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Nunca existirá el momento oportuno para tomar decisiones, algunas más difíciles que otras, siempre habrá el fantasma del costo político de ciertas acciones económicas, pero lo cierto es que sin estas políticas públicas será muy difícil esperar un mejor futuro para el Ecuador.

07 Junio de 2024 15.37

El gobierno acaba de recibir la aprobación del Directorio del FMI para el programa económico acordado con el staff de esa Institución por USD 4 billones a 4 años plazo. Dicho convenio deberá ser ejecutado y aplicado por el actual y el próximo gobierno que se instale el 24 de mayo del 2025. Los desembolsos se realizarán en USD 1.5 billones el 2024, USD 1.25 billones el 2025, USD 0.5 billones cada año el 2026 y 2027 y USD 0.25 billones el 2028. Eso significa que casi el 70% del total se desembolsará entre el actual y el siguiente año, pero las metas establecidas deberán ser parte de la agenda del actual y próximo gobierno. La tasa de interés del 5% anual es mayor a programas anteriores por el incremento de las tasas de interés del mercado internacional, con un plazo de pago de 10 años y un período de gracia de 4 años y medio.

Este acuerdo era inminente y necesario para el país, pues el déficit fiscal del USD 5.7 billones del 2023 más los atrasos superiores a los USD 5 billones del año pasado a los que se suman los del presente año, hacían imposible su financiamiento sin recursos frescos del exterior. Así mismo, está previsto que el resto de multilaterales como el BID, el Banco Mundial, el FLAR, la Agencia Francesa de Desarrollo y la CAF aporten otros USD 10.2 billones en el período analizado, con lo cual lo estimado a recibirse en el período puede llegar a USD 14.2 billones. Esta cifra es superior al pago de amortizaciones de la deuda pública externa en más de USD 2 billones con lo cual el valor neto será positivo y permitirá aumentar la liquidez y atenuar, aunque no resolver totalmente, las tendencias recesivas de la actualidad.

Sería muy difícil haber pretendido fortalecer la estabilidad macroeconómica sin este acuerdo, no solo por los montos involucrados sino por el programa económico y el necesario ajuste que debía introducirse. Así mismo la señal internacional de este acuerdo es favorable, pues es también un mensaje de confianza de los multilaterales en el manejo económico a pesar de las preocupaciones que existen sobre el impacto del entorno político y el proveniente de la campaña electoral a iniciarse a finales del presente año.

A pesar de estos aspectos positivos del acuerdo, la gravedad de la situación económica y los problemas estructurales que arrastra de años anteriores rebasa los impactos positivos del convenio, pues hay reformas económicas necesarias e importantes que el país no ha podido avanzar sin las cuales el escenario a mediano plazo se torna oscuro y poco confiable. En el propio acuerdo con el FMI se menciona que el crecimiento económico podrá llegar al 2.5% el 2028, lo que significa que serán 4 años con crecimientos muy modestos que más se acercarían al estancamiento que al crecimiento, pues la población se incrementa en el 1.5% anual. Esto a su vez implicaría muy bajas posibilidades para mejorar el empleo y los indicadores de pobreza. Este escenario podría significar una década sin crecimiento económico, lo cual a su vez podría ser socialmente muy complicado para mantener la paz social y política y hasta la seguridad ciudadana.

Por estas razones el definir un arreglo definitivo a los subsidios especialmente los relativos a los derivados del petróleo, no solo gasolinas sino GLP y diesel, la reforma pensional y de salud a la seguridad social, las reformas institucionales en entidades como Petroecuador, la necesaria modernización a la legislación del mercado del trabajo a pesar de la última negativa a la opción del trabajo por horas preguntada en la Consulta Popular, la búsqueda de inversiones para sector petrolero y minero también a pesar de la reciente negativa a producir más petróleo en el bloque 43 y a las presiones de grupos anti minería, la reducción del excesivo tamaño del estado, la reestructuración amigable y de mercado con los tenedores de bonos y deuda externa bilateral, especialmente con la China, y la urgente decisión del rol del estado a que deje de participar en actividades empresariales donde los resultados han sido fallidos, forman parte de las necesarias acciones  para darle mayor viabilidad de recuperación económica al país.

Nunca existirá el momento oportuno para tomar decisiones, algunas más difíciles que otras, siempre habrá el fantasma del costo político de ciertas acciones económicas, pero lo cierto es que sin estas políticas públicas será muy difícil esperar un mejor futuro para el Ecuador. (O)

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