Juan Pablo Acosta ama lo que hace y lo defiende con argumentos. “El teatro tiene un poder: es atemporal y es fundamental en tiempos de nuevas tecnologías y pandemia porque es un asunto muy humano. El teatro es un ritual de un ser humano con otro. Y eso no puede ser remplazado”. Así responde cuando se le pregunta cuál es la relevancia del teatro en los tiempos que corren.

Actor y músico, Acosta es el Director escénico del Teatro Victoria, un espacio cultural que evoluciona y que acaba de presentar en junio pasado la obra Arsénico por compasión. Este artista se apasiona cuando habla del Teatro Victoria y los planes que tiene para futuro. “Somos una escuela de teatro musical que nació de la Escuela Integral de Formación de Artistas (EIFA). Victoria nació en el tercer piso del Teatro Bolívar, luego de una obra hace 12 años. Nos dimos cuenta de lo importante de tener un espacio formal y nos pasamos a un espacio en la González Suarez, era un espacio para estudiantes, pero luego vimos que podía ser un espacio para arte independiente”.

La experiencia fue bastante fértil. Acosta y su equipo hicieron producciones, recibieron a actores, músicos, pero “nos quedó pequeño para un teatro musical”. Pasó el tiempo y se dio el contacto con una institución educativa que sabía del trabajo de Acosta y que contaba con un teatro acorde a las necesidades. “Tuvimos la oportunidad de mudarnos este nuevo espacio, en El Pinar Alto. Es un escenario arrendado, con 132 sillas. La idea en este nuevo espacio es crecer, florecer una y otra vez”.

Para este año en Teatro Victoria están planificadas nueve obras; tres ya se han estrenado y están en camino Orgullo y Prejuicio; La importancia de llamarse Ernesto; Tomates verdes fritos; y obras propias de Acosta y su equipo. Miren la entrevista en: