El 16 de julio, durante un show de Coldplay en el Gillette Stadium de Massachusetts, la tradicional kiss-cam captó un momento que cambiaría la vida de dos ejecutivos. Andy Byron, CEO de la firma tecnológica Astronomer, aparecía en la pantalla gigante abrazando por detrás a Kristin Cabot, su directora de Recursos Humanos. Ambos estaban casados, pero no entre sí. Cuando notaron que estaban siendo filmados, Byron se agachó para esconderse mientras Cabot cubrió su cara con las manos.
El video no tardó en viralizarse. La presión pública obligó a Astronomer a actuar: Byron fue separado de su cargo y Cabot renunció días después. Según el Daily Mail, ella presentó la solicitud de divorcio en agosto. Una kiss-cam en un recital había destruido dos carreras y dos matrimonios.
La historia de Byron y Cabot no es un caso aislado. Según el estudio Redes Sociales y Empleo de Bumeran, que relevó a 2.743 personas trabajadoras y especialistas en recursos humanos en Argentina, Chile, Ecuador, Panamá y Perú, el 50% de los expertos en RRHH en Argentina considera que las publicaciones realizadas por los talentos en redes sociales podrían afectar sus posiciones en las organizaciones. Las redes sociales se convirtieron en un territorio minado para los profesionales.

El dato, si bien es el más bajo de la región —en Ecuador alcanza el 76%, en Perú el 70%, en Chile el 60% y en Panamá el 53%—, cobra relevancia al contrastarse con 2024, cuando el 76% de los especialistas así lo creía. La caída de 26 puntos porcentuales podría interpretarse como una mayor tolerancia o, quizás, como una resignación ante la omnipresencia de las plataformas digitales en la vida cotidiana.
De Justine Sacco a la kiss-cam: doce años de exposición digital
La historia de Byron y Cabot evoca inevitablemente el caso de Justine Sacco, ocurrido 12 años antes. El 20 de diciembre de 2013, la entonces directora de Comunicaciones de InterActiveCorp (IAC) escribió un tuit racista antes de tomarse un avión en Londres con destino a Ciudad del Cabo: "Me voy a África. Espero no contraer sida. Es broma. ¡Soy blanca!".
A pesar de sus escasos 170 seguidores, el mensaje se viralizó. Durante las 12 horas de vuelo en las que estuvo sin conexión, su nombre comenzó a replicarse en Twitter y el hashtag #HasJustineLandedYet llegó a ser trending topic. Una vez aterrizada, leyó desde su celular un mail de su empleador anunciándole su despido.
Hoy, con plataformas como TikTok, Instagram y LinkedIn operando como ventanas permanentes de la vida profesional y personal, la frontera entre ambos mundos es cada vez más porosa. El estudio de Bumeran revela que el 24% de los especialistas en Argentina monitorea las redes sociales de los talentos. De ellos, el 48% revisa las redes de toda la organización, el 33% las de personas que representan a la empresa como voceros, y el 19% las de cargos directivos. El monitoreo se realiza ocasionalmente (48%), ante casos puntuales o de crisis (29%), o de forma metódica y con regularidad (23%).

"El estudio muestra que el 50% de los especialistas en recursos humanos cree que cierto contenido en redes sociales puede afectar la posición de un talento en la organización. Estos datos refuerzan la importancia de gestionar de forma cautelosa la presencia en redes sociales, ya que pueden tener un impacto en la percepción y reputación corporativa", señala Federico Barni, CEO de Bumeran.com.ar en Jobint.
Sin embargo, el 88% de las organizaciones en Argentina no tiene políticas específicas sobre el uso de las redes sociales por parte de los talentos, el porcentaje más alto de la región. Entre las que sí poseen medidas, el 26% educa a los empleados sobre privacidad en línea, el 19% establece acuerdos de confidencialidad, el 16% fomenta un ambiente seguro para la expresión sin represalias, y el 12% prohíbe el uso público de redes vinculado a la organización.

Los talentos, entre el control y la libertad
Del lado de los trabajadores, el 56% controla lo que publica en sus redes sociales por miedo a repercusiones negativas en su carrera profesional. El porcentaje es apenas cuatro puntos menor que en 2024, cuando el 60% afirmaba controlar sus publicaciones.
En la práctica, el 40% experimentó o presenció algún caso en el que las publicaciones en redes tuvieron consecuencias negativas sobre la carrera laboral. El 43% reporta que las organizaciones tomaron medidas severas como suspensiones o despidos, el 24% que se solicitó eliminar lo publicado, y el 49% afirma que se dañó la reputación de la persona en el ámbito laboral.
El tipo de problema más frecuente fue la participación en discusiones políticas o religiosas que generaron conflictos (28%), seguido por comentarios o interacciones negativas con colegas o superiores (28%), y la exposición de conductas inapropiadas fuera del horario laboral (20%). A pesar de estas cifras, el 68% de los talentos no cree que sea correcto que las organizaciones evalúen sus redes sociales personales. La tendencia negativa se encuentra en aumento: en 2024 el 64% se oponía al monitoreo.

El 31% de los especialistas en RRHH encontró, en alguna ocasión, información en redes que generó controversia. Frente a ello, el 33% habló con el talento para aclarar la situación, otro 33% implementó políticas más estrictas, el 29% no hizo nada, y el 14% proporcionó información para un mejor uso de las redes.
La pregunta que flota en el aire es si las organizaciones deben intervenir en las redes personales de sus empleados o si, por el contrario, se debe respetar la esfera privada aun cuando esta se comparte públicamente. Mientras tanto, los datos sugieren que la cautela sigue siendo la mejor estrategia para quienes buscan preservar su carrera profesional en la era digital.