Referéndum y consulta popular terminaron al fin, aunque esta vez felizmente, no hubo tanta propaganda asquerosa. Los números son parejos e inapelables. Mejor de lo esperado para amantes del NO. Demasiado duros para confiados del SÍ. Los ciudadanos decidieron sin sombras de fraude, tintas mágicas, compra de votos. Si fue sabia o equivocada la decisión, si fue por el país o contra un hombre, se verá pronto.
Abundan los comentaristas y los profetas del pasado. Casi todos demandan de Noboa 3 cambios sustanciales. Renovar su equipo y asesores, en el que priman empleados y aduladores, no ministros de talla. Dar un viraje a su estrategia de comunicación, minimizando las redes. Suprimir las actitudes verticalistas y escuchar.
Como siempre, Correa se proclamó enseguida autor principal, casi único del NO; oportunismo flagrante porque la RC apenas si hizo propaganda. Un sector indígena pretendió con menos ínfulas lo mismo, atribuyendo con descaro la victoria a su Paro Nacional. Y los conocidos como "chinos" (UGTE, Frente Popular, UNE...) reclamaron lo suyo, aduciendo la derrota del neoliberalismo.
Pero algo no calza. Resulta incorrecto y ligero atribuir el triunfo a los Correa y aliados. Esta vez participaron muchos ciudadanos -en alianza "invisible"- ambientalistas, pro-derechos de minorías (dos cucos levantados a propósito) y desilusionados críticos. Un buen grupo ligados a programas de ONG, últimamente presionadas por control a sus recursos. Noboa perdió dos colectivos simpatizantes, los jóvenes progre y los adultos mayores -asustados por reformas al IESS-... En los festejos, como no podía faltar, y con disparos y fuegos artificiales, se hicieron presentes también los violentos de las zonas rojas, los espacios tomados.
Los días previos se evidenciaron desaciertos de la Presidencia -de fondo y oportunidad-. Entre ellos: caso Malvinas, contratos PROGEN, cambios en el IESS, intentonas con Galápagos, subida del diésel, iess, no pago de impuestos, represión desmedida en un sector, Quimsacocha, cárceles... La entrega ágil de bonos, la flamante cárcel, la captura de Pipo, la baja de aranceles, no levantaron adhesiones esperadas. En fin, el momento -con caída de aceptación de Noboa- resultó el menos indicado. Un voto cargado de presente y relegamiento de futuros.
El NO se planteó como voto-castigo a Noboa. Muchas opciones se inclinaron, no tanto por las preguntas ni por Correa, cuanto por dar una lección al Presidente, un desquite aun a costa de sí mismos en algún caso. Él ha aceptado con altura la derrota -aunque sin explicaciones- y ha ofrecido continuar con las herramientas disponibles.
Resaltamos dos elementos influyentes. La creativa y positiva campaña de un pequeño sector alineado al NO, que difiere del insulto correísta y la desinformación reinante. Y la estrepitosa caída de encuestadoras, que si no revisan sus modelos, deben desaparecer del mapa por vergüenza.
La vida continúa. El tema de la ayuda internacional sigue mostrándose indispensable. El reto es definir modelos adecuados -no militares- para canalizarla. El país necesita información, radares, escáneres, control de fronteras, capacitación... Y una visión integral -con programas sociales- de la propuesta de seguridad.
Las temas 2 y 3 del referendum, llamadas de "gancho"- se entierran. Extraño comportamiento del electorado porque las críticas han sido feroces y generalizadas contra el financiamiento de partidos y el excesivo número de asambleístas. La votación en plancha y el voto-castigo explican esta contradicción. Aunque la pregunta 3, erróneamente, focalizó el número en lugar de la calidad de los asambleístas.
La Constituyente, como proceso reformador, se esfuma. Aún así, varios temas -apenas desarrollados en la campaña- siguen vigentes; buscarán seguramente otras vías de definición. Por ejemplo: Consejo de Participación, sistema de justicia, inversión, sectores estratégicos, seguridad... La oportunidad de ventilarlos a la luz del día se ha perdido. Quedarán otra vez relegados a las oscuras negociaciones de las élites y la clase política de siempre. Si eso no cambia, habremos perdido todos.
Se cierra una fase extraña y desafiante. Ni amargura, ni triunfalismo. Tampoco negociaciones bajo la mesa. El oportunismo y la manipulación con relatos torcidos son un peligro inminente. Es imperioso valorar también a ese 35% que empuja reformas, más allá de las formas y las tácticas.
Aparece una señal de esperanza por la disminución -solo disminución- de la polarización Correa-Noboa. Ojalá sea antesala de nuevas y refrescantes propuestas. Las terceras vías, que ya se mencionan, parecen tener en estos tiempos mejores condiciones. Hay una ciudadanía numerosa en busca de representación y liderazgo renovado... Quién sabe. En este país todo puede suceder. (O)