Si bien sabemos que los gatos pueden tener solo una vida, como cualquier mamífero, la leyenda cuenta que podían tener 9 vidas, porque les ocurría cosas o accidentes extraños y podían salir como si nada hubiera pasado o con problemas mínimos.

El origen de las 9 vidas del gato no se conoce con exactitud y se lo llegó a relacionar inclusive con temas sobrenaturales, o porque siempre caían de pie -como algunos políticos también-. Pero, cuando empezamos a hacer la comparación entre todo lo que ha ocurrido en estos dos años de gestión del Gobierno, todo apunta a que estamos en una novela shakesperiana de sobrevivir (porque literalmente es sobrevivir más no vivir con comodidad política) a todos los problemas y trancones que ha puesto la oposición para la gestión del plan de desarrollo o programas de avance y crecimiento.  No olviden que el mismo William Shakespeare escribió una vez "Buen rey de los gatos, nada más que una de tus nueve vidas”, haciendo referencia a la ya fundamentada costumbre popular de la época y de siglos previos, de que los gatos tenían más de una.

Pues al parecer el Presidente es como ese gato shakesperiano, porque a pesar de que lo han querido liquidar políticamente desde varios sectores y momentos, en algunos casos ha caído de pie, y en otros ha tenido que levantarse, sacudirse el polvo y seguir… pero al final, sigue cayendo de pie.

El problema es que si nos ponemos a contar las vidas de gato del Presidente, ya se ha gastado algunas de ellas y ese dicho inglés dice que los gatos durante tres vidas juegan, durante tres vidas se extravían y durante tres se quedan, probablemente vemos que está llegando a su último tramo.

Los problemas sociales han explotado como nunca se ha visto en los últimos 30 años en el Ecuador, por el tipo de elementos delictivos y la forma de operar, pero también sabemos que otros países como México o Colombia vivieron esto hace varios años y debemos aprender de sus experiencias positivas sin irse a los polos de armar a poblaciones civiles para generar grupos que luego terminan siendo guerrillas o grupos paramilitares.

Ojalá el Presidente, si agota una más de sus 9 vidas, entienda que la gente que lo rodea y que algunos que lo hicieron desde el inicio lo aconsejaron mal y aunque dicen que su ego no alcanza en su vestimenta, mantenerse en la misma línea, sólo va a profundizar el problema social y político.  A la gente de la calle, a la gente que vive del día o del mes, poco o nada le interesa que seamos el segundo país que tendrá el mejor crecimiento económico de la región, o que ya hayamos organizado las arcas fiscales o que vivamos de los recuerdos de haber hecho la campaña de vacunación del COVID; lo que a la gente le importa, es ver que su familia no se siente segura, ver que sus pequeños o medianos negocios son vacunados, o que cuando la Policía Nacional atrapa a un delincuente buscado, un juez o fiscal lo deja en libertad en menos de 24 horas.  La gente ya no confía en el sistema de justicia.  Los buenos abogados y jueces ya no confían en su propio sistema de justicia.

Si el Presidente agota una más de sus nueve vidas, ojalá de un cambio de 180 grados y ojalá, (porque ahora hay que implorar hasta el ojalá) realmente empiece a pensar en la seguridad de la población que lo eligió, más allá de que tenga menos del 15% de aceptación.

Quedarse con un sentido pusilánime en las venas y en la sangre, o creerse victorioso político si evita un juicio o un nuevo intento de oposición por quitarlo del poder confirmaría que `la soberbia es el abismo donde suele desaparecer hasta el mérito verdadero´ tal como lo señaló Juan Montalvo.

Si Shakespeare escribió sobre gatos, creo que puedo escribir sobre Presidentes, pero sin olvidar que ni los gatos, ni los políticos, son inmunes al tiempo. (O)