Baiju Bhatt, cofundador multimillonario de la empresa de corretaje minorista Robinhood, fundó su empresa Aetherflux en 2024 para utilizar paneles solares en el espacio para recolectar la luz solar y transmitir esa energía a la Tierra para usarla como electricidad.
Ahora amplió esa idea hacia un proyecto que, por ahora, suena improbable: construir centros de datos en el espacio. ¿Por qué no aprovechar la energía solar para alimentar servidores en órbita, que requieren grandes cantidades de electricidad? "Este año, nos dimos cuenta de que vivimos en una época peculiar donde las necesidades energéticas de la humanidad están cambiando de una forma sin precedentes", dijo Bhatt.

En diciembre, Aetherflux anunció que enviará su primer satélite con chips de inteligencia artificial al espacio a principios de 2027, en un proyecto que llamó Galactic Brain. Y Bhatt no es el único multimillonario tecnológico que piensa en esa dirección. Un mes después de que Eric Schmidt, exdirector ejecutivo de Google, adquiriera la mayoría accionaria del fabricante aeroespacial Relativity Space y asumiera como su director ejecutivo en marzo, confirmó que compró la compañía para construir centros de datos en órbita. En noviembre, Sundar Pichai, director ejecutivo de Google, presentó el Proyecto Suncatcher, que prevé lanzar dos prototipos de satélites equipados con unidades de procesamiento tensorial —los chips de inteligencia artificial desarrollados por Google— para impulsar su modelo de IA, Gemini, a principios de 2027. Este mes, el Wall Street Journal informó que SpaceX, de Elon Musk, y Blue Origin, de Jeff Bezos, también están trabajando activamente en la construcción de centros de datos en el espacio.

Bhatt afirmó que cada satélite de Aetherflux llevará un conjunto de unas 10 unidades de procesamiento gráfico (GPU) interconectadas, un panel solar de unos 93 metros cuadrados —aproximadamente el tamaño de ocho espacios para estacionar autos— y un radiador de 46 metros cuadrados que ayudará a enfriar los chips. Con el tiempo, espera lanzar una constelación de miles de estos nodos para 2030, lo que permitiría realizar tareas de inteligencia artificial en órbita a una escala que compita con los centros de datos en la Tierra. Hasta ahora, la empresa recaudó US$ 90 millones, y según Pitchbook, está valuada en US$ 270 millones.
Actualmente, el modelo económico no cierra. "Sencillamente, la variable más importante para facilitar los centros de datos orbitales será el costo de lanzamiento", afirmó el analista espacial Chris Quilty. Para que operar un centro de datos en el espacio sea más barato en términos energéticos que hacerlo en la Tierra, el costo de lanzamiento debería ubicarse entre US$ 200 y US$ 300 por kilo, según Philip Johnston, director ejecutivo de la startup espacial Starcloud. La empresa, que cuenta con el respaldo de Nvidia, logró este mes entrenar con éxito su primer modelo de inteligencia artificial en el espacio. Hoy, el costo de lanzamiento más bajo disponible ronda los US$ 1.500 por kilo, utilizando el Falcon Heavy de SpaceX.
La ingeniería necesaria para alcanzar ese objetivo todavía no está resuelta. SpaceX logró reducir de forma drástica los costos de lanzamiento, que pasaron de unos US$ 50.000 a apenas unos pocos miles por kilo, gracias al desarrollo de una primera etapa del cohete reutilizable. Esa sección se separa de la segunda etapa después del lanzamiento, pero no llega a entrar en órbita. Sin embargo, nadie diseñó aún una segunda etapa reutilizable, que sí debe alcanzar la órbita y luego regresar a la Tierra en perfecto estado.

Quienes impulsan los centros de datos en órbita sostienen que ese avance tecnológico está cerca, y que hay una razón urgente para mirar hacia el espacio: la red eléctrica en la Tierra no podrá sostener la demanda que generan los centros de datos impulsados por inteligencia artificial. La Agencia Internacional de la Energía estima que, en los próximos cinco años, los centros de datos duplicarán su consumo energético a nivel global. Además, prevé que el consumo vinculado al uso de IA crecerá un 30 % anual, frente al 9 % proyectado para aplicaciones más tradicionales, como el alojamiento web. En el espacio, en cambio, paneles solares de gran tamaño podrían aprovechar la energía prácticamente ilimitada del sol para alimentar los chips de inteligencia artificial.
Starcloud, por ejemplo, calcula que necesitaría un panel solar de 6 kilómetros cuadrados para alimentar un centro de datos de cinco gigavatios en órbita. Según Johnston, si el costo de lanzamiento baja a unos US$ 200 por kilo, el costo total de la energía para operar un centro de datos en el espacio podría caer por debajo de un centavo por kilovatio-hora, frente a los cinco a diez centavos que cuesta actualmente en Estados Unidos.
También existen otros beneficios, al menos en teoría. Los centros de datos no solo requieren grandes cantidades de energía, sino también agua para refrigerar los chips de inteligencia artificial y mucho espacio físico. Además, su construcción suele enfrentar protestas de vecinos y demoras por trámites burocráticos. "Se excava tierra, se conecta a las redes eléctricas locales, se trabaja con las comunidades locales y los reguladores; eso puede llevar de cinco a ocho años para poner en funcionamiento un centro de datos", explicó Bhatt. En cambio, una vez que las GPU se lanzan al espacio, comienzan a operar casi de inmediato.

Pero el costo del lanzamiento no es el único obstáculo. En el espacio no se puede usar agua ni ventiladores para enfriar los chips de inteligencia artificial, ya que no hay ni gravedad ni aire. La única opción es utilizar radiadores que disipen el calor de las GPU en forma de radiación infrarroja. El problema es que aún no se logró diseñar un radiador con una superficie lo suficientemente grande como para enfriar varias docenas de GPU en cada satélite, que además sea liviano y económicamente viable. A eso se suma otro desafío: los chips deben estar protegidos de la radiación espacial, lo que implica más peso y complejidad en el diseño.
También hay que considerar el posible costo de mantenimiento, no solo por el desgaste del hardware, sino por eventuales fallas o accidentes. A esto se suma otro factor: estos nuevos satélites están pensados para operar en la órbita baja terrestre (LEO), es decir, entre 160 y 1.930 kilómetros de la superficie, una zona que ya muestra signos de saturación por la basura espacial y la presencia de otros satélites. Además, la luz reflejada por miles de paneles solares de gran tamaño podría agravar el problema de la contaminación lumínica.
Con todos estos desafíos, no está claro cómo los centros de datos en órbita podrían llegar a ser más baratos o prácticos que los terrestres en un futuro cercano. Sin embargo, eso no frenó a grandes tecnológicas como Google ni a startups como Aetherflux, que ya están invirtiendo en esta idea. Y el interés empieza a materializarse: Johnston aseguró que mantiene conversaciones con el Pentágono para utilizar las GPU de los próximos satélites de Starcloud en el procesamiento de datos provenientes de satélites de defensa. Además, señaló que Crusoe —uno de los mayores desarrolladores de centros de datos, responsable del proyecto Stargate de US$ 500.000 millones para OpenAI— firmó una carta de interés por US$ 13.000 millones para que Starcloud suministre 10 gigavatios de energía a tres centavos por kilovatio-hora durante cinco años, a partir de los primeros años de la década de 2030.

Bhatt evitó dar detalles sobre los clientes actuales de Aetherflux, aunque también mencionó posibles usos en el ámbito estatal. Habló, por ejemplo, del aumento del gasto militar en programas espaciales, como el sistema de defensa antimisiles Golden Dome. “El ejército siempre pagará por capacidades a medida y especializadas, y les pagará mucho más de lo habitual”, señaló Quilty. Según el analista, ya existe demanda para servicios como el análisis de imágenes satelitales y otras tareas vinculadas al espacio. Por eso, aclaró, estos negocios no dependen exclusivamente de reemplazar los centros de datos de inteligencia artificial instalados en la Tierra.
En un plazo de 10 años, este tipo de proyectos podría empezar a concretarse. Algunos multimillonarios, como Jeff Bezos, anticipan que dentro de una década todos los nuevos centros de datos se construirán en el espacio, y que la mayoría estarán destinados a potenciar sistemas de inteligencia artificial. "Mi gran visión para esto es que literalmente construyamos algo que parezca anillos alrededor de la Tierra", afirmó Bhatt.
*Con información de Forbes US.