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“El entorno no está fácil y peor si entra una recesión que parece casi inevitable”, dice un fundador. Otro añade que el de las startups es un pronóstico complicado porque los mercados financieros están congelados y porque los portafolios de inversores están disminuidos.

02 Diciembre de 2022 14.41

Los pronósticos sombríos sobre el futuro de las startups empiezan a cumplirse. Desde mediados de este año se empezó a hablar sobre las dificultades que enfrentarán estas empresas que se apoyan en la tecnología para emprender y solucionar problemas en distintos sectores. Se anunciaba, por ejemplo, un difícil entorno macroeconómico global, una potencial recesión y menores recursos en los fondos de inversión.

Todos estos factores se van juntando y el resultado es una suerte de alerta amarilla para el mundo startup. Hay que añadir que la volatilidad del mundo cripto también ha jugado en contra de la industria que ya anuncia recortes y ajusta a la baja sus previsiones en el corto y mediano plazo.

Las startups ecuatorianas miran con atención lo que está ocurriendo. De hecho, la semana pasada se supo que una startup nacional decidió cerrar sus operaciones en Ecuador y en México; además está devolviendo el capital a los inversionistas. Los voceros del emprendimiento dicen que la decisión se tomó por lo difícil que se proyecta el próximo año para las startups que apalancan su crecimiento  en el levantamiento de venture capital.

Bastante bien vistas a escala global, las startups han demostrado que sus modelos de negocios y su manera de entender los mercados funcionan, aunque siempre existen riesgos, ante factores que muchas veces están fuera de su control.

Sin embargo, lo que está ocurriendo deja ver que se necesita algo más que una solución tecnológica local o regional. En este mundo lo que importa es el tamaño del mercado, así como los márgenes y el pulso económico mundial, que hoy en día se muestra algo débil y que probablemente se complique en el futuro.

Otra de las principales dificultades que enfrentan las startups es la presión de los fondos de inversión que, en muchos casos, quieren crecer a toda costa y exigen rentabilidad en corto tiempo. Esto coloca un peso extra en los hombros de los emprendedores, una presión que es difícil de manejar y que deriva en cierres, recortes y otras medidas que nadie quiere que ocurran, pero que ya están pasando.

“El entorno no está fácil y peor si entra una recesión que parece casi inevitable”, dice un fundador. Otro añade que el de las startups es un pronóstico complicado porque los mercados financieros están congelados y porque los portafolios de inversores están disminuidos.

En este punto también juegan la honestidad y el compromiso de quienes dirigen startups. Una persona vinculada con el venture capital en la región asegura que decidir cerrar la operación es una decisión correcta y valiente por parte de los founders. “Hay que ser conscientes del nivel de riesgo que hay atado a empezar una startup”.

Por ahora, una luz amarilla se ha encendido para el mundo de las startups. (O)

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