La "Esperanza de vida" (EV) es uno de los indicadores más utilizados para mostrar el grado de desarrollo de un país. En esencia es: número de años promedio que se espera que viva una persona. Con una condición: que las características de mortalidad se mantengan constantes. Y con un supuesto, muy cuestionado: el desarrollo entendido más como crecimiento económico. Un indicador proyectivo y muy dinámico. En cambio permanente.
La EV se asocia o se relaciona con varios fenómenos: el nivel de la salud pública que comprende: situación de la nutrición, servicios médicos y saneamiento. También con el desarrollo socio económico que alude a ingresos, educación, agua potable, seguridad.
A nivel mundial, el indicador ha mostrado incremento significativo en los últimos 50 años. En 1975 su promedio fue de 59 años. Al 2.005 había alcanzado 69 años. En la actualidad se sitúa entre los 73 y 74 años. Como para celebrarse. Demuestra, entre otras cosas: reducción de la mortalidad infantil, ejecución de campañas masivas de vacunación, mejora en el acceso al agua potable, mayor disposición de medicamentos antirretrovirales, avances en la lucha contra la malaria y la tuberculosos. Influye también, según la OMS, la disminución de consumo del tabaco y alcohol, la mejora en la calidad del aire, el mejor acceso a agua, la higiene y el saneamiento.
La tendencia se vio golpeada por la pandemia del COVID-19 que provocó un leve retroceso en 2.023. La OMS en su informe calculó una reducción en la EV de 1.8 años. Advierte que prevalecen muertes prematuras por enfermedades del corazón, accidentes cerebro vasculares, diabetes y cáncer. Agravado por el envejecimiento de la población.
El dato promedio, no visibiliza zonas vulnerables. La principal sigue siendo África Subsahariana y su pobreza extrema, enfermedades infecciosas, conflictos armados y limitados servicios de salud. Los países con menor EV son Lesoto (53 años), República Centrofricana (54), Níger, Chad y Nigeria (55).
América Latina muestra un rostro más amable. La EV es superior a la de otras regiones. 74 años contra 62 de África Subsahariana y 70 de Asia Meridional. En mejor situación figuran Europa Occidental (80-83 años), América del Norte (76-79), Asia Oriental (78-84), Oceanía (78-82).
Cuando se abre el indicador por países, aparecen los desequilibrios. Haití, Venezuela, Bolivia, Guatemala y Honduras tienen EV por debajo de los 72 años. En el otro extremo, con más de 77 años, cifra promedio de Ecuador, aparecen Chile, Costa Rica, Uruguay.
Ecuador mejora, pero...
La situación en el país ha mejorado. El indicador se sitúa en 77 años, valor intermedio en América Latina. Por encima de México, Argentina, Brasil, Perú. Pero como siempre, los promedios, encubren desigualdades. A nivel de género, por ejemplo, la EV de las mujeres es aproximadamente 80.13 años, y la de hombres 74.66.
Si se consideran zona urbana y rural, la brecha se amplía: se vive aproximadamente 2.5 años menos en las zonas rurales. La pobreza, la marginación y todas sus secuelas explican la situación. En una mirada por provincias, los mejores indicadores los tienen: Pichincha (81.9 años), Galápagos (81.5), Azuay (80.8), Loja, Imbabura, Cañar, Tungurahua (alrededor de 80.1 años). En el polo opuesto, Guayas, Orellana, Sucumbíos, Napo, Pastaza, Zamora, con menos de 77 años. Lastimosamente no se cuenta con desagregación de los datos por estratos socioeconómicos, dato que sería crucial para un análisis de fondo.
El tema abre un abanico enorme para el análisis. Por ahora, resulta relevante puntualizar dos cosas. La primera, la limitación de los promedios globales; presentan un escenario engañoso porque ignoran las diferencias, que en países como el nuestro son determinantes. Y la segunda, el incremento de años de vida no significa necesariamente mejor calidad de la misma. No se trata sólo de vivir más tiempo, sino de hacerlo de forma más saludable, más plena.
El punto nos remite a los servicios sociales y las pensiones jubilares. La mayoría de ecuatorianos llega a su vejez en condiciones deprimentes: sin jubilación (desempleo, subempleo) o con pensiones minúsculas. Los servicios sociales continúan con grandes falencias y sus costos van en aumento. Es interesante resaltar el surgimiento de un nuevo indicador: "la esperanza de vida saludable". Para Ecuador se ha calculado en 68.5, dato que se ubica por sobre el promedio regional.
Resulta imprescindible contar con informaciones y análisis integrales. Y apreciar el desarrollo con un sistema de indicadores, para tener el cuadro completo. Así las políticas podrán ser más eficaces. Aspiramos a vivir más y mejor. Esperamos que la muerte nos encuentre llenos de vida. (O)