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Para los temas del ambiente político y el rol de los indígenas, se esperaría que el gobierno cumpla más rápidamente con su rol y su protagonismo. Que el gobierno viva secuestrado es insostenible y puede tener impredecibles consecuencias.

02 Septiembre de 2022 12.38

Si se analiza la inclinación ideológica y política de los gobiernos de la región, se puede observar que Colombia tiene, probablemente la primera vez en su historia, un gobierno socialista con mensajes presidenciales que han generado en ese país una tensa calma. El caso del Perú asoma algo distinto, pues el Presidente recientemente electo parecería no produce grandes cambios en la conducción económica de ese país, al punto que el riesgo de invertir en esa nación está estable al igual que el tipo de cambio. El Presidente chileno ha perdido fuerza en sus primeros meses de gestión y el destino de su reforma constitucional sigue siendo incierta, sin que tampoco se hayan producido mayores manifestaciones en los principales indicadores macroeconómicos. Brasil entra en el proceso electoral pero las probabilidades de que el ex Presidente Lula vuelva a triunfar registra una alta probabilidad. Venezuela sigue soportando un régimen alejado de los principios democráticos y la depreciación cambiaria y el inmanejable proceso inflacionario ha ido generando una dolarización de mercado, situación que parecería estar fuertemente alimentada por fuentes de fondos de origen desconocidas. Sobre la realidad del Paraguay, Uruguay, Panamá y Ecuador, podría decirse que son los países que por el momento muestran las mejores señales de políticas económicas más amigables con la inversión extranjera y con posiciones respetuosas con la democracia y las libertades ciudadanas.

Sin embargo, la realidad es que en el caso del Ecuador, el proceso de estabilidad macroeconómica que sigue el rumbo aplicado desde mediados del 2020 a pesar de algunos errados comentarios del gobierno como si recién en esta administración se aplican principios de disciplina y orden fiscal, presenta 3 factores que están ensombreciendo la conducción y el futuro económico. El primero de ellos es que sigue sin decantar la estabilidad macroeconómica, el balance fiscal y la recuperación de reservas internacionales, en la economía que compra y vende bienes y servicios. Siendo la subejecución presupuestaria un problema estructural, los bajísimos niveles de ejecución de los fondos del presupuesto pueden estar conspirando con la adecuada dotación de servicios básicos y la percepción ciudadana que un eventual inicio de una real recuperación. Esto, unido a la falta de acuerdos políticos, hace improbable avanzar en reformas económicas necesarias, caso de la laboral, la pensional o la de inversiones, que apoyarían a registrar un mayor dinamismo económico. Esto significa que lo político y la falta de gestión del gobierno para encontrar acuerdos está debilitando la economía, es decir, conlleva menor crecimiento sin mejoras en el empleo.

En segundo lugar, ¿cómo puede aceptarse que un grupo respetable pero minoritario de la población, me refiero a un segmento de los indígenas, le arrinconen al gobierno y le obliguen a discutir políticas públicas como es lo atinente a la industria extractiva minera y petrolera o el caso de los subsidios, sin que el resto de la sociedad diga algo? ¿Dónde están los comerciantes, los constructores, los gremios, las universidades, los artesanos, etc., en las mesas de diálogo? ¿Cuál es el respaldo y la lógica que los indígenas quieran imponer su visión sesgada al resto de ecuatorianos? Lamentablemente me siento muy escéptico de éstos diálogos, pues si éstos resultan exitosos, probabilidad que la veo improbable, los señores indígenas ya no tendrían ningún argumento para seguir en las protestas, situación que políticamente tampoco les conviene.

Y, en tercer lugar, el problema de la delincuencia y la inseguridad, que sigue siendo la mayor preocupación de los ecuatorianos y que afecta a la actividad económica y destruye la paz social. Los grupos de la delincuencia organizada y los carteles de la droga parece se quieren tomar el país, situación que nunca nos imaginamos que podía ser parte de las probabilidades.

Es entendible que estos problemas no son ni fáciles ni rápidos de resolver, en especial el problema de la inseguridad, pero contener esta estampida de inseguridad se torna en una necesidad emergente. Para los temas del ambiente político y el rol de los indígenas, se esperaría que el gobierno cumpla más rápidamente con su rol y su protagonismo. Que el gobierno viva secuestrado es insostenible y puede tener impredecibles consecuencias. (O)

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