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Manuela Mejía y su madre Quito - Ecuador
Negocios
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Ediciones Legales atraviesa un avance paulatino hacia la segunda generación, en medio de los veloces cambios tecnológicos. Después de 34 años, Manuela Mejía, hija de María Teresa Tobar, actual cabeza de la organización, y Manuel Mejía Dalmau, jubilado y empedernido ajedrecista, empieza a tomar las riendas de la empresa familiar que anualmente factura alrededor de US$ 1,2 millones y emplea a 40 personas.

20 Febrero de 2023 13.06

Sentarse a escuchar la historia de Ediciones Legales de la voz de madre e hija es una experiencia entretenida y que invita a dejar volar la imaginación. Porque en los actuales momentos, donde todo -o casi- está al alcance de un clic, pensar que el giro de negocio de esta empresa familiar se sostenía en un ida y vuelta de carpetas de información desde y para los clientes, resulta una acción mental amena. 

Desde hace 34 años que existe Ediciones Legales, una firma fundada por el ingeniero de Sistemas, Manuel Mejía Dalmau, quien se dio cuenta de la necesidad de información acerca del escenario jurídico en el país, de una constante actualización y referencia acerca de cómo avanzaban o cambiaban las leyes, normativas, regulaciones, etc. “Nuestras carpetas de cuero eran famosas, las hacíamos a mano. Funcionaban con anillados y hojas impresas actualizables. Cuando cambiaba una normativa o regulación, reemplazábamos las hojas y las mandábamos a los clientes junto a una carta que les explicaba qué y dónde tenían que cambiar. Para ello, teníamos 12 motorizados en Quito y seis en Guayaquil”, explica María Teresa Tobar, esposa de Mejía y quien ahora está al frente de la compañía, ya que su esposo se jubiló. 

El paso del tiempo fue para la empresa un continuo reinventarse. Primero, el paso de las carpetas a las actualizaciones de la información a través de CD. Y, después, a los DVD. “Tenemos una gran cantidad de información. Y se necesitaban hasta dos o tres discos. Afortunadamente llegó la época del internet y mi esposo diseñó un programa, que luego los ingenieros de sistemas y abogados lo desarrollaron”. 

Con eso en marcha, la familia se mudó a Berlín, Alemania, porque Mejía fue designado como Embajador ante ese país. Para ese momento, la hija, Manuela, cursaba el último tramo de sus estudios en la American University D.C. en Washington, donde obtuvo el major en Comunicación y el minor en Emprendimiento. De ahí, se movió a la capital alemana para obtener la maestría en Marketing, con énfasis en cómo expandir un negocio en China. Alternó sus estudios con un trabajo en Blacklane, una empresa global de transporte terrestre VIP, donde empezó como agente de servicio al cliente y ascendió hasta especialista de calidad. Tras cinco años, la familia retornó hace poco y volvió a retomar las actividades semi presenciales después de la pandemia. 

En este punto, empezó el impulso a la transición digital. Pese a que el 20 % de los más de 15.000 clientes todavía se decanta por la información impresa, y otro 5 % por el DVD, todo apunta hacia un cambio total de la estructura de trabajo. Por eso, el rebranding de la marca, impulsada por Manuela, además de captar la atención de los generaciones de profesionales más jóvenes, busca convertirla en la Google del ámbito jurídico en Ecuador y arrancar con el proceso de expansión por la región. 

“No siempre me gustó el negocio, porque no conocía mucho del ámbito jurídico y veía que estaba más direccionada a los adultos mayores, abogados de alto rango, personas con las que no me identificaba mucho. Al regresar de Alemania, vi la necesidad de mirar hacia a los jóvenes, para que nos interesen las leyes, porque es algo que necesitamos saber. Modernizamos la plataforma, sin irrespetar a los clientes de toda la vida. Había que balancear lo tradicional con lo moderno. El software es sofisticado pero user friendly. Apuntamos a ser la Google para los abogados”.  

Con el fundador dedicado al ajedrez, pero que siempre está al tanto del avance de la empresa, madre e hija se dedican a tiempo completo para continuar con la tradición y mantener y hacer crecer la nómina de 40 personas que tienen en Quito y Guayaquil. (I) 

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