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En el Ecuador, la salud aún no termina de tomar la forma para poder ser una película memorable, de esas de Óscar, e incluso me atrevo a decir que ni siquiera hay un guion o que el Director no termina de convencerse del lugar en el que está.

22 Febrero de 2023 16.39

En general, los servicios de salud que recibimos en los países latinoamericanos responden -con matices- a un sistema fragmentado y segmentado ya que los actores públicos, los asegurados por seguridad social y el servicio de salud privado, tiene cada uno un enfoque e incentivos diferentes.

Pero ¿qué pasaría si las personas que no tienen empleos formales, subempleo o aquellos no asegurados tienen la posibilidad de recibir prestaciones de salud, para ellos o sus familias, podrían tener acceso a salud universal?

Imaginan el impacto que sería para el Gobierno Nacional decir `vamos a asegurar en salud a todos los ecuatorianos?

Pues bien, México en 2004, lo pudo hacer.  El entonces Secretario de Salud, Dr. Julio Frenk, luego de múltiples reuniones -durante varios años- presentó con su equipo de trabajo lo que posteriormente sería aprobado tanto por la Cámara de Diputados y el Senado, la reforma más importante de salud en México en los últimos 50 años, el Seguro Popular, cuyo carácter era a través del aporte solidario (gobierno, estados federales y las personas con trabajo asegurado y aportantes) constituir un fondo en el que para los más necesitados y sin acceso a salud podían tener prestaciones tanto ambulatorias cuanto hospitalarias.

A primera vista -o lectura-, esto parece una utopía, pero realmente se logró realizar y se puso en marcha desde 2004, planes y estrategias que determinaron la disminución de muerte materna y de menores de un año, así como el control de enfermedades crónicas transmisibles y no transmisibles en los siguientes 3 quinquenios.

¿Por qué entonces hablar de México, si estamos en Ecuador?

Porque actualmente estamos atravesando una crisis política y social, que definitivamente ha sido más aguda por la pandemia y la guerra, pero también por la falta de asertividad al momento de la inversión y control de la salud -en su sistema y en la corrupción-.

No es utópico pensar que el Ecuador podría proponer a través de algún actor o varios de ellos, un modelo de aseguramiento total en el que los fondos se destinen a proteger a aquellos que no tienen acceso a la salud.  No se trata sólo de la dialéctica de decir que se puede, sino de realmente proponer en voz alta y con un programa formal un programa que trascienda en el tiempo independientemente de la ideología política de turno en el poder. El PIB destinado a salud se puede inclusive mantener, pero mejorar los incentivos de calidad de salud global y controlar de forma férrea la corrupción.

Creo que está bien decir y resaltar los logros que se van obteniendo en áreas de salud, vacunación, natalidad, mortalidad materna y demás, pero creo que algunos gobernantes sólo piensan en el corto plazo y en hacer bien alguna tarea, tal como los niños de escuela o adolescentes de colegio que esperan presentar una buena calificación a sus padres, sin ser muy conscientes que un año no se aprueba o reprueba por un examen, sino por todo un proceso en varias materias, y más aún, no se trata de sólo de aprobar, sino de enfocarse en ser los mejores de su clase o promoción para poder obtener mejores posibilidades de acceso en universidad o inserción laboral.

A veces pecamos de miopía -selectiva-, y otras veces de ceguera transitoria, porque en salud al igual que en educación se podría hacer más, que lo que se ha hecho en dos o en los últimos quince años.

Si bien suena anecdótico lo que hizo México, eso se dio por la posibilidad conjunta de los partidos políticos en varias cámaras, que entendieron que debían priorizar el futuro y no los votos de una siguiente elección.

Pero a veces los cuentos de hadas o de ficción -que parecía ser el Seguro Popular de México por su aplicación y resultados- se convierten en tragicomedias que terminan en drama para dejar lecciones a los televidentes, y eso hizo lamentablemente el Presidente Andrés Manuel López Obrador ya que extinguió del Seguro Popular el 1 de enero del 2020, sustituyéndolo por el INSABI (Instituto Nacional de Salud y Bienestar), algo que por cierto, ha sido muy cuestionado desde varios lugares del mundo, pero vorazmente defendido por sus coidearios de lid y tinte político.

El problema es que cuando mezclamos la ideología o el ego personal del mandatario de turno, se pueden acabar modificando cosas que podrían impactar positivamente la vida de millones de personas.

En el Ecuador, la salud aún no termina de tomar la forma para poder ser una película memorable, de esas de Óscar, e incluso me atrevo a decir que ni siquiera hay un guion o que el Director no termina de convencerse del lugar en el que está, y si ya convencido yace, ha elegido a un equipo de trabajo que parece que se esmera por caricaturizarlo delante de un público que cada vez presiona y exige más. (O)

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