Forbes Ecuador
economía
Columnistas
Share

Lo perfecto es enemigo de lo bueno. Se debe aplicar un manejo económico que preserve siempre la dirección y la profundidad de las acciones, así como la oportunidad de cuándo se las aplica. La economía es una ciencia social no es una ciencia exacta como la física o las matemáticas y, por lo tanto, debe buscar lo mejor de su aplicación dadas las restricciones que siempre habrán.

11 Agosto de 2022 16.06

Un programa económico debe establecer metas y objetivos para lo cual aplica determinados instrumentos. Si bien un determinado balance fiscal puede ser una meta de la política fiscal termina siendo un instrumento del orden de las finanzas públicas y una forma de coadyuvar para un mayor crecimiento económico y sus beneficios en materia de empleo y progreso. El saneamiento fiscal es una condición necesaria para un proceso de recuperación económica pero de ninguna manera constituye una condición suficiente. Una economía puede tener equilibrio fiscal, inclusive puede registrar superávit fiscal, pero eso puede ocurrir a costa de una contracción económica. Si por alcanzar determinada meta de balance fiscal se aplica una política muy restrictiva, por ejemplo en el ámbito tributario, el orden fiscal puede estar acompañado de más desempleo y más pobreza. También debe alertarse del fenómeno contrario, si las cuentas públicas se mantienen en permanente desequilibrio, con un estado obeso y sobredimensionado y con dependencia constante del endeudamiento público, es mucho menos probable que la economía encuentre una ruta de crecimiento económico sostenible con más empleo y menos pobreza. El desorden fiscal produce expectativas desfavorables, lo que incide en la inversión privada y pública, el financiamiento se encarece y la actividad económica se torna incierta y poco dinámica.

Estos razonamientos significan que la política económica mantiene siempre dilemas en su aplicación y las metas que se persiguen dependen de una multiplicidad de factores, muchos de ellos difíciles de predecir. De igual manera, el uso del instrumental técnico como modelos econométricos o la propia teoría económica debe saber combinar de forma armónica, las metas y los objetivos y conforme avanza la aplicación de un programa económico ir incorporando los correctivos que se estimen necesarios. Esto significa también que si bien un programa económico debe mantener una ruta por donde transitar y un norte donde apuntar, llámese estabilidad y crecimiento, debe ir ajustando el programa a que el mismo sea social y políticamente viable. No es ni eficiente ni adecuado ser excesivamente numérico en ciertas metas si el alcance de las mismas conlleva un ambiente de convulsión social. Solo para ilustrar, es preferible modificar una meta fiscal a un valor menos ambicioso, por ejemplo un déficit fiscal del 2.5% del PIB en lugar del 2% del PIB, si tal flexibilidad permite menos agitación social y mayores respaldos políticos. Es correcto también aceptar que poder detectar esos espacios de gestión económica no son de simple observación, hay que aplicar algo de experiencia, de olfato político y acompañar las decisiones con negociaciones con varios sectores.

Esta dificultad de la aplicación de un programa económica debe mantener determinados principios no negociables sin los cuales cualquier gobierno termina siendo rehén de grupos políticos y cada vez menos responderá a sus propias decisiones. Un principio es la coherencia en las políticas que aplica. Si hay decisión de sanear las finanzas públicas, la flexibilidad va por decisiones que pueden ser ajustadas pero sin perder el horizonte ni la dirección. Es preferible, solo como ejemplo, una reforma tributaria que aplique ajustes menores pero que no se torne en un freno para la actividad económica, es decir, mejor sería recaudar menos por la reforma pero recuperar los ingresos por la mayor recaudación producto de una mayor actividad productiva.

Otro principio a defender es dejar muy presente que el actor que define la política económica es el gobierno y que su apertura a escuchar y a hacer ajustes a un programa jamás podrá implicar una pérdida de autoridad en materia de política económica. Es también absolutamente inaceptable que las posturas de grupos opuestos políticamente a un gobierno destruyan un programa económico, eventualidad que se puede producir cuando por satisfacer determinadas demandas se modifiquen las metas, los objetivos y obviamente los resultados de un programa económico.

Lo perfecto es enemigo de lo bueno. Se debe aplicar un manejo económico que preserve siempre la dirección y la profundidad de las acciones, así como la oportunidad de cuándo se las aplica. La economía es una ciencia social no es una ciencia exacta como la física o las matemáticas y, por lo tanto, debe buscar lo mejor de su aplicación dadas las restricciones que siempre habrán. (O)

loading next article
10