junto a la compañía”, explica. Es gerente general para la Argentina desde 2012 y VP para Latinoamérica (de México hacia abajo) desde febrero de este año (antes lo era para Sudamérica). “Estoy cumpliendo 30 años de experiencia en esta industria, lo que me permitió ver cómo fueron cambiando los procesos en la región en términos del mercado energético. ¿Qué es la energía? En definitiva, es crecimiento, es PBI. Cuando entré en Excelerate hablaba mucho de 'seguridad energética' e 'independencia energética', conceptos que quizá no se entendían tanto”, añade.

La compañía estadounidense, a través de sus buques, es la encargada de inyectar GNL importado en los gasoductos argentinos para suplir la alta demanda, por ejemplo, en invierno. Sus buques, básicamente, calientan, regasifican e inyectan en el gasoducto. En Argentina hay dos (Bahía Blanca, con un contrato de tres meses, y Escobar, que está todo el año); Brasil, por su parte, tiene cuatro terminales, de las cuales dos son de Excelerate.

-Argentina tiene un gran potencial natural, por sus reservas…

Claramente. Para consumo propio y para exportar. Si hubiésemos tenido un gasoducto como el que se está planeando ahora, las importaciones quizá se hubieran limitado mínimamente al pico del invierno. Acá entra en juego la seguridad energética, es como el seguro del auto, y es lo que está haciendo Europa: no solamente contratar gas, sino también tener un seguro de qué pasa si no tengo ese gas o si me quiero independizar. Y ese es el rol de estos barcos, que en muchos casos están todo el año. Ante cualquier disrupción (un mantenimiento, un pico de demanda, un problema de cortes), está garantizado. Por eso tenemos una gran variedad de clientes, incluso en países productores de gas.

-¿El de Excelerate es un negocio con los países o también con empresas?

Varía. Acá en Argentina es con el país. En Brasil, por ejemplo, en Río de Janeiro es con Petrobras, pero nuestra operación en Salvador de Bahía es privada, vendemos como si fuésemos un productor más. Lo mismo en otras partes del mundo: le vendemos al Estado, a las compañías estatales o direc-
tamente al mercado. Es un negocio que evoluciona: no es solo pensar en un barco, sino en un esquema de servicios de GNL integrados al downstream, de generación eléctrica y venta de gas.

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-¿Cómo está el negocio en Argentina y cómo está evolucionando?

Confío en las reservas que tiene Argentina y la posibilidad de desarrollarlas, el potencial. Deseo, como argentina, que Vaca Muerta se desarrolle, las reservas se potencien, se pueda exportar y que Bahía Blanca ya no tenga que tener un barco de regasificación. Pienso en la potencialidad de Argentina de exportar a la región, al mundo. Que se construya el gasoducto y el barco se vaya de Argentina es una gran ganancia, Excelerate puede encontrar otros proyectos.

-¿Qué potencialidad hay de desarrollar GNL en Argentina?

Con proyectos de mediana y pequeña escala. La distribución de GNL que te permita, por ejemplo, alcanzar localidades que hoy no están conectadas a los gasoductos, o yacimientos que no están conectados a la evacuación de gasoductos, y que puedan licuarse y que se pueda distribuir, o la distribución de GNL río arriba del Paraná que pueda llevar gas a Paraguay. La conversión de la flota marítima, porque la industria marítima está tendiendo a ir a combustibles menos contaminantes; el uso del GNL es una realidad. La sustitución de combustible líquido en la generación eléctrica, llevar
GNL a centrales que hoy consumen combustible líquido a lo largo del río Paraná es también una potencialidad. Y cuando hablo de GNL no hablo de GNL importado, sino que puede ser producido en Argentina.

-¿Cómo impactó en los últimos años la pandemia primero, y la guerra en Ucrania después?

Quedó en evidencia la importancia de la independencia energética, que va más allá del conflicto bélico. Por ejemplo, Alemania, de alguna manera, había delegado en los privados el manejo energético y se encontraron con que los reservorios subterráneos no tenían gas natural en el momento en que estalló el conflicto. Los Estados vuelven a tener esa mirada respecto del valor de la seguridad energética, del balance del desarrollo del negocio privado, que por supuesto que debe estar.

-La cooperación público-privada…

Exacto. Por caso, en Chile, cuando Argentina le corta el gas, el Estado ve una situación muy difícil, pero le deja el lugar al privado de desarrollar una terminal de importación, de hecho tiene dos terminales de importación privadas. Esa mirada de la seguridad energética, de contar con una sola vía y de poder decidir, es muy importante. Te brinda la posibilidad de comprar, cómo, cuándo, a quién y a qué precio. Eso es un poco lo que estalló como concepto y se hizo más visible con la guerra de Ucrania. Con la pandemia, el precio del GNL cayó por la demanda, pero se recuperó rápidamente, fue muy puntual. Hoy estamos viendo precios que son realmente muy altos, pero creemos que en la medida en que se estabilice el conflicto bélico debería tender a bajar. Igual, ya no es lo mismo, porque hay una demanda más pendiente de la adquisición de GNL que antes no estaba.

