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En el novísimo Plan de Desarrollo de Ecuador la cita de Rand no es la única. Al contrario, cada capítulo se abre con una joya de los santones del individualismo liberal: Boaz, Reed, Milton y Rose Friedman (¡como epígrafe del Eje Social!), Bastial, D'Amato y Coase. Se trata de un contrasentido total, porque el plan presentado felizmente es bastante más socialdemócrata que liberal.

29 Septiembre de 2021 09.53

¿En serio? ¿Un Plan de Desarrollo se abre con una cita de Ayn Rand? Pues sí: un párrafo de esa fanática encabeza el texto que abre el Plan de Creación de Oportunidades 2021-2025, presentado por la Secretaría Nacional de Planificación el 21 de septiembre.

Se trata de una cita que circula a pasto en redes sociales, sacada de su novela “Rebelión de Atlas”, un bodrio de 1.200 páginas. El párrafo no es el problema: no se trata más que de retórica barata del libertarismo. Pero sí es la mayor paradoja que uno pueda imaginarse que se la use para presidir un Plan de Desarrollo, donde se plantean las metas nacionales y los programas y mecanismos que un Gobierno deba poner en práctica para lograrlas. Rand ha de estar revolviéndose en su tumba (era fervorosamente atea, así que debe ser una sorpresa encontrarse en el más allá) ya que ella tenía entre ceja y ceja el mínimo Estado posible; un Estado que se limite a operar un sistema de justicia, tener unas fuerzas policiales, un ejército y poco más. Abjuró siempre de un Estado que se dedique a proveer, menos aún a “garantizar”, como dice el plan presentado, educación, salud, oportunidades o “transición ecológica”.

Ayn Rand (1905-1982), tan venerada como ridiculizada en vida, no fue cualquier abogada de cualquier liberalismo sino heroína y apóstol de la versión más dura y fundamentalista del capitalismo. Predicó, sin vergüenza alguna, “la virtud del egoísmo”; sostuvo que "el hombre vive para sí mismo, que la búsqueda de su felicidad es el más alto de los objetivos morales y que no debe ni sacrificarse por otros ni sacrificar a otros por él". Lo opuesto del cristianismo que profesa Guillermo Lasso.

Aunque siempre tuvo seguidores en las élites de EE. UU., su fama renació en los últimos años gracias a Donald Trump y a los ejecutivos de Silicon Valley, pero, por lo que se ve, también tiene sus cultores en la Secretaría Nacional de Planificación. 

Nacida con el nombre Alisa Zinov'yevna Rosenbaum en San Petersburgo, desarrolló un odio visceral por el bien común y, muy particularmente, por el Estado como garante de la igualdad después de que la Revolución Soviética confiscara los bienes de su padre y su familia pasara hambre. Huyó a EE. UU. en 1926, se cambió de nombre y, después de trabajos un poco raros en Hollywood, tuvo éxito con sus novelas “El Manantial”, de 1946, en que abjura de los burócratas y de los “segundones” que se aprovechan del trabajo de los otros, y “La Rebelión de Atlas”, de 1957, en que pinta un paraíso escondido de los capitalistas, cuya bandera es el signo del dólar. Estos libros atraen poderosamente a un tipo muy particular de lector: “adolescente, masculino y sediento de una ideología cargada de certidumbre ética”, como dijo Jonathan Freedland en un artículo en el Guardian en 2017.

Pero, ojo, en el novísimo Plan de Desarrollo de Ecuador la cita de Rand no es la única. Al contrario, cada capítulo se abre con una joya de los santones del individualismo liberal: Boaz, Reed, Milton y Rose Friedman (¡como epígrafe del Eje Social!), Bastial, D'Amato y Coase. Se trata de un contrasentido total, porque el plan presentado felizmente es bastante más socialdemócrata que liberal.

Ya se conocía la inclinación liberal de la Fundación Ecuador Libre, y el presidente y su equipo tienen todo el derecho de aplicar su ideología. Pero el gran cambio que dio Guillermo Lasso entre la primera y segunda vuelta, y lo que le hizo ganar, fue, precisamente, que adoptó una posición mucho más socialdemócrata que libertaria. Estoy convencido de que Lasso no cree, como lo hacen Rand y los libertarios, que las fuerzas del mercado sean el mejor mecanismo para distribuir los recursos sociales. Sabe que el Estado debe intervenir para regularlo, ¡y el propio Plan de Desarrollo es la comprobación de ello pues contiene medidas para proteger a los más débiles, aumentar el empleo, reducir brechas de desigualdad, fomentar la nutrición infantil y mil tareas más! El plan no prevé un estado mínimo sino un Gobierno activista, militante incluso. Y ello se tradujo en el proyecto que Lasso entregó el viernes 24 al Legislativo: la Ley Orgánica de Creación de Oportunidades (que ojalá no sea conocida como la LOCO, por sus siglas).Muy poco favor le hace a la aceptación de esa mega ley un plan que contiene tantas frases de quienes, como Rand, predicaron ideologías que aborrecen el altruismo, elevan el individualismo a la categoría de fe religiosa y conceden licencia moral al egoísmo más crudo. (O)

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