Hoy en día Fito Páez, tremendo músico argentino, es la nueva moda de Netflix. Sus canciones de pronto vuelven a sonar y las nuevas generaciones están descubriendo quién es el rosarino que puede jactarse de tener el disco de rock más vendido en la historia en Argentina (El amor después del amor). Y todo esto no está mal.
Páez es un referente de la música del país de Perón, Borges y Maradona. En un ranking muy personal lo ubico detrás de Charly García, Luis Alberto Spinetta y Gustavo Cerati. Tuve el placer de verlo y escucharlo en vivo en diciembre de 2002, en un legendario concierto en Quito que terminó abruptamente gracias a una rabieta de Charly García, quien fue retenido por la Policía en su camerino por no cumplir con su parte del show, en el que también participaron Cerati y Páez.
Más allá de la anécdota, en estas últimas semanas me dejé llevar por la nostalgia y volví al disco 'Enemigos Íntimos,' de Joaquín Sabina y Fito Páez, lanzado en 1998. Entre las 14 canciones del álbum, maravillosas todas, siempre me engancho con 'Si volvieran los dragones', una obra cumbre del español y el argentino, en la que ironizan sobre el rumbo que tomaba entonces la humanidad, se ríen de las contradicciones en las que siempre vive el hombre y critican a una sociedad frívola y descorazonada.
Es necesario entender el contexto del disco: el siglo XX estaba por terminar, se empezaba a masificar el internet, Argentina estaba por entrar en una de sus mayores crisis sociales y económicas, mientras que España intentaba dar el salto al primer mundo. Los valores estaban en entredicho y los referentes de la humanidad -esos dragones que trascienden y están más allá del bien y del mal- empezaban a escasear.
25 años después de la aparición de 'Si volvieran los dragones' el mundo es distinto y es igual a la vez. Las tecnologías que recién gateaban en 1998 hoy en día dominan y abruman en ocasiones el día a día de mujeres y hombres. La sociedad se polariza a diario, la política está más podrida y los valores cuentan poco. Aún así, la humanidad vive un momento único, con indicadores sociales y económicos que dejan claro que hoy estamos mejor que nunca, digan lo que digan los negacionistas.
Sin embargo hacen falta dragones, referentes, mujeres y hombres imprescindibles, honorables. Estos personajes, al menos en Ecuador, siempre surgen de espacios como la academia o la cultura (casi nunca de la política). Ejemplos de dragones que nos acompañan son Simón Espinosa, Dora Ampuero, Antonio Polo o Susana Cordero; entre los que ya no están podemos mencionar a Isabel Robalino, Tránsito Amaguaña, Santiago Gangotena, Mario Jaramillo, Luis Alberto Luna, Hugo Ordóñez o Alfredo Pareja Diezcanseco.
En tiempos de muerte cruzada e incertidumbre social es de esperar que surjan en el país dragones, referentes, personajes disruptivos que sean ejemplos de las nuevas generaciones. No embusteros, ni falsos mesías, sino personas con principios y valores bien cimentados.
“Si volvieran los dragones a poblar las avenidas de un planeta que se suicida...”. (O)