-¿Cuáles son los desafíos que tiene que sortear Argentina para poder tener esa seguridad o independencia energética?

A veces uno piensa que lo que pasa en Argentina solo pasa en Argentina. Y no es así, porque vemos lo que ha pasado en Europa con el conflicto. Sí es verdad que a veces nos falta planificación, si hubiésemos planificado el gasoducto con mucha anticipación no estaríamos en estos cuellos de botella. Lo importante es poder avanzar. El cuello de botella para lograr la maximización de la producción es un gasoducto que permita llevar el gas de Neuquén a puertos de salida, que en este caso podría ser Bahía Blanca, y después la conexión con el resto del país. Tenemos un proyecto con TGS que pensamos hace algunos años, son proyectos modulares que van creciendo a medida que acompaña el crecimiento de la infraestructura. Es importante aclarar que, cuando hablamos de cuello de botella, no es solo el gasoducto, sino también en la cadena en su conjunto, porque necesitamos que los productores inviertan en exploración y en producción, en procesamiento.

-¿Cómo es ese proyecto?

Nació no como un proyecto de exportación neta todo el año, sino para colaborar inicialmente con los productores y con la optimización de un gasoducto. ¿Qué pasa? Vos tenés un gasoducto y, si el productor produce a tope para topear la capacidad de ese gasoducto, en el verano no hay demanda; entonces los productores tienden a canibalizar el precio para poder inyectar y ganar mercado.

Por eso la importancia de poder exportar, lo que va a generar la optimización plena del gasoducto de la producción. La producción y la industrialización del gas natural se debe hacer en Argentina, tenemos capacidad de hacerlo, la construcción del gasoducto es importante, y tenemos puerto de aguas profundas y todas las capacidades para poder generar un proyecto de exportación.

Nuestro proyecto empieza con 4 millones de m3 hasta 16 millones de m3 y se puede realizar en aproximadamente 30 meses a partir de la decisión de inversión.

-¿Y para este proyecto falta la decisión de inversión?

Primero falta el gasoducto, sin gasoducto es imposible. Y después sí, se está trabajando muy fuertemente con los productores, porque también necesitamos que haya una mirada de largo plazo. Estamos teniendo conversaciones con los productores y por supuesto con el gobierno, porque se necesita tener esta mirada de largo plazo de cómo se va a ir trabajando la producción y los incentivos a la producción. Hay que mirar la cadena en su totalidad.

-El desafío de mirar el largo plazo en Argentina…

Por eso: la continuidad de las políticas, más allá de los períodos. Que haya un consenso. Si uno lo mira a lo largo de los años, el desarrollo de Vaca Muerta ha tenido ese consenso, con distintas miradas respecto de cómo incentivar la producción, pero el objetivo en común siempre ha sido tratar de lograr el desarrollo de Vaca Muerta para la independencia.

-Sos una de las pocas mujeres en esta industria. ¿Cómo lo vivís?

Estoy trabajando muchísimo en diversidad e inclusión, tiene que ver con devolver las oportunidades. En Argentina, y en la región también, lo estamos enfocando más en género, pero va más allá, el género ya quedó antiguo y hay que considerar diversidad en todos los aspectos, desde orientación sexual y género, diferencias de origen, de clase social, de acceso a la educación, de religión, discapacidad. Además, soy presidenta de la Comisión de Diversidad e Inclusión del Instituto Argentino del Petróleo y el Gas (IAPG). El problema es el pipeline, hay un gran faltante de mujeres en los sectores técnicos, operativos, de yacimientos. ¿Cómo podemos captarlas? Estamos trabajando con los colegios técnicos, ya desde antes de la universidad. El sector energético puede parecer poco glamoroso…

-Sobre todo si se mira el trabajo en yacimientos, pozos…

Se lo ve como una industria “sucia”. Hay que decir que el sector tiene que trabajar mucho en los sesgos inconscientes, no solo a nivel de management, sino en los sectores medios y bajos, sobre todo a la hora de la contratación. La pandemia también ayudó mucho en la flexibilidad. Pero hay que trabajar desde ambos lados: desde la empresa y desde el lado de la mujer, que a veces piensan que ciertas circunstancias son limitantes. Las nuevas generaciones por suerte son diferentes, ya no piensan en esos limitantes. Algo muy importante es el networking entre mujeres. Los hombres tienen un relacionamiento muy forjado (como fútbol o golf, por ejemplo), y las mujeres lo estamos empezando a generar, por ejemplo, desde Women Corporate Directors (WCD). El networking es clave, no solo entre pares sino también cross posiciones e industrias.

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