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No nos limitemos a cumplir con nuestras obligaciones de ley, si no también tomando iniciativas propias que contribuyan al avance de la sociedad. Por último, no nos dejemos llevar por nuestros impulsos, pensemos en lo que decimos/escribimos, y demos valía a nuestras críticas tornándolas en propuestas de valor.

07 Octubre de 2022 15.44

Quizás por nuestras ocupaciones, o tal vez por desidia, muchos olvidamos que la condición de miembros de una sociedad nos impone la responsabilidad de aportar al desarrollo de esta. Es importante recordar que no solo los políticos y empleados públicos están llamados a servir a la sociedad. Todos lo debemos de hacer y, por cierto, no solo en ocasiones aisladas. 

Durante el primer cuatrimestre del año 2023, cumpliremos con varias de nuestras responsabilidades más importantes: (a) ejercer el voto en las elecciones; (b) servir en las juntas receptoras de voto; (c) pagar impuestos, etc. Los anteriores, son ejemplos de deberes previstos por ley, sin embargo existen también responsabilidades que debemos cumplir por voluntad propia. 

Para fortalecer la convivencia en nuestra sociedad, todos debemos aportar siendo solidarios y cooperativos. Ayudar a un anciano a cruzar la calle, cuidar el medio ambiente, colaborar en juntas barriales, participar en un gremio, apoyar con ideas constructivas, son ejemplos de actividades que contribuyen a mejorar a nuestra sociedad.

En palabras del escritor británico Edward Morgan Forster, “dos hurras por la democracia: una porque admite la variedad y dos porque permite la crítica”.  Criticar a las autoridades y/o instituciones públicas es una de las formas más populares de contribuir a la sociedad; sin embargo, al hacerlo debemos ser cuidadosos. Ser crítico de las autoridades está muy lejos de ser antipatriótico. De hecho, la mayoría de las críticas se basan en el amor por la patria, la preocupación por el bienestar común, y la fe que tenemos en nuestro país. 

Sin perjuicio de lo anterior, si las críticas NO son constructivas, dejaremos de aportar positivamente a nuestra sociedad… por el contrario crearemos incertidumbre y aportaremos al desorden civil. La gran diferencia entre la crítica constructiva y la destructiva, radica en cómo se realizan los comentarios. Mientras que la crítica constructiva se enfoca en fortalecer a la otra persona, la crítica destructiva se enfoca en lo negativo. La retroalimentación puede ser vaga y, a menudo, carecer de orientación y apoyo.

Años atrás las críticas NO constructivas “adornaban” las paredes de nuestras ciudades mediante los grafitis, hoy en día “adornan” los muros de las redes sociales, llenan los “hilos” de Twitter, y copan los grupos de WhatsApp. Estoy seguro que todos sentimos la necesidad de expresarnos sobre los eventos políticos del día a día (es parte de la naturaleza humana), es por esto que quienes deseen expresarse lo deben hacer responsablemente, esto quiere decir: sin insultos y con propuestas de mejora. 

Aprovechemos esta época del año para ejercer nuestras responsabilidades cívicas contribuyendo con propuestas positivas, claras y realizables. No nos limitemos a cumplir con nuestras obligaciones de ley, si no también tomando iniciativas propias que contribuyan al avance de la sociedad. Por último, no nos dejemos llevar por nuestros impulsos, pensemos en lo que decimos/escribimos, y demos valía a nuestras críticas tornándolas en propuestas de valor.  (O)

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