Fred Moll dejó la medicina hace más de cuatro décadas. Sin embargo, hoy es responsable de cerca de 3 millones de cirugías al año, realizadas por robots que ayudó a crear como cofundador de Intuitive Surgical, la empresa líder en cirugía robótica, con más de 10.000 máquinas instaladas y US$ 8.400 millones en ingresos durante 2024.
A casi 25 años de haberse alejado de Intuitive para fundar nuevas compañías, y a tres décadas de haber lanzado aquella primera iniciativa, Moll decidió invertir cerca de US$ 100 millones de su propio bolsillo en la nueva generación de startups dedicadas a la robótica quirúrgica. Colonoscopias, operaciones de cataratas y reemplazos de válvulas cardíacas forman parte de los procedimientos que, según su apuesta, algún día harán los robots. Estos sistemas estarían potenciados con inteligencia artificial capaz de aprender con el tiempo, al analizar qué funcionó y qué no en intervenciones similares del pasado. Su objetivo es claro: ofrecer la mejor atención médica posible, sin importar si el paciente está en Nueva York o en Nagpur.
"Dediqué mi carrera a observar a otras personas realizar cirugías. La diferencia entre un buen cirujano y un cirujano promedio es enorme", declaró Moll, de 73 años, a Forbes. "Mi ambición es que el robot pueda realizar procedimientos con los que la gente tiene dificultades. Su impacto es elevar el nivel de capacidad de los cirujanos promedio a cirujanos muy buenos en procedimientos en los que no todos son buenos", agregó.
Una de esas operaciones es la neurocirugía, que exige una precisión extrema. Moll es presidente e inversor de XCath, una empresa con sede en Houston, valuada en US$ 62 millones, según PitchBook. En noviembre, realizó en Panamá el primer procedimiento robótico de aneurisma cerebral en una persona.
El director ejecutivo de XCath, Eduardo Fonseca, aseguró que Moll ayudó a evitar que su robot se volviera demasiado complejo para los médicos. "Si querés que tu tecnología tenga éxito, escuchá con mucha seriedad lo que dice el Dr. Fred, y el tiempo le dará la razón", afirmó.
Moll también puso dinero en Neptune Medical, valuada en US$ 387 millones, según PitchBook, que desarrolla robots para procedimientos gastrointestinales, y en su empresa derivada, Jupiter Endovascular. Además, invirtió en ForSight Robotics, una compañía israelí que trabaja en robots para cirugías de cataratas y está valuada en unos US$ 500 millones, y en Vitestro, con sede en los Países Bajos, que se dedica a la extracción autónoma de sangre. También ve potencial en Capstan Medical, con sede en Santa Cruz, California, valuada en US$ 367 millones, de acuerdo con la base de datos de capital de riesgo PitchBook. Esta empresa está desarrollando un método asistido por robot para reemplazar la válvula mitral, una intervención de alta complejidad. Todas estas compañías están en etapas tempranas, en desarrollo o, en algunos casos, ya disponibles para su venta fuera de EE.UU.
"Fue un visionario sobre el futuro de la robótica", dijo Maggie Nixon, directora ejecutiva de Capstan, quien trabajó en Intuitive al comienzo de su carrera. "Creo que su punto fuerte está en ese espacio inicial", señaló.
"Mi ambición es que el robot pueda realizar procedimientos que a la gente le resultan difíciles".
Dr. Fred Moll
La compañía más grande que respaldó es SS Innovations International, con sede en Gurugram, India. Se trata de una firma que cotiza en bolsa, con una capitalización de mercado de US$ 1.200 millones, y que fabrica robots para distintos tipos de cirugías, como cardíacas, urológicas y ginecológicas. Su tecnología también permite que los médicos puedan operar a distancia. En noviembre, el Dr. Sudhir Srivastava, fundador de SS Innovations, realizó desde su casa en Nueva Delhi un bypass coronario asistido por robot a un paciente ubicado a 297 kilómetros, en la ciudad de Jaipur, al noroeste del país. Este fue uno de varios casos recientes de telecirugía fuera de EE.UU., que podrían facilitar el acceso a la atención médica en zonas alejadas. Si bien "algunos podrían lamentarse por esto", dijo Moll, "pasé de ser escéptico a creer", completó.
Para muchos fundadores, contar con Moll como inversor, asesor o miembro del directorio representa una especie de sello de aprobación. Apuesta con fondos propios y también a través de Sonder Capital, una pequeña firma de capital de riesgo que cofundó y donde es socio. La empresa se enfoca en startups de tecnología médica en etapas iniciales. Forbes estima que Moll tiene un patrimonio neto superior a los US$ 500 millones y calcula que, si no hubiera vendido sus acciones de Intuitive Surgical, hoy valdrían US$ 3.300 millones.
