Se molestan por las imágenes de un festival de asados o por las manos lastimadas de un influencer cuyo gran mérito es hacer ejercicios en barras y contarlo en redes sociales. Se ofenden por las corridas de toros o porque alguien no usa el horroroso lenguaje inclusivo de las 'x' y las 'e' repartidas en cada palabra.
No les gusta que se les diga las cosas de frente y pegan la vuelta cuando se les demuestra que están equivocados. No están de acuerdo con la libre empresa y critican al capitalismo con una seguridad sorprendente, mientras recorren pasillos de centros comerciales subiendo y dando like a reels y tiktoks en sus smartphones elaborados con minerales extraídos en condiciones deplorables y con mano de obra muy mal pagada.
Parece que les fastidia más el hecho de quedarse sin datos en su teléfono que enterarse de niños muertos en bombardeos o de las estadísticas de mujeres violadas y asesinadas. Y casi nada dicen al enterarse de nuevos sicariatos.
Tampoco se inmutan cuando van por la calle y miran hacia otro lado (casi siempre a sus pantallas) cuando se cruzan con niños que venden caramelos o cuando hay un indigente que pide caridad en una vereda o junto a un semáforo, en medio del sol del mediodía o bajo la lluvia de octubre.
Jóvenes, la vida es dura. Salgan de la burbuja, vayan por la calle con casco, dejen los lamentos, miren más allá de sus smartphones, de su grupo de amigos y de la vida dizque perfecta que todos pretendemos llevar y que postean sin sentido. No crean todo lo que ven en redes sociales (que además censuran todo por todo), duden, pregunten, cuestionen.
Lean, aprendan de la historia, preocúpense de conocer sus orígenes, hablen con la gente, averigüen cómo era el mundo hace un par de décadas, valoren lo poco o lo mucho que tengan. Piensen por su cuenta y no sean un borrego más, no sean uno más del montón. Insisto: lean para que puedan argumentar y criticar con argumentos con sus padres y sus profesores. No hay nada mejor que un joven que debata y discuta con criterio.
Y aprendan a respetar la manera de pensar de los demás. No somos enemigos por tener una ideología u otra. Somos seres humanos racionales, con siglos de evolución, capaces de lo mejor.
No podemos vivir bajo el yugo de la corrección política (yo estoy harto). La diversidad de culturas y de criterios es lo mejor que tiene la humanidad. Y si alguien se ofende por pensar y actuar diferente pues qué pena. Imaginen lo aburrida que sería la vida por un momento si todos pensáramos igual.
Jóvenes milenials y centenials, ustedes son el presente. Nunca se olviden de eso. Aprendan, equivóquense, vivan. (O)