En pasados días el Ministerio de Agricultura y Ganadería del Ecuador (MAG) presentó una sorprendente como interesante publicación llamada "Manual técnico para el manejo del cultivo de cannabis no psicoactivo y cáñamo industrial". En 134 páginas, dedicadas a productores e inversionistas, se abordan temas que van desde labores culturales hasta el mejoramiento genético, pasando por costos de producción, cosecha y controles fitosanitarios, de un sembrío que hasta poco era injustamente vedado por la legislación nacional.
Los autores- técnicos ecuatorianos en su mayoría-representan al MAG, al INIAP, a la Facultad de Ciencias Agrícolas de la Universidad Central (UCE) y al Custer de Industrias de Cannabis y Cáñamo del Ecuador (CICCE), organización que cuenta con varios "licenciatarios" o agricultores pioneros que no dudaron en poner sus experiencias y conocimientos al servicio de este nuevo reglón exportable.
Si bien se atribuye a China la domesticación del cultivo del cáñamo, otras regiones del Asia Central y Europa, desde hace miles de años, la sembraron como planta productora de una fibra, apta para la fabricación de cables, sogas, redes de pesca y papel. En el pasado siglo, Sudamérica también se interesó en su explotación, destacándose Argentina donde la plantaron, cosecharon y exportaron con gran suceso hasta que, en la década de los cincuenta, su cultivo fue prohibido, con el argumento que toda planta de cannabis debía ser tratada como droga, demostrando que los peores enemigos de esta planta son los prejuicios y el desconocimiento.
En la actualidad y por la versatilidad de las aplicaciones industriales del cáñamo, China, Francia, Polonia, Canadá, Argentina- con renovada legislación- entre otros países registran importantes extensiones de tierra, dedicadas a un cultivo que cada vez más es requerido por sectores fabriles del mundo entero que buscan fibras naturales, aceites de extraordinaria calidad o semillas con gran capacidad nutricional.
En la clasificación botánica o taxonómica, el cáñamo corresponde al nombre de Cannabis sativa, hay otras dos especies dentro de esta familia, denominadas Cannabis indica y Cannabis ruderalis que también tienen relevancia y que básicamente se diferencian por su morfología o configuración. Sin embargo, la principal disparidad está en el contenido de THC (Tetrahidrocannabinol) que es el compuesto psicoactivo del cannabis y la presencia del CBD (Canabidiol) combinado químico primordial para el empleo medicinal de esta planta, por ello el nombre cáñamo alude a las especies que se cultivan para la producción de fibra y semilla y no para la producción de psicoactivos.
Mientras la mediana y gran industria farmacéutica mundial, estudiaba, experimentaba y comercializaba el CBD tanto en salud humana como en veterinaria, con óptimos resultados; recién el año 2019-ante reiteradas evidencias científicas- se autorizó su empleo en Ecuador. La presión de visionarios agricultores determinó que en 2021 se regule la importación, siembra, comercialización y exportación de productos que contengan cannabis no psicoactivo o cáñamo con menos de 1% de THC.
Dependiendo del destino de la cosecha-sea para fibra o uso medicinal- el cultivo se lo realiza en campo abierto o en invernadero, también la variedad de semilla a sembrarse está en relación con su finalidad, igual puede decirse de la densidad de siembra o número de plantas por hectárea, en todo caso lo que se exporta es la biomasa que servirá de "materia prima" para las factorías del mundo.
Modernas aplicaciones
Durante siglos el cáñamo ha sido utilizado en diversas industrias, los avances tecnológicos han potenciado sus usos, así, por ejemplo, la fibra es bienvenida para la producción de textiles- hilos, telas y tejidos requeridos hasta por casas de alta costura- o la elaboración "ecológica" de papel y derivados. Sus modernas cuerdas, sogas y cables "no tienen competencia" por su duración y resistencia según reporta el sector naviero internacional. En la construcción se lo emplea como material de aislamiento térmico y acústico y desde hace unos años brilla la calidad de los bloques y del hormigón de cáñamo.
El cannabis o cáñamo es una oleaginosa, y su aceite es muy valorado en sectores industriales relacionados con la fabricación de biodiesel o bioetanol, sin dejar de lado la capacidad para generar energía a través de la combustión o la producción de biogás.
Firmas dedicadas a producción de cosméticos han encontrado en el aceite de cáñamo un notable insumo para la elaboración de exclusivos mejorantes dermatológicos y capilares, pero es la industria alimenticia la que usando las enormes condiciones nutritivas de la semilla de cáñamo- reconocida como la segunda fuente de proteína vegetal y con alta concentración de omega 3,6 y 9- ha elaborado dietas y suplementos enfocados a la alimentación de humanos y animales.
El CBD ha traspasado sus aplicaciones iniciales- analgésico y relajante-para demostrar su eficacia como antiinflamatorio, combatir ciertas formas de epilepsia, ansiedad y estrés, además de ser muy efectivo en trastornos del sueño. Sus formas comerciales han evolucionado también: cremas, pomadas, goteros, pastillas y cápsulas aparecen en vitrinas de farmacias y supermercados. La industria farmacéutica sigue investigando, encontrando nuevas oportunidades para este natural recurso medicinal cuya orden, generalmente resulta insuficiente.
Otro cultivo prometedor
Así como las flores, los espárragos o el brócoli hoy el cáñamo industrial se proyecta como novísimo recurso agrícola exportable, datos provenientes del MAG, revelan que al momento en el Ecuador hay una extensión cercana a las 2500 hectáreas dedicada a su cultivo, siendo la provincia del Guayas la de mayor siembra con 1000 hectáreas, seguida por Pichincha con más de 500 hectáreas e Imbabura con una cifra alrededor de 400 hectáreas.
Para el año 2025 se esperan ingresos por un valor superior a los 18 millones de dólares y la proyección es totalmente ascendente por varios aspectos: creciente demanda internacional, índice de productividad elevado, variedades adaptadas a condiciones agroecológicas locales: altitud, temperatura, suelo, riego y fundamentalmente luz, lo que en su conjunto dan al cáñamo producido en Ecuador un plus tan extraordinario como su futuro. (O)