El éxito de Intuitive, que cotiza en bolsa y tiene una capitalización de mercado de US$ 200.000 millones, se explica en gran parte por su ventaja como pionera. En el año 2000 lanzó sus robots da Vinci, mucho antes que cualquier otra compañía. Para operarlos, el cirujano se ubica frente a una consola y observa la zona quirúrgica en una pantalla 3D de alta definición. El robot, equipado con instrumentos que atraviesan pequeñas incisiones en el cuerpo, replica con precisión los movimientos de la mano del médico.
Después de tres décadas en la industria, Moll tiene claro en qué no va a invertir: empresas que están desarrollando robots demasiado parecidos a los de Intuitive.
"La robótica está plagada de empresas que no funcionan", advirtió. "Se caracterizan por pensar: 'Puedo construir un dispositivo quirúrgico robótico, y quizá no tenga la misma valoración que Intuitive, pero nos conformaríamos con algo más pequeño y de similar tamaño'. Lo que no entienden es que todo se reduce a la capacidad clínica. Los cirujanos conviven con los robots da Vinci; si van a usar algo diferente, quieren saber por qué", remarcó.
La obsesión de Moll con los robots no empezó con ellos. En los años 80, cuando era un joven médico recién graduado de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington, la cirugía laparoscópica daba sus primeros pasos. Durante su residencia quirúrgica en el Centro Médico Virginia Mason, se preguntó por qué esta nueva técnica —que permite operar con pequeñas incisiones asistidas por una cámara— no se usaba más. "Desde muy joven me entusiasmé mucho, no con la robótica, sino con la cirugía mínimamente invasiva", recordó.
En lugar de continuar su carrera médica, Moll dejó la residencia quirúrgica para desarrollar un dispositivo llamado trocar de seguridad, que protege las puntas afiladas del laparoscopio y reduce el daño al paciente. Más adelante fundó dos compañías dedicadas a la cirugía laparoscópica: una fue comprada por United States Surgical y la otra por Eli Lilly. "Tuve tanto éxito que me enganché al emprendimiento y a la invención", declaró Moll, quien después cursó una maestría en administración de empresas en Stanford.
A comienzos de los años 90, Moll se enteró de que el Instituto de Investigación de Stanford —hoy SRI International— trabajaba en formas de permitir que los cirujanos pudieran operar a distancia a soldados heridos en el campo de batalla. Con la telecirugía, buscaban que un cirujano de una unidad MASH pudiera enviar instrucciones precisas a una unidad de traumatología, de modo que los movimientos de su mano se tradujeran directamente en el cuerpo del paciente. "Mi primer pensamiento fue: '¿Por qué no pueden hacer esto para una laparoscopía?'", se preguntó. En ese momento, los cirujanos solían enfrentarse a muchas dificultades al usar instrumentos largos y rígidos que no ofrecían la destreza necesaria para intervenir a un paciente. Entonces comprendió que un robot con muñecas mecánicas, capaz de sostener herramientas quirúrgicas, podía imitar con precisión los movimientos de sus manos.
"Si querés que tu tecnología tenga éxito, escuchá muy seriamente lo que dice el Dr. Fred, y el tiempo demostrará que tiene razón".
Eduardo Fonseca, CEO de XCath
En 1995, Moll cofundó Intuitive Surgical junto al exbanquero de inversiones Dr. John Freund y al ingeniero eléctrico Robert Younge para desarrollar ese concepto. Cinco años más tarde, la compañía lanzó el sistema robótico da Vinci, que se puede usar en cirugías urológicas, ginecológicas, cardiotorácicas, de cabeza y cuello, además de procedimientos de cirugía general. Hoy, Intuitive es el principal fabricante de robots quirúrgicos. Según informó en sus resultados del tercer trimestre, a septiembre su base instalada de robots da Vinci llegó a 10.763 unidades, un 13 % más que las 9.539 que tenía un año antes. Estos equipos ya realizaron más de 14 millones de cirugías. Los ingresos de la empresa en los últimos 12 meses —hasta el 30 de septiembre— fueron de US$ 9.600 millones, un 22 % por encima de los US$ 7.900 millones del año anterior.
