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Lo que puede ser visto como "autoritarismo", en realidad es poner las cosas en su lugar, con determinación y sentido de autoridad, necesarias cuando las cosas se han ido de las manos, como fue el caso de El Salvador.

12 Febrero de 2024 05.57

Pocos días antes de las elecciones presidenciales y de asambleístas en El Salvador, realizadas el pasado 4 de febrero, viajé a dicho país en función de un encuentro de emprendedores de Entrepreneurs' Organization EO Lac Bridge.  A raíz de aquello, tuve la oportunidad de conversar y, escuchar un interesante conversatorio con las ministras de economía M. Hayem, de turismo Morena Valdez y vicecanciller Adriana Mira, y por ende entender las razones del éxito del oficialismo.

Por su parte, en las calles, conversando con la gente, pude constatar el alto apoyo de los ciudadanos - de todo nivel socio económico - a la gestión gubernamental; reflejándose en el ambiente y en el semblante de las personas tranquilidad, seguridad y esperanza. Por su parte, los partidos tradicionales, esto es, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional FMLN y Alianza Republicana Nacionalista ARENA, prácticamente son al momento especies en extinción, cuyo objetivo principal no habría sido ganar las recientes elecciones, sino más bien no desaparecer del ajedrez político salvadoreño. Por otro lado, los relativamente nuevos partidos Vamos y Nuestro Tiempo, tampoco han podido calzar en la mente de los ciudadanos. Es decir, Nuevas Ideas, el partido de Bukele, lidera de largo en la mente de la gente. 

Los opositores al régimen, tanto nacionales como internacionales, basarían sus ataques principalmente en dos ejes: gobierno dictatorial y, los “excesos” que se habrían dado bajo el estado de excepción en cuanto se refiere a los DDHH.  En cuanto al primer punto, el tema se enfoca en el sentido de que, la interpretación constitucional dada a efecto de posibilitar la candidatura para la reelección de Bukele, habría sido “forzada” y que en el país no existiría democracia; y, por otro lado, que los delincuentes serían una suerte de víctimas del autoritarismo del presidente, al habérseles “violentado” sus derechos humanos.

Lo cierto es que, en las calles espontáneamente se vive, se siente y se piensa diferente al pensamiento de los opositores; ya que los hechos hablan más que las palabras, y para entender esto, basta con ver los abrumadores resultados electorales. El avasallador resultado del 4 de febrero, de manera contundente manifiesta que una gran mayoría (más del 80% de la población)  votó a/f de Bukele,  respaldando su reelección, es decir, la democracia se manifestó mayoritariamente por un período adicional a favor del joven y eficiente presidente; pero no solo eso, sino también a favor de los diputados  afines a él, es decir, tendría Bukele una asamblea a su favor, lo cual le facilitaría dar los pasos apropiados para enfrentar y solucionar los varios  temas pendientes, como el económico por ejemplo. 

Pero, si lo vemos con mayor profundidad, el resultado de las elecciones implicaría una amplia y democrática validación sino ratificación, una suerte de consulta implícita e indirecta a favor de la interpretación dada en relación de la reelección; todo lo cual deja muy mal parados a quienes sostenían que se vive una dictadura. 

Y, por otro lado, no menos importante, por cierto, es en lo referente a los derechos humanos de los delincuentes sobre los de la gente, toda vez que, la población ha ratificado con su voto el apoyo a la gestión y resultados en combatir con firmeza a la delincuencia, lo cual es una bofetada con guante blanco democrático a aquellos defensores de los derechos humanos de los delincuentes. Los resultados de Bukele, no solo se basan en su valentía en tomar el toro por los cuernos, sino también por haber pensado y actuado “fuera la caja”, habiendo logrado arrinconar a la delincuencia que durante años tenía criminalmente secuestrado al país. 

Lo dado confirmaría que, a la gente le importaría poco, la manera quizás discutible, en que el oficialismo logró obtener una interpretación favorable para la reelección presidencial, asumiendo el pueblo una actitud pragmática como el pensamiento de su presidente reelegido; así como, lo que puede ser visto como “autoritarismo”, en realidad es poner las cosas en su lugar, con determinación y sentido de autoridad,  necesarias cuando las cosas se han ido de las manos, como fue el caso de El Salvador. (O)

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