Forbes Ecuador
Rocío Velarde
Nómades
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La peruana Rocío Velarde es la gerente General & Gerente de Banca Corporativa y de Inversión en Citi Ecuador. Toda su vida laboral -23 años- las ha pasado en esa institución, en varios países. Llegó a Ecuador en 2019 y se enamoró a primera vista del país. Está convencida que la dolarización tiene más pros que contras. Y que, aunque la inseguridad ha aumentado, todavía es un país mágico.

04 Abril de 2023 12.15

El camino lo empezó a regañadientes. Amaba las máquinas, no los números. Por eso, antes de dirigirse a su primer día de trabajo como pasante en el Citibank de Lima, Perú, no pudo evitar hacer algunas muecas. Era 1999. Un amigo le había recomendado para que fuese su apoyo en el área de calidad e innovación. Para Rocío Velarde, el único aliciente era pensar en que ese paso le serviría para sumar créditos (horas/materias) para su graduación como Ingeniera Industrial de la Universidad de Lima. 23 años después, la anécdota la ve con cierto aire de incredulidad, sonrisa y orgullo. ¡Toda una vida dentro del Citi! Ha sido su único lugar de trabajo. 

Solo necesitó unos meses para darse cuenta que era lo que quería. Entre risas nos cuenta que, como buena ingeniera industrial, es metódica, planificadora y organizada. Nunca se queda con una pregunta sin respuesta y, ahora haciendo memoria, cree que eso es lo que la ayudó a posicionarse y escalar rápidamente en esta multinacional. En 2000 fue contratada como analista de calidad e innovación, ahí pasó un poco más de dos años. Conversó con su jefe y el gerente de recursos humanos de ese entonces para saber qué ruta debía seguir para hacer carrera en el banco y asumir la responsabilidad de manejar un negocio. En 2002, mientras se llevaban a cabo estas conversaciones, se abrió una posición como gerente de productos en el departamento de comercio exterior para Perú y Bolivia. No dudó en aplicar. Sabía que por su personalidad arrolladora y tenacidad lo iba a conseguir. Pasó tres años en ese cargo. 

Esta limeña de estilo casual y de simpatía desbordante, se autocalifica como trabajadora incansable, curiosa y siempre deseosa de aprender. En 2005 aplicó para la gerencia de productos de comercio internacional en EE.UU. Volvió a lanzarse, era la primera vez que salía de su casa. Tenía 26 años. Su esposo había renunciado a la empresa multinacional en la que trabajaba para embarcarse juntos en esta nueva aventura. Permanecieron cinco años en Miami. Mientras ella trabajaba para el banco, su esposo se descubrió como emprendedor. Recuerda que no les costó mucho adaptarse, los fines de semana disfrutaban de la playa, pero, sobre todo, de la tranquilidad que no existía en Lima en esos años por la delincuencia y la guerrilla.

En 2010, con un poco de nostalgia, hicieron maletas para mudarse a Brasil. Supuestamente iba con un shorter assigment para un proyecto de reestructuración estratégica del área de servicios de comercio exterior. Los seis meses que duraba el proyecto se extendieron a nueve años. Ahí nacieron sus dos hijos. 

Siguiente parada: Ecuador. “El proceso de salida de Brasil fue muy doloroso, fue como salir de casa de nuevo, pero cuando llegué a Quito me enamoré, el país es hermoso, la gente muy amable y maravillosa. El dejar algo normalmente te hace sufrir, pero yo no había puesto en mi ecuación lo que iba a ganar”.

Como gerente general de este banco que lleva 63 años de operaciones en Ecuador apoyó el proceso de reestructuración de la deuda externa en 2020. Sin titubear, afirma que más allá de la coyuntura Ecuador es un país de gran potencial. “Hay formas de mitigar los riesgos que están presente. Cualquier inversionista extranjero puede acceder a un political risk inssurance y eso de alguna forma cubre los riesgos que se perciben en estos momentos. Por eso creo que hay que enfocarse en la oportunidad y tener una visión a largo plazo”.

Citibank, que en 2000 dejó de ser banca personal en Ecuador, para dedicarse solo al ámbito corporativo, cuenta con 550 clientes, principalmente multinacionales que operan dentro del país. El equipo lo integran 100 empleados. “Tenemos US$ 80 millones de capital invertido en Ecuador. Con eso podemos acompañar el crecimiento sostenible de nuestros clientes por tres años. Contamos con un portafolio de créditos local de US$ 400 millones.”

Velarde, quien tiene una certificación en gestión y liderazgo en el Instituto Tecnológico de Massachusetts, EE.UU. (MIT) y  un Master en Administración de Negocios de Thunderbird School of Global Management & Tecnológico de Monterrey tiene confianza en Ecuador, pese a los momentos de turbulencia que se viven estos días. Asegura que la dolarización es una gran fortaleza en términos de estabilidad económica y poder adquisitivo de las personas. “El dólar ha dado un poder de protección a nivel de todos los estratos. Los contras: el tema de la competitividad que siempre se discute. El Ecuador no tiene la variable y el ajuste que tienen otras economías para generar competitividad, como es la devaluación de la moneda. El costo de producción aquí es más alto, pero al final del día pienso que la dolarización genera más pros que contras. La situación financiera está en su mejor momento de los últimos 12 años, cuando uno ve el nivel macroeconómico, las cuentas fiscales están en una situación bastante estable”.

Apasionada por el tema de la inclusión y la entidad de género, es parte del Club 30%, integrado por presidentes y ejecutivos de empresas que toman acciones para aumentar la diversidad en equipos de alta dirección. En el caso del Citi, hay una pirámide equitativa, el 50 % de sus reportes directos es de mujeres. 

En su tiempo libre Velarde practica yoga y box para vencer al estrés, por recomendación de un coach. Con su familia disfrutan mucho recorrer el país. “Nos encanta pasear, hemos estado dos veces en Galápagos y cada experiencia es alucinante. Hemos estado en la Costa y la Amazonía es increíble, indescriptible. Se me subió la adrenalina cuando vi cerquita una anaconda. También estuvimos en una comunidad quichua en Pastaza. Cada vez que podemos vamos al Centro Histórico de Quito”. Asegura sentirse como en casa, desde que llegó tuvo la sensación de descubrir algo mágico, una joya escondida.

“Soy limeña, he vivido en Brasil, la verdad es que, siendo súper honesta, Quito sigue siendo tranquilo, pese a que se ha incrementado la delincuencia. Mi ritmo de vida no ha cambiado". Trabaja de nueve a diez horas diarias, pero nunca se pierde una actividad de sus hijos. Disfruta de la comida nacional, especialmente el hornado, que lo compran en Sangolquí. Con picardía confiesa que no cocina, que lava los platos. 

“Tengo mi ritual de desconexión cuando llego a casa: me tomo un tecito, converso con mi esposo, guardo el celular, a mis hijos les leo un cuento antes de dormir”. ¿El frio de Quito? "Lo enfrento con un buen abrigo” (I) 

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