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En esta nueva era, los títulos académicos y las altas calificaciones ya no garantizan nada; lo realmente importante es el ser, la marca personal (la consistencia entre lo que siente, piensa, dice y hace una persona), lo cual genera credibilidad, ejemplo y, aporte de valor a la sociedad.

26 Junio de 2024 15.35

La vida sigue su ritmo, dinámicamente pasando y generándonos oportunidades y bendiciones, mientras el tiempo ineludiblemente avanza, sin detenerse y peor aún sin retroceder; y, en un momento dado, nos damos cuenta de que (sin generalizar), los mejores alumnos del colegio - lo digo con respeto - no todos se destacaron en la vida. Esto puede significar que, las calificaciones escolares, al final del día, no son determinantes en el éxito de una persona y de su aporte a la sociedad.

La educación del niño que nació hoy, empezó con sus padres hace 21 años. El primer y quizás uno de los más importantes grados de educación, es en la niñez, mediante la influencia que se recibe en casa, fruto de un condicionado entorno familiar, social - económico - cultural y hasta religioso, lo cual se vierte en la inocente mente receptiva del niño. 

I Educación Escolar: El segundo vital momento, es la educación escolar, en la que se centra esta columna. El sistema educativo presenta serias deficiencias; corresponde a otra era, a la industrial, en la cual se preparaba a la gente para trabajar en fábricas. El presente sistema educativo disminuye la creatividad y la solidaridad, fomentando el sálvese quien pueda, por ende, contribuyendo al acoso escolar (bullying), pero no solo en estudiantes, sino desde el mismo sistema. A consecuencia de esto, se ha generado  tal presión, que para muchos jóvenes el colegio es un verdadero martirio; y, para los padres, un  obligatorio y muchas veces costoso “hospedaje social”, en el cual descargamos nuestra responsabilidad,  mientras ciegamente salimos a ganar dinero, olvidando lo trascendente, esto es el afecto, la atención y compañía a los hijos, produciendo desconexión y falta de comunicación,  lo cual no se puede comprar ni recuperar en el tiempo, por más dinero que lleguemos a tener. Y, luego, nos preguntamos con preocupación y tristeza ¿por qué existen altas tasas de suicidios diarios en el mundo en niños y jóvenes, fruto del acoso escolar?   

Curiosamente, existe más preocupación en la  inversión en instalaciones  de escuelas y colegios; pero no hay en muchos casos, una profunda preocupación ni real prevención ni seguimiento en lo que respecta a las emociones de los estudiantes, a fin de parar ese oculto sufrimiento de sentirse excluidos, incomprendidos, fuera de los grupos de referencia; de lo que realmente se siente en  la profundidad y soledad  del alma adolorida, pero que los estudiantes callan por temor, por vergüenza, por inseguridad, muchas veces por no tener cerca a profesores y por aún a  los padres con  quien poder hablar y desahogarse.

II El mundo cambió, la educación No: Sí, el mundo cambió, pero la educación No, es la misma, memorista, basada en la inteligencia matemática y dejando de lado o menospreciando otras inteligencias; se castiga el error y premia el individualismo; cuando en verdad, en el examen de la vida, en donde realmente se ganan los partidos, es justo lo contrario, de los errores se aprende y se obtiene experiencia, y el trabajo que trasciende es en equipo (suma de competencias) y no el individual. El uso del “uniforme” induce a una educación de rebaño, “si no cabes y no te adaptas renunciando a tu verdadero yo, no puedes formar parte del grupo…”; y, si a esto le sumamos la criminal “ideología de género” en menores de edad y la injerencia política en el pensum (me refiero principalmente a la del socialismo del siglo XXI), realmente el tema se vuelve muy grave, no solamente para las familias, sino para la sociedad, y por ende para la posibilidad de que el país pueda avanzar y aportar al mundo. 

III Un nuevo Sistema Educativo: Con sentido de urgencia y eminente responsabilidad, debemos considerar impulsar  un nuevo sistema educativo, moderno y acorde a esta era, en la cual se permita equivocarse a fin de aprender, se privilegie al ser, el trabajo en equipo, la creatividad, la solidaridad, la sensibilidad social y ambiental, la ética, el liderazgo, el asumir riesgos, la comunicación, el emprendimiento, la resiliencia, la educación financiera, etc.

Preguntémonos ¿dónde queda la niñez, si las horas de clases y deberes son abrumadoras?  Por qué no reflexionar en niños que, sin calificaciones ni etiquetas puedan ser más felices, entonces ¿por qué no pensar en un nuevo sistema que gradualmente sea sin calificaciones, pero sí en motivaciones y recompensas en función de los talentos y logros alcanzados en función de las propias competencias? 

La auto educación es de por vida, con mayor motivo si la información cambia con tanta rapidez. En esta nueva era, los títulos académicos y las altas calificaciones ya no garantizan nada; lo realmente importante es el ser, la marca personal (la consistencia entre lo que siente, piensa, dice y hace una persona), lo cual genera credibilidad, ejemplo y, aporte de valor a la sociedad.

¡Todo indica que, los partidos se ganan en la cancha de la vida, y no en el pizarrón de las aulas! (O)

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