Forbes Ecuador
exito
Columnistas
Share

No somos la lista de nuestros logros ni el peso de nuestros fracasos. Somos la forma en que hacemos las cosas, los valores que elegimos y las razones que nos mueven. Eso es lo que, a cada uno a su manera, lo acerca al verdadero éxito, como sea que este se vea para ti.

30 Octubre de 2025 09.19

"No somos lo que hacemos" es una frase que hemos escuchado muchas veces, quizá tantas que parece haber perdido parte de su significado. Sin embargo, al analizarla profundamente comprendemos que encierra una verdad que muchas veces ignoramos: necesitamos redefinirnos de una manera distinta a la que estamos acostumbrados.

Vivimos en una sociedad que tiende a valorar más lo que producimos que lo que realmente somos. Hemos caído en la trampa de acumular títulos, certificados y reconocimientos para demostrarle al mundo que sí, que somos  "suficiente" para ese puesto, ese proyecto o esa oportunidad. Pero, al definirnos solo por lo que esperan de nosotros, terminamos siendo parte de lo "normal", aceptados socialmente. Y entonces surge la pregunta: ¿qué es lo que verdaderamente nos hace distintos y especiales en lo que hacemos?

Cuando pienso en las personas a quienes admiro, noto que lo que han logrado no proviene de una obsesión por demostrar su valor ni del tamaño de su currículum. Su impacto nace de cómo hacen las cosas y, sobre todo, de por qué las hacen.

Creo que nos equivocamos cuando buscamos validación externa para sentirnos valiosos, como si la aprobación de los demás fuera lo único que importara. Lo hacemos porque tenemos miedo al rechazo, a no encajar, a ser diferentes. Pero ¿qué pasa cuando uno quiere más que ser validado y aceptado? El cambio ocurre cuando dejamos de hacer cosas para darnos valor y pasamos a reconocer nuestro valor primero, dejando que eso impacte en lo que hacemos y en quienes nos rodean.

Llevemos esta idea al mundo laboral. En el día a día, el verdadero líder no es quien tiene un diploma en liderazgo, sino quien inspira con el ejemplo. Los cargos altos no se logran por la cantidad de títulos acumulados, sino por constancia, carácter y, desde mi perspectiva, también por amabilidad, pasión y autenticidad.

Las personas crecemos viviendo, equivocándonos, aprendiendo. Y es ahí cuando lo "diferente" se convierte en nuestro verdadero valor agregado, porque nuestro camino es único, y aceptarlo es darnos permiso para ser distintos. Lo que realmente genera impacto no es la hoja de vida, sino cómo trabajamos y qué valores priorizamos: ¿transparencia?, ¿honestidad?, ¿responsabilidad? Esas son las cualidades que hacen que confíen en nosotros y que nos permitan aportar lo mejor en el puesto en el que estamos.

Más aún, lo que define nuestro rumbo es por qué hacemos las cosas. Porque cuando llegan las dificultades, necesitamos un motivo real que mueva nuestra alma: la familia, la educación de los hijos, un sueño personal, un proyecto de vida, incluso ese viaje que llevamos años deseando hacer. Ese "por qué" es lo que evita que nos rindamos.

Al final, no somos la lista de nuestros logros ni el peso de nuestros fracasos. Somos la forma en que hacemos las cosas, los valores que elegimos y las razones que nos mueven. Eso es lo que, a cada uno a su manera, lo acerca al verdadero éxito, como sea que este se vea para ti.

Porque no hay nada más poderoso que ser bueno en tu trabajo por hacerlo desde lo que eres. Y eso, precisamente, es lo que te hace único para ese puesto. (O)

 

10