Esta industria instaló 250 plantas solares
Julissa Villanueva Periodista
Julissa Villanueva Periodista
Deltaglobal S.A. ha escalado en un sector que apenas empieza a tomar forma en Ecuador. Pasó de facturar US$ 466.000 en 2020 a US$ 3 millones en 2024, una evolución marcada por picos de expansión y ajustes propios de una industria en construcción.
Sus orígenes se remontan a Florida, a través de Solar Construction, una compañía familiar dedicada a instalar paneles solares residenciales y comerciales. Con ese know-how, trasladó el modelo a Ecuador en 2010, en un momento en que hablar de energía fotovoltaica aún parecía del futuro.
Quince años después, Delta Global registra 28 megavatios instalados, cuatro más en ejecución, y más de 250 plantas solares operativas en industrias, comercios, camaroneras y entidades educativas. Hoy, la empresa compite en un portafolio de proyectos que supera los US$ 50 millones. Ese monto se refiere a propuestas enviadas a diferentes clientes y que están en proceso de cierre, para su ejecución en 2026. En ese sentido, se muestra como una de las ingenierías especializadas en el ramo.
Esa proyección de crecimiento coincide con un aspecto coyuntural: el país se encamina a un escenario donde la autogeneración dejará de ser opcional. A partir del Decreto Ejecutivo 32, grandes consumidores tendrán hasta finales de 2026 para producir parte o toda su energía, lo que ha acelerado la búsqueda de soluciones solares confiables.
En este contexto, Forbes Ecuador conversó con Javier Alvarado, presidente de Delta Global, quien detalla la evolución del negocio, los riesgos actuales del mercado y los desafíos que enfrenta la industria en los próximos dos años.
¿Cómo describiría la evolución de Delta Global en estos años?
Hemos pasado de instalar kits solares y luminarias LED cuando el mercado era incipiente, a convertirnos en una ingeniería especializada en todo el país. En 2024 facturamos US$ 3 millones y proyectamos cerrar 2025 cerca de US$ 7 millones, impulsados por la demanda industrial. Nuestra fortaleza es la experiencia: tenemos plantas operando desde hace más de cinco años en distintas provincias, lo que nos permite proyectar con precisión la producción energética según la radiación de cada zona.
¿A cuánto equivale instalar 28 megavatios?
Son aproximadamente 50.000 paneles solares, instalados sobre 125.000 metros cuadrados de techos, que generan alrededor de 37 millones de kilovatios-hora al año. Es comparable con suministrar energía a una ciudad pequeña.
¿Qué ha impulsado el aumento de proyectos en el último año?
Hay dos motores. Por un lado, el incremento de tarifas eléctricas y la eliminación del subsidio al diésel, que encarecen la operación industrial. Por otro, el Decreto Ejecutivo 32, que obliga a las empresas de alto voltaje a generar parte o toda su energía hasta finales de 2026. Desde que se emitió la norma, recibimos cotización tras cotización. Las empresas entendieron que la autogeneración dejó de ser un proyecto opcional y pasó a ser parte del costo estructural del negocio.
¿Qué implica el Decreto 32 para ellas?
Es un desafío técnico y financiero. Las compañías tienen 18 meses desde junio de 2025 para poner en marcha sus plantas solares. Pero no se trata solo de colocar paneles: deben diseñar sistemas seguros, certificados y auditables, capaces de operar durante décadas. Las empresas que actúen rápido tendrán mejores retornos, porque podrán reducir su dependencia de la red y asegurar costos energéticos más estables.
¿Cuáles han sido sus proyectos más representativos?
El primero fue Nutrileche, en Cuenca: una planta de 1 MW instalada al salir de la pandemia. Luego Grupo El Rosado, con casi 9 MW en centros comerciales del país. Después vino PepsiCo Ecuador, donde instalamos la primera planta solar auditada bajo normas americanas de seguridad contra incendios. Y nuestro proyecto más reciente es Industria Lojana de Especias (ILE), la primera empresa del país en operar 100% con energía solar, gracias a un sistema que integra generación y baterías de litio. Fue una inversión superior a US$ 2,5 millones.
En una conferencia usted advirtió sobre incendios en sistemas solares. ¿Qué está ocurriendo en el mercado?
Durante el boom pospandemia, aparecieron instaladores sin experiencia ni certificaciones, ofreciendo equipos de baja calidad. Las consecuencias ya se ven: sistemas que presentan riesgo de incendio a partir del tercer o quinto año. En países con regulación, cada planta debe ser aprobada por bomberos y la autoridad eléctrica. En Ecuador no existe esa exigencia. Por eso insistimos: la energía solar es el futuro, pero debe ser un futuro seguro. A veces los clientes llegan para pedirnos que "arreglemos" instalaciones mal hechas, y en ciertos casos simplemente no intervenimos: no podemos comprometer nuestro trabajo sobre una base insegura.
¿Qué prácticas garantizan instalaciones seguras?
Usamos tecnología solar inteligente, que monitorea cada panel, detecta sobrecalentamientos y puede aislar sectores en segundos. Trabajamos únicamente con módulos de doble vidrio, que evitan la degradación, y con estaciones meteorológicas propias para medir radiación y temperatura. Con esa información, garantizamos un performance ratio superior al 85 % durante 30 años, que es el estándar industrial para asegurar eficiencia y retorno económico.
¿Qué significa ese 85 % para un empresario?
Es el indicador que demuestra si la planta está generando la energía proyectada. Un performance ratio de 85 % significa que la planta convierte en electricidad el 85 % de la radiación recibida, descontando pérdidas normales. Eso se traduce en cumplir el estudio financiero original, año tras año.
¿Cómo se prepara el sector para la obligatoriedad de 2026?
Estamos entrando en una etapa de madurez y selección natural. Las empresas que trabajen con ingeniería certificada permanecerán; las que improvisen, no. Los próximos dos años definirán la estructura real del sector. Nos enfocamos en mantener estándares, escalar proyectos industriales y expandirse regionalmente.
¿Cómo ha cambiado su modelo de negocio?
Partimos en 2010 vendiendo pequeños kits solares cuando nadie hablaba del tema. Hoy tenemos nueve líneas de negocio: movilidad eléctrica, cargadores, estructuras, iluminación solar, sistemas híbridos, almacenamiento y más. La clave ha sido diversificar, pero manteniendo el control técnico en cada etapa.
¿Cómo imagina el mercado solar ecuatoriano en 2026?
Más competitivo y más exigente. Con el decreto, la energía solar dejará de ser opción para convertirse en obligación, y eso elevará los estándares técnicos. Veremos más proyectos industriales, más almacenamiento y una expansión de servicios especializados. Ecuador entra en su década solar, y solo quienes combinen experiencia, ingeniería y datos podrán sostenerse. (I)