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El conflicto sobre Ucrania ha vuelto a poner en el escenario mundial el absurdo y el peligro de la guerra fría. No es una competencia en salones diplomáticos entre líderes mundiales, es la amenaza de un desalmado dotado de armas nucleares.

26 Enero de 2022 11.58

El novelista ruso Alexander Solzhenitsyn conocía muy bien el alma rusa y la naturaleza de sus líderes porque fue soldado del ejército rojo, prisionero político de su gerontocracia y partidario de Vladimir Putin. Cuando sólo quedaban despojos del Imperio comunista ruso, Solzhenitsyn decía: “Para nosotros, en Rusia, el comunismo es un perromuerto, mientras que para muchas personas en Occidente, sigue siendo un león vivo”. Parece que ahora es a la inversa, Occidente es quien creía que el comunismo es perromuerto y Putin ha convertido a Rusia en un león vivo.

La hazaña del líder soviético se basa en la explotación del nacionalismo ruso que le ha permitido recuperar no solo el orgullo nacional sino también la economía, la fuerza militar, el prestigio internacional como potencia y la capacidad de asustar a Europa. El hombre que les ha devuelto la fe en su país, les ofrece también la esperanza de recuperar el imperio perdido. 

En las repúblicas Bálticas, Ucrania, Rumania, Bulgaria y hasta Polonia, el temor se basa en la certeza de que Rusia tiene 150.000 soldados en la frontera y 160 buques en el mar, que invadirá Ucrania y después irá tras ellos. 

Los escenarios del terror

Rusia ya está en guerra, en la llamada guerra híbrida. Desde que comenzó este año, se han difundido en Ucrania 300 alarmas falsas de bombardeos en centros comerciales, aeropuertos, oficinas públicas, para sembrar el terror. 

El primer escenario es una guerra convencional con la invasión a Ucrania sin respuesta bélica sino sanciones económicas que no harían retroceder a Rusia; la repetición del escenario de la península de Crimea.

El segundo escenario es activar a los rusos y prorusos en territorio ucraniano para desestabilizar al gobierno hasta poner un presidente marioneta. Este escenario no representaría una humillación insoportable para Estados Unidos y la Unión Europea; parecería un desarrollo político interno con la decepción total de los Ucranianos y pánico de los miembros de la OTAN que Rusia quiere sin tropas extranjeras.

Un tercer escenario es llevar hasta el límite la presión y la amenaza para terminar con un acuerdo diplomático de última hora. Incluso en este escenario, Putin saldría ganando porque se habría probado como una potencia mundial, capaz de infundir terror y delatar las debilidades de Estados Unidos y la división de la Unión Europea, dejando intactas las pretensiones expansionistas de Moscú. 

El retorno de la guerra fría

Los menores de 40 años no vivieron la guerra fría y por eso no entienden ni la gravedad de la crisis de Ucrania ni el sentido de los hechos y las noticias. El apogeo de la guerra fría se dio cuando el mundo era bipolar, con dos potencias hegemónicas que se amenazaban, establecían líneas rojas y se repartían el mundo.

Al término de la guerra mundial los ganadores se repartieron Alemania a la que habían derrotado. Rusia, Inglaterra, Francia y Estados Unidos dividieron Alemania en cuatrro y como la capital, Berlín, quedaba en medio de la parte que le correspondió a Rusia, también dividieron en cuatro. Las tres potencias occidentales hicieron un solo país, libre y próspero, pero Rusia implantó el aborrecible sistema comunista y arruinó Alemania Oriental. 

Para evitar que todos se pasaran al sistema capitalista, Rusia construyó un muro a lo largo de las dos alemanias y convirtió a Berlín, o la mitad de Berlín, en una isla amurallada y arruinada. Berlín era un escaparate que mostraba de un lado el progreso, la libertad, el dinamismo comercial, y de otro lado la penuria, la esclavitud y la tristeza. 

La Rusia de Putin está reeditando la guerra fría y aspira a competir por la hegemonía mundial. Dos potencias dotadas de armas nucleares no pueden llegar a una confrontación directa, por eso inventaron la guerra fría. El presidente de Estados Unidos Ronald Reagan decía que la guerra nuclear no se puede ganar y por tanto no se puede librar. En esta nueva guerra fría hay una nueva potencia, China, que puede estar esperando que se debiliten las otras dos potencias para facilitar su dominio.

La desunión de la Unión Europea

¿Por qué Putin se embarca en esta aventura y se presenta ante el mundo en actitud de perdonavidas? Porque sus ciudadanos le apoyan y porque es el momento de mayor debilidad de su enemigo. Estados Unidos es quien tiene ahora la gerontocracia, vive una lucha interna entre demócratas y republicanos que impide decisiones ágiles, audaces y eficaces como las que tomó John Kennedy, en la anterior guerra fría, haciendo retroceder a Krushev y mandándole de regreso con los misiles que quería instalar en Cuba. Biden se ha limitado a las amenazas de sanciones económicas.

La unión Europea no actúa de manera unitaria porque depende del gas soviético. Con los precios de la energía en picos nunca alcanzados a pesar de subsidios estatales, no puede darse el lujo de confrontar con Rusia. La provisión de gas es el arma más letal de Rusia contra Europa. España hace un gesto de apoyo insignificante, Francia promueve su propio diálogo con Rusia y Alemania veta la entrega de armas a Ucrania. Putin ya ha conseguido lo que busca desde que era un simple espía de la KGB, provocar la desunión de Occidente.

Los espantados líderes de Occidente no han visto lo que es evidente desde hace tiempo y no han hecho lo que hace tiempo debieron haber hecho. No han visto que Putin es un peligro mundial, capaz de atrocidades como en Chechenia, Siria, Georgia y Crimea. Capaz de envenenar a sus adversarios, usar armas químicas en Siria, intervenir en elecciones de países democráticos y de realizar operaciones cibernéticas en Europa. Y, como dice Simon Tisdall del diario The Guardian,  en lugar de tratarlo como un líder mundial debieron convertirle en un paria internacional, persegurlo en las cortes internacionales por sus crímenes en otros países, por sus crímenes de guerra y sus crímenes contra la humanidad. Debieron sancionar a sus compinches, quitarle su dinero, limitar sus contactos diplomáticos y encontrar fuentes alternativas de energía. (O)

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