Michelle Carvajal, la primera médica ecuatoriana en Johns Hopkins
Esta doctora construye una carrera en uno de los epicentros más exigentes y competitivos de la medicina en el planeta. Entre investigación de alto nivel, jornadas de 80 horas y la maternidad, dice que romper barreras es posible incluso en los entornos más exigentes.

Daniela García Noblecilla Editora digital

A los 31 años, Michelle Carvajal trabaja en Johns Hopkins, el mejor hospital especializado del mundo para el 2026 y que está ubicado en el puesto 4 en el ranking World's Best Hospitals 2025, según Statista y Newsweek. 

Ahí completa su año como postdoctoral research fellow, antes de volver al quirófano para culminar su residencia en cirugía general. Su presencia en estos pasillos no es solamente un logro personal, es un precedente. Una carta firmada por la directora del programa de residencia en cirugía general de este hospital, lo deja por escrito: Carvajal es la primera ecuatoriana aceptada en este programa, uno de los más competitivos del sistema estadounidense y del mundo. Este centro recibe anualmente a más de 2,8 millones de pacientes, casi 337.000 visitas a urgencias y está valorado en US$ 8.000 millones, según su página web oficial. 

Cuando conversé con esta ecuatoriana, su relato se desplegó en escenas. Mientras describía sus rotaciones, las guardias eternas, la presión quirúrgica y la curva de aprendizaje que define a los doctores era imposible no recordar capítulos de Grey's Anatomy. Su vida en medicina tiene esa mezcla de adrenalina, exigencia y vulnerabilidad que la serie popularizó, pero en versión cruda y sin efectos narrativos. 

"En Estados Unidos, los cirujanos somos primera línea en trauma: recibimos al paciente, lo resucitamos y lo llevamos a quirófano. Es intensidad, sangre y decisiones en segundos".

El ritmo que la sostiene es el de alguien que vive la cirugía como un oficio que consume, forma y transforma. Pero, su historia comenzó mucho antes, lejos de Baltimore, cuando Michelle decidió que la cirugía sería su idioma definitivo. 

Nació y creció en Quito, pasó cinco años de su infancia en España —su madre trabajaba en el Ministerio de Relaciones Exteriores— y regresó luego al país para completar el colegio y, más tarde, ingresar a Medicina. Se formó como médica en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. Nunca tuvo una gran epifanía sobre su vocación."Yo sé que todo el mundo tiene una mega historia, yo no tengo una súper historia, pero siempre quise ser médico". 

Michelle Carvajal en Johns Hopkins. Foto: María Ortiz (cortesía). 

Se destacó entre casi 200 estudiantes y se ubicó en el top 10 de su promoción, lo que le permitió elegir el hospital para su internado. Optó por el Eugenio Espejo, un escenario que ya conocía por sus rotaciones y donde estaban varios de los profesores que marcaron su formación.

Allí, confirmó que su lugar estaba en la cirugía, en ese espacio donde la mente y las manos operan al mismo ritmo y donde cada emergencia la mantenía en el estado de alerta que, como ella misma dice, le recordaba que había elegido el camino correcto.

"Yo pienso que para mí fue algo super importante haber hecho el internado allá en Ecuador porque me enseñó la parte humana de la medicina y cómo uno tiene que, con pocos recursos, tratar de hacer lo mejor posible por el paciente". 

La decisión de migrar

Después del internado, Michelle decidió no hacer el año rural. Tenía claro que su siguiente destino sería Estados Unidos. Ese plan tomó forma cuando a su abuela le diagnosticaron cáncer de pulmón y Michelle la acompañó a varias quimioterapias en Estados Unidos. Conocer de cerca un sistema de salud centrado en el paciente, con decisiones compartidas con los doctores, fue lo que la hizo definir su rumbo, migrar, convalidar su título y buscar una residencia en cirugía general.

Lo que vino después fue, como describe, "probablemente la segunda cosa más competitiva" que hizo en su vida. Para ingresar al sistema estadounidense, tuvo que iniciar el largo proceso de validación que exige rendir los tres exámenes conocidos como steps. 

El step 1 —un examen de ocho horas— evalúa conocimientos fundamentales y es el primer filtro para cualquier extranjero que busca entrar al sistema médico estadounidense. El step 2 se rinde en dos jornadas (de 9 y 7 horas) y examina la capacidad clínica del candidato: cómo diagnostica, cómo toma decisiones y cómo resuelve casos en escenarios simulados. El step 3, aunque no es obligatorio para postular a una residencia, Michelle lo rindió por adelantado para elevar su competitividad, ya que la mayoría de médicos estadounidenses están en su primer año de residencia.

Para ella esta era su carta de presentación como médico extranjero, es lo que permite comparar a candidatos formados en sistemas, universidades y países distintos. En ese contexto, competir implica enfrentarse a aspirantes de todo el mundo, muchos con años de investigación, publicaciones y experiencia previa en entornos académicos de élite, explica Carvajal.

Al llegar a Estados Unidos, realizó rotaciones clínicas y voluntariado para tener más experiencia. Pasó por el Long Island Jewish, luego por el Hackensack en New Jersey y también por una rotación en cirugía capilar con un médico amigo. Todo esto mientras aplicaba a residencias. Envió aproximadamente 157 solicitudes a diferentes hospitales. Finalmente, en 2022, obtuvo un puesto como preliminary intern en cirugía general en Johns Hopkins, un ingreso que, de por sí, ya es altamente competitivo.

Ese primer año implicó repetir todo lo aprendido en Ecuador, pero bajo estándares mucho más exigentes y en un entorno donde la competencia es diaria. De su cohorte —ocho candidatos solo en cirugía general y más de una docena en total— muchos tenían años de investigación y trayectorias académicas de élite. 

Michelle Carvajal en una de sus intervenciones quirúrgicas en Johns Hopkins. Foto: cortesía.

Tras dos años de desempeño y evaluaciones constantes, solo dos fueron seleccionados para quedarse, entre ellos Michelle. Su permanencia se selló después de comunicarle directamente a la directora del programa su deseo de quedarse y su interés por hacer un año de investigación. 

El programa accedió y hoy se desempeña como postdoctoral research fellow en el histórico laboratorio de cirugía cardíaca de Hopkins. Estudia técnicas de protección cerebral y cardíaca durante procedimientos de hypocirculatory arrest. "En estos procedimientos el paciente puede quedarse hasta 40 minutos sin circulación. Eso genera riesgo de daño cardíaco y cerebral y nuestra investigación busca cómo proteger ambos órganos durante ese lapso crítico". Cuando termine su cuarto y quinto año de residencia, avanzará hacia su siguiente meta y es especializarse en cirugía de aorta. 

Carvajal es mamá de una bebé de cuatro meses. "Ser médica y mamá no es fácil". Trabaja cerca de 80 horas semanales, entre cirugías y guardias. "Intento mantener la lactancia materna exclusiva (...) Más de una vez he tenido que salir del quirófano para usar bombas portátiles y volver a operar con ellas puestas". Aun así, asegura que disfruta su trabajo y que el apoyo de sus padres, su esposo, su hermano y su cuñada hacen posible sostener ambos roles.

Esta quiteña quiere que su historia sirva como un recordatorio de que las barreras pueden romperse. Aspira a inspirar especialmente a mujeres y latinas a creer que su origen, sus recursos o el lugar donde nacieron no determinan hasta dónde pueden llegar. "Hay que atreverse a soñar en grande y trabajar todos los días para convertir esos sueños en realidad".  (I)