Sin embargo, Moll no estuvo presente durante la mayor parte de ese crecimiento. En 2002, dejó Intuitive tras un período como director ejecutivo y volvió a crear nuevas compañías. Ese mismo año fundó Hansen Medical, enfocada en el desarrollo de robots para procedimientos vasculares. En 2007, cofundó Auris Health, que diseñó un sistema robótico para el diagnóstico del cáncer de pulmón. Más adelante, Auris adquirió Hansen por US$ 80 millones, y luego fue comprada por Johnson & Johnson en 2019 por US$ 3.400 millones en efectivo, más otros US$ 2.350 millones sujetos al cumplimiento de ciertos objetivos comerciales y regulatorios. (Ese acuerdo derivó en acusaciones cruzadas y una disputa legal sobre los esfuerzos de J&J por cumplir con los hitos pactados. En 2024, el Tribunal de Cancillería de Delaware ordenó a la compañía pagar más de US$ 1.000 millones por haber violado el acuerdo de fusión). Moll trabajó algunos años en J&J como director de desarrollo tras la adquisición, pero se fue en 2023 para volver a enfocarse en las invenciones en etapa temprana.
En 2023, el Dr. Sudhir Srivastava, de SS Innovations, buscó a Moll como inversor. Reconocido cirujano cardíaco en Texas, Srivastava fue uno de los primeros en usar los robots de Intuitive y calcula que realizó unas 1.400 cirugías cardíacas asistidas por estas máquinas, en su mayoría con el sistema da Vinci. Sin embargo, cuando se mudó a la India en 2011, advirtió que el costo del da Vinci era inalcanzable para la mayoría de los hospitales locales. Entonces decidió crear su propio robot quirúrgico, más accesible. "Todos los cirujanos indios saben de robótica, pero no la practican porque no pueden permitírsela", explicó Moll, cuya participación del 11 % en SS Innovations hoy está valuada en US$ 120 millones.
Luego de un comienzo complicado, SS Innovations crece con fuerza. En los primeros nueve meses del año —hasta el 30 de septiembre— duplicó con creces sus ingresos: alcanzaron los US$ 28 millones, frente a los US$ 12,5 millones del mismo período del año anterior. Una de las razones principales es el precio. Según Srivastava, los robots de SS Innovations se venden actualmente por apenas US$ 600.000, muy por debajo de los US$ 2 millones o más que cuesta el modelo más reciente del da Vinci. "Hay quienes compran un Cadillac o un Rolls Royce, y otros, un Ford", graficó Srivastava. La empresa planea solicitar la autorización de la FDA en Estados Unidos antes de que termine el año.
"Los cirujanos conviven con los robots Da Vinci; si van a utilizar algo diferente, quieren saber por qué".
Dr. Fred Moll
La mayoría de las otras apuestas de Moll apuntan a robots que pueden mejorar la atención en procedimientos complejos o repetitivos, especialmente en contextos donde faltan especialistas. Una de las áreas con mayor potencial para XCath —centrada en la cirugía neurovascular— es la atención de los accidentes cerebrovasculares. Moll ve la posibilidad de usar robots para reducir el tiempo entre el momento en que una persona sufre un ACV y la extracción del coágulo que lo provocó. Ese margen es clave, porque cada minuto de demora puede implicar la muerte de casi 2 millones de neuronas. Una de las grandes ventajas que ofrece un robot para un neurocirujano es la capacidad de traducir movimientos amplios de las manos en acciones precisas dentro de un espacio extremadamente reducido, donde los desplazamientos submilimétricos son cruciales. "Puede traducir movimientos generales a movimientos finos, y en la cirugía de aneurisma eso es exactamente lo que se necesita", explicó.
Los robots también resultan muy eficaces en tareas repetitivas y de alto volumen. Con esa lógica, Moll invirtió en ForSight Robotics, una empresa israelí que desarrolla robots para cirugía de cataratas, uno de los procedimientos médicos más frecuentes del mundo, con más de 4 millones de intervenciones al año solo en Estados Unidos. Ante la falta de médicos para cubrir esa demanda, ForSight recaudó US$ 195 millones y alcanzó una valuación estimada de US$ 500 millones a comienzos de este año. Moll se sumó como inversor y miembro del consejo asesor estratégico en junio, convencido de que "se está asumiendo una enorme oportunidad", dijo. ForSight viene probando su robot en ojos de cerdo.
Ahora, con la llegada de la inteligencia artificial, se abre un nuevo nivel de posibilidades para la robótica quirúrgica, sobre todo gracias al uso de grandes volúmenes de datos que permiten mejorar sus capacidades. "Creo que existe la oportunidad de usar lo que empezamos hace 30 años, que realmente supera las capacidades que tenemos", sostuvo.
*Con información de Forbes US.