Mujeres power, en Ecuador o en cualquier país del mundo, son aquellas que más allá de lograr fama, fortuna o poder, deciden hacer buen uso de la voz que ese dinero o ese poder otorgan. 

Mujeres power son aquellas que cambian las reglas no sólo para ellas, sino para todas las otras mujeres.  Son aquellas que pueden reescribir las normas, cambiar los códigos, abrir puertas, y hacer nuevos caminos.   

Para ello deciden no limitarse por el miedo, aunque lo tengan; escogen tomar sus propias decisiones, eligen tener autonomía, enfrentan los retos, pagan los precios, viven soledad.  Cuando disfrutan sus éxitos, que entienden son fugaces, vuelven rápidamente a la lucha de cada día para ser más, para ser mejores, para lograr más objetivos, para seguir avanzando.  Su felicidad no está en el resultado, sino en el recorrido. 

Las mujeres power batallan cada minuto para mantener el equilibrio, para reconciliar todos los aspectos de sus vidas.  El reto imposible:  cuidar de su pareja y de su familia y dar el 100% en su trabajo o actividad.  A las mujeres power les quita el sueño fallar en su misión de proteger, educar y amar a sus hijos.  A las mujeres power también les atormenta la posibilidad de fallar en su trabajo. Las mujeres power quieren tenerlo todo.  Y cuando lo logran, cuando por fin llegan a la meta, no sólo ganan el premio, sino que le enseñan a la sociedad que es posible ganarlo.  Rompen paradigmas.  Abren trochas.  Su éxito es el éxito de todas. 

Hay que entender que estas mujeres valerosas toman la decisión de ser power. No es un golpe de suerte o un momento de fortuna.  No es casualidad.   Son mujeres que están dispuestas a la constante búsqueda, toman la elección de guerrear, de combatir, de enfrentar y perseverar.  Tienen la férrea convicción de no ceder ante los retos o resistencias.   Hacen lo que se requiere.  Le dedican el tiempo y el esfuerzo. Eligen no sucumbir.   

Su victoria es el resultado de una vida de esfuerzos y de sacrificios.  Plantean y replantean.  Revisan. Evalúan. Corrigen. 

Sus historias dejan huella.  Llegan al nivel más alto y mandan un mensaje claro y contundente:  se puede y se debe.  Le muestran a otras mujeres como se hace.  Allanar el camino para las siguientes generaciones.  Vencen paradigmas.  Desmienten prejuicios.  

Ser parte del Forbes Summit de Mujeres Power 2022 fue un honor inmenso.   Pero más allá de la emoción ante el reconocimiento, esta participación me obligó a preguntarme si yo soy en realidad una mujer power.  ¿Lo he hecho bien?  ¿He logrado objetivos importantes?  ¿He cambiado algo para alguien? 

Ecuador es un país machista y violento. Mas del 60% de las mujeres en el Ecuador reporta haber sido víctima de algún tipo de violencia.  La disparidad salarial es evidente: en el 2018 de la masa salarial del país por un valor de US $25 985 172 586, el 60% lo recibieron hombres y el 40% mujeres. (Esto quiere decir que tanto en el sector público como en el sector privado se contratan menos mujeres y que a las que se emplean no se les paga lo mismo que a sus pares hombres, esto a pesar de que la población femenina es de aproximadamente el 50,5% de la población total).  Apenas el 34% de las empresas en el Ecuador están presididas por mujeres.  
Mi mundo es predominantemente masculino. Yo también he sido víctima del machismo.   

No estoy segura de que soy una mujer power, aunque no niego que me encanta el titulo!!  De lo que si estoy segura es de que estoy lista para la pelea:  mi pelea y la pelea de todas. El objetivo: un Ecuador próspero, seguro, igualitario y avanzado. 

Quiero un mejor país para mis hijos.  Quiero que mi hijo y mi hija tengan las mismas oportunidades.  No quiero que ninguno sienta más limitaciones que las suyas propias.

Me comprometo con ellos y con los hijos de otros a hacer todo lo que esté en mis manos para que esto suceda.   
No se si esto me hace power, pero 100% la posibilidad me hace feliz. (O)