Era 2000 y Diana Guerrero apenas se había graduado del colegio. El país estaba cambiando. El dólar empezaba a circular en la vida de los ecuatorianos y ella, con apenas 17 años, arrancaba su experiencia laboral.
Su primer empleo fue de cajera en Banco del Pacífico. En los dos años que estuvo en el cargo combinó su trabajo con sus estudios universitarios. Esa experiencia le permitió, sin saberlo, dar el primer paso para construir a futuro su propia empresa.
Actualmente, es propietaria y gerente general de Gestiva, una firma que brinda asesorías sobre procesos y acreditaciones a cooperativas de economía popular y solidaria. "Cuando entré al banco no tenía idea de nada de finanzas. No sabía qué era un crédito y todo lo que se hacía en una entidad financiera", reconoce.
La experiencia en el banco le permitió asociar conceptos que veía en las aulas. Le resultaba fácil entender lo que sus profesores exponían y eso le dio una ventaja a la hora de hacer sus tareas y presentar proyectos.
Con ese bagaje llegó a Plasticaucho, una de las empresas más importantes de Ambato, su ciudad natal. Entró como asistente de gerencia de Producción y empezó una nueva etapa que le llevó a especializarse en gestión interna.
Del mundo financiero pasaba al mundo industrial. Un cambio radical, pero significativo en su carrera profesional.
"Cuando llegué a Plasticaucho la empresa estaba arrancando con su proyecto de certificación de la ISO 9001. Poco a poco me fui involucrando hasta volverme parte del equipo de manera oficial", recuerda.
Conocer la metodología de Plasticaucho le permitió entender a la industria. Llegó a ser jefa de proyectos y trabajar directamente con la alta gerencia.
Aunque apenas estuvo tres años en esta empresa, siente que fue su gran maestra. Le indicó el camino que quería recorrer hasta crear Gestiva, en 2020. En el intermedio trabajó en Unifinza, una sociedad financiera que era parte de Plasticaucho.
Ese fue su reencuentro con el mundo financiero. Entró de lleno al tema de procesos y entendió que en este tipo de industria lo que prima es la normativa emitida por los entes de control del país. Ya no solo era la ISO 9001, que es de gestión de calidad, ahora iba más allá.
Se volvió una experta en microcrédito, normativa y proyectos. Esto le permitió abrirse al mundo de las consultorías, combinar las acreditaciones con proyectos y hacer negocio de eso. Sobre todo, en el sector financiero.
"La ISO es una norma que puedes adaptar a cualquier industria, pero en el sector financiero hay las normativas emitidas por la Superintendencia de Bancos o la Superintendencia de Economía Popular y Solidaria. He leído tantas normas que a veces piensan que soy abogada", recuerda sonriendo.
En 2013 decidió ser independiente. Brindaba consultorías sobre proyectos y ayudó a conseguir la acreditación de la ISO 9001 a pequeñas cooperativas de la Sierra Centro. En estas instituciones encontró su nicho. Actualmente con Gestiva tiene una cartera de 15 clientes fijos.
"Empecé en asesorías como independiente. Me activé el RUC e inicié con un solo cliente. Después llegaron más. A veces eran proyectos chiquitos, pero ya tenía libertad de tiempo e independencia económica", dice.
El crecimiento fue progresivo. Era un cliente a la vez. No tenía la capacidad instalada para hacer consultorías en simultáneo. Por esta razón perdió oportunidades, pero entendió que debía crecer y crear su empresa.
Fueron siete años de trabajo independiente hasta que llegó la pandemia. Parecía que el negocio se venía abajo. Todos sus clientes se vieron obligados a hacer reajustes, a pausar sus actividades. Pero en 2021 todo se reactivó y su teléfono no paró de sonar.
"Saliendo de la pandemia se empezó a reactivar todo y yo volví a las asesorías. Ahí fue cuando constituimos la empresa y contratamos personal para abarcar a todos los clientes que estaban interesados", afirma.

El primer paso fue capacitar a su personal. Necesitaba que todos sus colaboradores entendieran sobre procesos, normativas y cómo abordar a sus clientes. Actualmente, Gestiva tiene cinco colaboradores de planta. Vende sus servicios por paquetes de horas mensuales y factura US$ 120.000 al año.
Guerrero se reúne con sus clientes cada semana y hace un diagnóstico completo. Entiende, en blanco y negro, cómo funciona la empresa y aplica lo que aprendió en más de 20 años de experiencia.
Tiene clientes emblemáticos, no por su tamaño, sino por el crecimiento empresarial que ha evidenciado desde que empezó a asesorarlos.
"Vis Andes es una cooperativa que queda en Salcedo. Fue de nuestros primeros clientes y fue una experiencia maravillosa. La visión gerencial acompañó el proceso y era distinta a lo tradicional. Ahora empezaremos con otros proyectos de transformación de la experiencia del cliente", afirma Diana Guerrero.
Esta empresaria decidió prepararse. Tiene un MBA de la Universidad Católica del Ecuador y es magister en Gestión y Automatización de procesos de la Universidad de las Américas (UDLA).
Guerrero aplicó en su empresa lo que aprendió en su último máster. Automatizó la metodología organizacional de su propia marca para ser más eficiente y tener mejores resultados junto a sus clientes. También amplió la oferta de su negocio.
Luego de cinco años de su creación, ahora Gestiva cuenta con cinco líneas de negocio. Hay asesorías de marketing, contact center, asistencia médica, automatización de procesos y producción bajo el estándar Lean.
Gestiva creció y ahora Diana selecciona los clientes. Busca que compartan su misma visión. Para ella es importante que la alta dirección esté alineada y entienda que la optimización de la gestión interna debe ser parte de la estrategia de la empresa.
"Yo analizo mucho si el potencial cliente tiene realmente una convicción del proceso o si lo está haciendo porque es un requerimiento legal. Cuando no hay una visión gerencial sobre el proceso y cuando el gerente no está viendo que esto es un estilo de administración, es complicado implementar una asesoría, porque luego existe una lucha contra la administración, cuando en la práctica debería acompañar", afirma. (I)